Cualquier militante comunista que ha empezado a organizarse y adquirir conciencia revolucionaria durante su juventud ha escuchado alguna vez un comentario del estilo: “Yo de joven era de izquierdas, pero con el tiempo maduré”. Sin embargo, parece que, en los últimos tiempos, ser joven y de izquierdas ya no está tan de “moda”.
Las últimas elecciones al Parlamento Europeo han lanzado algunos datos sobre el porcentaje de voto juvenil1 que ha votado a la extrema derecha y al fascismo, unos porcentajes que han hecho saltar las alarmas.
Es una cuestión compleja y con múltiples factores, pero atendiendo a un análisis materialista y dialéctico, lo que queda claro es que es incorrecto e injusto culpar a la juventud del avance de las posiciones reaccionarias en su seno.
La crisis general del capitalismo nos aboca a un futuro bastante negro: tambores de guerra y genocidios en directo, ritmos de trabajo frenéticos, un planeta dando señalas cada vez más claras de su agotamiento, imposibilidad de acceder a una vivienda digna, la salud mental en jaque, salarios que no llegan ni si quiera para reponer la fuerza de trabajo y un largo etcétera.
Hay un pensamiento instalado en esta sociedad, y es que las generaciones venideras tendrán peores condiciones de vida que las de nuestras madres y padres. Ese ascensor social que vendía el capitalismo a través del estado del bienestar está quedando retratado generación tras generación, la falsa meritocracia burguesa y las salidas individuales a las crisis del capital entran en la batalla de ideas que las y los revolucionarios debemos combatir.
La burguesía necesita crear enemigos dentro de la propia clase obrera y el fascismo juega un papel muy efectivo mediante el ataque a cualquier forma de organización colectiva, la defensa a ultranza del nacional catolicismo, el belicismo, culpando a las migrantes por la falta de trabajo y a las mujeres por los avances del feminismo y por poner en peligro al “hombre blanco heterosexual”.
El pinkwashing, o lavado rosa, es la estrategia de marketing que usan marcas, empresas, gobiernos y partidos para mejorar su imagen fingiendo una simpatía hacia el movimiento LGTBI.
Hemos visto ya varias veces como el capitalismo, ya sea a través de corporativismo empresarial o de mejorar la imagen de gobiernos que están tomando posición en guerras, imita planteamientos de resistencias que son cercanas para quienes desarrollamos el antiimperialismo y anticapitalismo, como el feminismo o los derechos LGTBI. Estas posiciones pueden acabar dentro del sistema si dejamos que las empresas tomen nuestras fechas de lucha como fiestas y ocasiones para promocionar descuentos. Y en este caso, toca hablar de cómo el estado ilegítimo de Israel juega con el pinkwashing para mejorar su imagen y empeorar la de Palestina y la población árabe.
Desde que se reavivó el conflicto en Gaza el 7 de octubre, una de las campañas que ha usado el ente sionista para mejorar su imagen ha sido usar a Dana Internacional, una de sus artistas más conocidas, que afirmó en una entrevista: “quien no condena a Hamas, está en contra de la comunidad LGBTI”. Este es solo un ejemplo de los muchos de esta ficción que establecen, en la cual se dibujan como la defensa de los derechos LGTBI y occidentales, frente al mundo árabe.
El orgullo de Tel Aviv es famoso, con sus carrozas, su turismo gay, presencia en Eurovisión; todo ello lo establecen como un oasis de derechos en la tierra que ocupan. Ya sabemos que las guerras imperialistas también suponen una batalla de imagen pública y, en este caso, han usado de excusa los derechos LGTBI para practicar el genocidio a un pueblo entero. Sabemos que nuestros derechos LGTBI les dan igual y este día del Orgullo saldremos a reivindicar que esos no son nuestros derechos y que el pueblo palestino no es quien los pone en riesgo.
Pero, fuera del discurso antisemita pro derechos del colectivo LGTBI, ¿cuál es la realidad del sionismo frente a esto?
“He dicho que hemos hecho innumerables tonterías, pero debo decir también algo en este aspecto de nuestros adversarios. Si éstos nos reprochan y dicen que el propio Lenin reconoce que los bolcheviques han hecho muchísimas tonterías, yo quiero responder: es cierto, pero, a pesar de todo, nuestras tonterías son de un género completamente distinto que el de las vuestras. Nosotros no hacemos más que empezar a estudiar, pero estudiamos con tanta regularidad que estamos seguros de obtener buenos resultados”. CINCO AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA Y PERSPECTIVAS DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL. Informe pronunciado ante el IV Congreso de la Internacional Comunista el 13 de noviembre de 1922.
