DESTACADO

Foto de Prensa Latina

Hace meses publicábamos el asesinato de un futbolista palestino a manos del ejército sionista. Un asesinato más de la larga lista de asesinatos que llevan cometiendo desde hace 75 años.

No, por entonces, no había habido ningún ataque de Hamas, por entonces no había ninguna “guerra” entre uno de los autodenominados ejércitos más poderosos del mundo y un país que ni siquiera tiene ejército.

Esta vez, aparte de los miles de niños inocentes, también asesinaron a otros deportistas. Dos jugadores de volley playa. Nada significativo en un mundo donde se mide a los deportistas por los millones de beneficios que generan.

Dos jóvenes pobres, que vivían en un país pobre, continuamente bombardeado por una panda de asesinos, que tienen el respaldo de la llamada “comunidad internacional”.  Da igual. En un mundo donde se permite el asesinato de niños, parece que ya nada puede escandalizarnos. Disparos a quemarropa contra gente desarmada, bombas de fósforo, ataques a hospitales, periodistas, médicos sin fronteras, funcionarios de la ONU.

Los nazisionistas se lo pasan todo por la entrepierna a sabiendas de que el mundo no hace nada. Nos queda el derecho al pataleo, a las miles de manifestaciones, a las miles de publicaciones, pero nada conmueve al nazi. Los nazis sólo conocen un lenguaje: el exterminio. Y a ellos se le debe aplicar la máxima sionista: ojo por ojo, diente por diente.

En estos momentos, después de ver a los neonatos morirse en el hospital de Gaza, porque los invasores han cortado la electricidad, el agua, el combustible, porque están cometiendo un delito tras otro de lesa humanidad; en estos momentos recuerdo a Silvio: “la rabia es mi vocación”

Todos tenemos miedo a un gran conflicto global que acabe con la vida en la tierra, pero nadie hace nada por evitar el exterminio de una parte de la población. Nada.

Esperamos que Rusia o China o Irán, hagan algo, a la vista de la inoperatividad de la ONU, la complacencia de la UE y el apoyo a los asesinos que hace la OTAN.

A la izquierda, Pedro Sánchez con Giovanni Infantino (presidente de la FIFA). A la derecha, Luis Rubiales con Fouzi Lejkaa (presidente de la FRMF).

El Mundial masculino de fútbol, organizado cada 4 años por la FIFA (Fédération Internationale de Football Association), es - junto con los Juegos Olímpicos - uno de los dos mayores eventos deportivos del mundo, con audiencias millonarias por todo el planeta. Un espectáculo mercantilizado (en eso se ha transformado todo el deporte profesional bajo el capitalismo) que proporciona  un gigantesco escaparate publicitario para las grandes empresas monopolísticas que allí se anuncian. También una potentísima plataforma propagandística para el país organizador, que obtiene un enorme altavoz para legitimarse y lavar su imagen pública.

Hay casos extremadamente flagrantes, como el del Mundial 1978, celebrado en una Argentina bajo la dictadura fascista de la junta militar de Videla y la Operación Cóndor, que se envolvió en los triunfos de la selección albiceleste para acallar frente al mundo la tortura, represión y persecución política que ejercía en esos mismos días. Y así ocurrió también, sin irnos más lejos, en la última edición: Catar 2022. Los petrodólares se impusieron por encima de las muertes de al menos 6.500 trabajadores (prácticamente todos inmigrantes del subcontinente indio), obreros de la construcción de los estadios, bajo unas condiciones de sobrexplotación que rozan la esclavitud. También sobre las denuncias de falta de las mínimas libertades democráticas y de disidencia política, los derechos de la mujer y la opresión por orientación sexual. La FIFA amenazó con duras sanciones a federaciones, futbolistas y aficiones que osaran protestar contra estos hechos; de modo que el resultado fue una operación de legitimación pública para la satrapía catarí.

Y en estas, hace unas semanas que la FIFA anunció que el Mundial masculino de fútbol 2030 será en España, Portugal y Marruecos. Además, con la excusa del centenario de la primera edición, en Sudamérica, habrá algunos partidos de la fase inicial en Argentina, Uruguay y Paraguay... "La pela es la pela" siempre para la FIFA, además con historia reciente de casos probados de corrupción y soborno.