El participar en unas elecciones europeas no es ninguna tontería, aunque el resultado no acompañe. Tampoco lo ha hecho para otras formaciones promocionadas por el sistema y que han dispuesto de toda la publicidad en radio y televisión. Las entrevistas al “gran hermano” de Frente Obrero es una muestra de ello.
Los ultraizquierdistas de salón nos acusarán de tontos por participar en unas elecciones europeas, como si Lenin no lo dejara claro ya en toda su obra: «los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria… para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socialista (octubre de 1917).»
Aclarado el confusionismo a que revisionistas, semianarquistas y ultraizquierdistas de salón propagan sobre la participación en las elecciones, hay que centrarse en la realidad de las últimas elecciones europeas.
El primer punto a destacar: el fracaso de la democracia burguesa. La participación ha sido muy baja. La participación media ha sido del 51,08 %, pero es que ha habido países como Croacia (21,35 %), Bulgaria (33,78 %), Chequia (36,45 %), Finlandia (40,40 %), Grecia (41,39 %), Italia (48,31 %), Países Bajos (46,18 %) o Portugal (36,52 %), donde la mitad más uno ha quedado lejísimos. ¿Se pueden validar unas elecciones con esta participación? ¿O solo se critica a las elecciones de Venezuela?
Hace algunas semanas dos publicitadas fotografías me provocaron – y me siguen provocando todavía – insufribles náuseas. Es decir, me produjeron – y me siguen produciendo cada vez que las veo –enormes deseos de echar la mascada por sotavento. Una de ellas es la repulsiva instantánea en la que se ve al dirigente fascista de Vox, Santiago Abascal, abrazando apasionadamente al presidente argentino, el energúmeno, y no menos fascista, Javier Milei, más conocido como el “psicópata de la motosierra”. La otra foto repugnante, es la que deja constancia gráfica de la patética reunión del nostálgico franquista con el carnicero de Gaza, Benjamin Netanyahu, apodado por sus insaciables adeptos de sangre palestina, “el rey Bibi”. Naturalmente los dos vergonzosos encuentros del avezado discípulo de Franco responden a intereses, por ahora, de una parte del capitalismo hispano que, ante el hecho incontestable de la crisis estructural del sistema capitalista, vería con buenos ojos un cambio en el sentido señalado por el facha vizcaíno; no sólo en lo referente a la política domestica, sino también en cuanto a las relaciones internacionales. Unas relaciones, por otro lado, que van inscribiéndose cada vez con más nitidez en la deriva fascistona de la situación política europea e internacional. En un caso, solidarizándose con el arbitrario trabajo del pibe de apariencia majareta en su alucinante tarea de desmantelar lo público en beneficio de lo privado, y que tanto ambiciona el voraz capitalismo en todo el planeta. Y en el caso de la ignominiosa visita al genocida sionista, situándose sin ambages en el camino que sella con sangre, dolor y lágrimas en Oriente Medio (y no sólo en esa región del globo) el criminal imperialismo norteamericano. Cosa, sin duda, para que todo continúe “atado y bien atado”. Un señalamiento político, confirmado recientemente en los resultados de las elecciones europeas del 9J, donde el avance de la extrema derecha es innegable, así como su gobernanza en países como Italia, Hungría, Polonia, República Checa y Finlandia; al tiempo que en otros (Austria, Bélgica y Francia) está a punto de lograrla. Además de su nutrida y amenazadora presencia en casi todos los parlamentos europeos, como es el caso, por ejemplo, de los neonazis en el Bundestag alemán, para quienes “no todos los agentes SS de la Segunda Guerra Mundial fueron criminales”. Por consiguiente, en un contexto de alarmante oleada parda que también unta a España, un poco hoy “el garbanzo negro” de la UE.
El 30 de mayo, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, publicó una carta dirigida a los estudiantes de las universidades estadounidenses que protestaban contra la guerra genocida israelí en Gaza.
El título de la carta era “Están ustedes en el lado correcto de la historia, cuyas páginas están pasando ante nosotros”.
Entre sus consejos hubo una declaración sobre el papel de los medios de comunicación: La élite sionista global —que posee la mayoría de las corporaciones de medios estadounidenses y europeas o influye en ellas a través de financiación y sobornos— ha calificado este valiente y humano movimiento de resistencia como “terrorismo”.
Para oídos occidentales, esto puede parecer una explicación exagerada o simplista de cómo funcionan los medios. Pero examinemos los diversos elementos del sistema mediático y cómo influyen en ellos.
Lo primero que cabe señalar es que quizás el elemento más importante que marca el tono de la cobertura en los medios occidentales es el papel de las fuentes oficiales a la hora de definir qué es violencia legítima e ilegítima.
Así, en el caso de Palestina, las fuentes del régimen sionista tienen una ventaja inherente sobre las de la resistencia o incluso sobre los palestinos en general.
Estudiar el sesgo de los medios
Todo estudio decente sobre los medios occidentales concluye lo mismo. Por ejemplo, el trabajo de Greg Philo y Mike Berry en su serie de libros que incluyen Bad News From Israel (Malas Noticias de Israel) y More Bad News From Israel (Más Malas Noticias de Israel), y más recientemente un estudio sobre la cobertura de Gaza.
La reciente muerte de Greg nos priva de uno de los críticos más consistentes de la idea de que los medios de comunicación tienen prejuicios contra el régimen israelí.
Estas prácticas institucionales son la razón por la que vemos la abrumadora cobertura generalizada de inventos sionistas como la afirmación de los 40 bebés decapitados o la tesis de la violación masiva o incluso la afirmación de que “HAMAS mató a 1200”.
Estos han sido desacreditados una y otra vez desde los acontecimientos del 7 de octubre, pero aún conservan un dominio significativo en la imaginación occidental.
¿Y SI ENTONCES YA ES DEMASIADO TARDE PARA PEDIR PERDÓN?
Parafraseamos las palabras de un sacerdote luterano en Jerusalén estas pasadas Navidades, cuando advertía a la sociedad occidental que, cuando vierta sus lágrimas y solicite perdón por el horror silenciado en Palestina, ya será demasiado tarde y nunca, nunca, lo recibirá.
Lo hacemos para advertir que ya ha llegado el momento de sentar las bases y las pruebas para preparar el Juicio Final en el que los Pueblos del mundo, coloquen en el banquillo de los acusados al Imperialismo y al Sionismo y, junto a su más preciada criatura que es el Fascismo, los condenen a muerte porque su existencia es incompatible con la Vida y el futuro de la Humanidad.
Pero también lo hacemos, para advertir a la Sociedad, al conjunto de los individuos de las diversas clases y sectores sociales que nacen, viven y fallecen cada día en este Mundo, que en función de su realidad material, del ser humano de una u otra clase social que todos somos, tienen una responsabilidad por cada una de sus decisiones sociales.
No es lo mismo ser esquirol que ir a la huelga, tampoco decidir ir a la manifestación o quedarse en casa viendo la tele, ni denunciar la injusticia que participar de ella y cobrando un alquiler abusivo o contratando a una trabajadora inmigrante sin darla de alta. Cada decisión con transcendencia social que adoptamos –y prácticamente lo son todas-, determina nuestra existencia y en un sentido u otro, empuja hacia un lado u otro la lucha de clases que nunca deja de estar ahí y condicionarlo todo.
Como ya ha quedado suficientemente demostrado, no hay Fin de la Historia posible. La lucha de clases, en un constante ciclo de idas y venidas que la hacen avanzar o retroceder por la acción de las masas, sigue siendo su partera. Ahí es donde cada cual debe decidir dónde posicionarse y poner su grano de arena a un lado u otro de la balanza.
NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA ACTUAR COLECTIVAMENTE.
Sin embargo, esta responsabilidad individual exigible a todas las personas, por sí sola no mueve los procesos sociales. La Historia no es una simple y sencilla suma de voluntades, sino un complejo y dinámico proceso, absolutamente interrelacionado, de factores económicos, políticos, culturales, sociales, medioambientales… que dependen de la acción política y la decisión de las diversas clases sociales en conflicto.
Los resultados electorales del pasado 9 de junio tienen diversos factores que podríamos analizar por separado, pero que, en su conjunto, lanzan un mensaje muy claro: el declive de la Unión Europea como proyecto político de la burguesía europea.
En este sentido, y a la luz de nuestros propios resultados, cada vez es más evidente la necesidad de conformar una alternativa que, también en lo electoral, articule la necesaria contraofensiva obrera y popular contra la agresión creciente de la oligarquía a sus intereses y necesidades.