El caso Rubiales, ha puesto de manifiesto el machismo imperante en nuestro país y ha dejado al descubierto que se trata de un engranaje del sistema capitalista, que lo necesita y lo mantiene para continuar su dominación.

La selección femenina de futbol gana el mundial contra Inglaterra el 20 de agosto en Sidney, en el Accor Stadium, durante la celebración de este hito deportivo, que se retransmitirá en directo, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol se convierte en el protagonista, toquetea, vapulea y abraza a la mayoría de las jugadoras, hasta el punto, que llega a besar sin su consentimiento a la futbolista Jennifer Hermoso.

Ese beso no consentido retransmitido en directo y, repetido miles de veces por los medios de comunicación recorrió el mundo, y, a pesar de los millones de personas a las que les pareció algo intolerable, a pesar del comunicado emitido por Jenni Hermoso, quienes tenían la potestad de hacer algo en ese momento, no hicieron nada en absoluto, ni el Gobierno, ni la FIFA y la Real Federación Española de Fútbol, ni la Fiscalía, y una vez más se permitió que se pusiera el foco en la víctima, y se la culpabilizara, que se la denigrara. Rubiales, el agresor, a pesar de que quedó grabado su comportamiento, inicia una campaña de desprestigio contra Jenni Hermoso de la que se empiezan a hacer eco un sin fin de machistas.

El mundo del fútbol miró para otro lado, los jugadores, entrenadores, todos los que incendiaron las redes cuando Vinicius recibió insultos racistas en el estadio del Mallorca guardaron silencio.

Las Artes Marciales, sobre todo las de origen oriental, tienen la particularidad de contar con una filosofía de vida que las diferencian de otros muchos deportes y que influyen de manera directa en la educación ética y moral de sus practicantes, además del aspecto meramente físico.

El legado de paz y sabiduría de la cultura oriental se transmite, a través de la práctica de las artes marciales, cultivando valores de conducta positivos: humanidad, honradez, disciplina, sinceridad, lealtad, seriedad y esfuerzo.

Pero las Artes Marciales, como cualquier otra actividad del ser humano, no se libran de la influencia ideológica que, en un determinado momento histórico, reciban de la clase dominante. De este modo, podemos encontrar que en el mundo capitalista, la práctica de estas artes, salvo honrosas excepciones, se enfoca en el aspecto físico y técnico, dejando de lado los demás valores que contienen. Actualmente se ve, como a menudo, las personas dedicadas a las Artes Marciales, instructores, maestros e incluso autodenominados maestros, enfatizan solo el aspecto físico y técnico de sus discípulos, olvidando todo el acerbo cultural que los fundadores de estas disciplinas han ido incorporando. Esto hace que se malinterpreten los verdaderos fundamentos de las distintas escuelas, quedando limitado todo su hacer a la práctica de sistemas de combate cuerpo a cuerpo, donde los esquemas ideológicos del sistema burgués sitúan el individualismo, la agresividad injustificada, el desprecio a los más débiles y el culto a la imagen como pseudo-valores a imitar y que convierten a sus practicantes en verdaderas amenazas sociales.

En cambio, en países como la República Popular Democrática de Corea o Cuba, además de los indudables beneficios que su práctica tiene para la salud física y mental, se cultiva el desarrollo personal y demás valores ya mencionados, llegando a considerarse una de las disciplinas de esta Artes Marciales, el Karate Do “… como un arma de la Revolución”,

 

Carrera de la Paz

La 110ª edición del Tour de Francia arrancó el sábado 1 de julio 2023 en Bilbao, 22 equipos con unos 176 ciclistas participaban en el suceso. El Tour de Francia es entre los grandes eventos deportivos comparable con el mundial de futbol o la Eurocopa; además, es – de las tres grandes competiciones sobre dos ruedas junto con la Giro de Italia, Vuelta ciclista a España – la más comercial y la más lucrativa para los patrocinadores y los ciclistas profesionales. Desde su primera edición en 1903 ha sido dominado por el rendimiento comercial que perseguían los organizadores, promotores, patrocinadores y también los ciclistas. La bicicleta y el ciclismo como deporte eran a finales del siglo XIX un fenómeno relativamente nuevo, surgido como pasatiempo entre la burguesía de la época y pronto usado para competiciones cortos y entretenimiento del público. A los vencedores de las primeras carreras ciclistas pagaron premios importantes, incluso los ganadores de carreras en biciclos (con una rueda muy alta) recibieron considerables cantidades. El editor de “The Boneshaker”1 – revista de la época para los entusiastas del ciclismo en Gran Bretaña – escribió sobre una de las primeras carreras que se realizaron en 1868 en el parque de Saint-Cloud en las afueras de Paris que los ganadores Moore y Poloni recibieron una medalla de oro por valor de 100 francos. James Moore en adelante se dedicaría profesionalmente a las carreras ciclistas que le proporcionaban unos ingresos elevados y una situación económica desahogada.