El fascismo y la extrema derecha avanzan en todos los terrenos, el ascenso de las posiciones reaccionarias en el campo electoral es la consecuencia de la impregnación de la ideología dominante de la burguesía en amplias capas de la clase obrera.
La Unión Europea está en un proceso inevitable de pérdida de hegemonía política y económica, lo que implica cada vez, una mayor subordinación de sus intereses al imperialismo de los Estado Unidos. Un proceso de degradación que se encamina a cumplir con los mandatos de los EE. UU., los cuales tienen desplegados cien mil soldados y las 275 bases en el territorio de la UE por si a alguien se le ocurre poner en duda sus intereses: continuar con la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania hasta el último ucraniano/a y hasta el último europeo/a si es necesario, permitir el genocidio del pueblo palestino sin ningún tipo de reacción y debilitar la economía de la zona euro.
En este contexto, donde los cañones de guerra cada vez suenan más cerca de nuestras puertas, el capitalismo, una vez más, necesita alentar al fascismo, azuzar a la bestia de la reacción para evitar una movilización de masas que ponga en jaque la única alternativa que tiene el imperialismo para sobrevivir: la guerra. Una guerra a la que no irá la princesa Leonor, si no los hijos y las hijas de tu vecina y de tu compañero de trabajo.
Desde la Planta 9 del Hospital Provincial el tiempo pasa muy lento, casi se para a ojos del paciente, que recobra todo el sentido original de su palabra. Paciente no es sólo quien sufre la enfermedad en sus carnes, sino también las personas allegadas, familiares, que dejan pasar las horas esperando una mejoría.
Aquí es quizás donde más se palpa la frase de “sólo el pueblo salva al pueblo”. El pueblo aquí son las y los profesionales que, además de profesionalidad, destilan humanidad, cercanía, esperanza, cariño. Esas cualidades hacia aquella persona desconocida, con un número de habitación asignado, pero con nombre y apellidos, a la que se dirigen con toda la amabilidad y ternura porque ellas, con su experiencia y estudios, saben por lo que está pasando el paciente. Ellas, ellos, además de profesionales, también son pacientes. Porque las horas pasan lentas en el reloj, y ellas lo saben.
Lo saben aquí, y también lo saben a 50km de distancia, en nuestro ambulatorio, donde nos atienden los pocos profesionales que nos pueden atender. Hay poca gente que conoce los datos, pero es verdad que los datos son fríos y no nos lo dicen todo. El centro de salud de Palma cuenta con el 50% de la plantilla médica. Ese frío dato lo que nos quiere decir es que la mitad de los médicos están de baja o su plaza está vacante, sin cubrir, mientras otros médicos andaluces tienen que emigrar como en este maldito país llamado Andalucía lleva pasando durante generaciones. Ese frío dato también nos dice que un médico tiene que atender a sus pacientes y a los pacientes de la plaza que está vacante o sin cubrir, el doble de pacientes. Pero también significa que las urgencias, turnos de 24 horas, también tiene que doblarlas, y esas 24 horas de trabajo (de 40 horas semanales) no las puede dedicar por entero a sus pacientes.
Difundimos este interesante trabajo de Andrés Piqueras, con el doble propósito de:
Situar nuestro acuerdo con la posición sostenida por su autor en relación derrumbe final del sistema capitalista, motivado por la ley de la acumulación.
Especificar que este es un análisis con imprescindibles consecuencias prácticas que, necesariamente, deben trascender el marco teórico y, en cualquiera de los escenarios en los que se desarrolla la lucha de clases, ser la base de una posición a la ofensiva del movimiento obrero y popular.
Aun así, el capital necesita de esa continua movilidad absoluta (el paso a proletariado) de la población, mediante la continua desposesión de medios de vida. Todo lo cual, además, es fuente de dominación, dado que el poder relativo del Capital sobre el Trabajo está mediado por el factor de reemplazo de la mercancía fuerza de trabajo que aquél sea capaz de mantener.
La creciente explotación extensiva o extensión de la plusvalía absoluta, así como la multiplicación de nuevo de formas de trabajo por fuera de la relación salarial o sólo muy parcial o tangencialmente conectadas a ella, no debieran ser contempladas bajo la inamovible certeza de que “siempre existieron”, desconsiderando de un plumazo con esa evidencia tipo “boutade” tanto su importancia como su especial significado en esta fase del capital. ¿Por qué no considerar más bien estas características como indicadores de una involución capitalista a sus orígenes, como una carencia suya para seguir impulsando vigorosamente las fuerzas productivas y con ellas especialmente la plusvalía relativa?