 

El 28 de marzo de 2023 salía la noticia de que el Comité Olímpico Internacional (al igual que Wimbledon unas semanas antes) había levantado el veto impuesto a las y los deportistas rusos y bielorrusos desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Sin embargo, esto no quiere decir que el COI haya levantado el veto a Rusia o a Bielorrusia. Las y los deportistas con pasaporte de estos dos países podrán jugar en los Juegos Olímpicos, pero solo si lo hacen de manera individual y neutral, es decir, sin representar a sus países. De hecho, estará prohibido exhibir banderas y sus himnos no sonarán. Además, cualquier deportista que se pronuncie a favor de la guerra (con toda la ambigüedad que supone esta afirmación) seguirá siendo vetado.

El COI, con estas medidas, está demostrando el servilismo hacia el bloque imperialista occidental con una hipocresía escandalosa. Hay que recordar que el 22 de marzo de 2023 China hizo público un plan de paz que solo Rusia aceptó discutir. EE. UU., la UE y Ucrania hicieron oídos sordos. ¿Por qué ignoran la injerencia militar de los EE. UU. en Ucrania? ¿Acaso la UE no está enviando armamento para alentar la guerra?

Lo cierto es que el mundo del deporte está repleto de ejemplos como este. Para empezar, la Selección Yugoslava de Fútbol fue vetada en las competiciones internacionales durante el proceso de su desintegración forzada. El 3 de marzo de 1992 Bosnia y Herzegovina declara su independencia, dando lugar a la guerra de Bosnia el 6 de abril de 1992. En mayo, la ONU impone sanciones económicas y culturales a Serbia y Montenegro (Resoluciones 757, 787 y 820) y exige la retirada del Ejército Popular Yugoslavo de territorio bosnio. Al mismo tiempo, el 31 de mayo, Sepp Blatter, secretario general de la FIFA, anuncia la expulsión de Yugoslavia de la Eurocopa, que se celebraría 19 días después y estando ya la Selección en Leksand, lista para su debut. De igual manera, fue excluida de la Copa del Mundo de Estados Unidos de 1994 y de la Eurocopa de 1996. Solo Yugoslavia fue vetada, a pesar de ser un hecho objetivo la participación de la OTAN en el conflicto con el objetivo de hacer desaparecer el último país socialista de Europa.

Supongo que a muchos les ocurrirá como a mí. La primera vez que oí esto de la King’s League, me imaginé al Campechano con una liga de la Corina en la frente a modo de trofeo, pero no, es aún peor. Incluso dudé si hacer el artículo por no darle una publicidad que no merece.

Viejas glorias del fútbol, que dan muestras de no haber sufrido para llegar a estrellas, se inventan otro espectáculo (nada espectacular) con la excusa del fútbol. Algo así como la final de la Supercopa (sigo pensando en la liga de la Corina) en Arabia Saudita.

En fin, se ve que al Piqué (al que recuerdo respetar cuando fue una revelación como central) los matrimonios y los videojuegos no le van bien para el cebollo. Se ve que el señorito no piensa en todos los niños que no tienen campos de fútbol donde jugar, en los desahuciados de los barrios pobres de las grandes ciudades o de ese continente africano que se muere por jugar o se muere por vivir, porque se está despertando y esperemos que el contrapeso de China y Rusia acabe expulsando a mamarrachos colonialistas tales.

Fruto de ese engendro mental, que tampoco es que varíe mucho de la FIFA y sus organizaciones, pero al menos esos tienen tradición, sería esa Liga de Reyes, que la debe haber puesto en inglés para que no se confunda con la de la dichosa Corina…

El engendro no hay por dónde cogerlo: una serie de clubs creados por antiguos futbolistas juegan una liga en formato fútbol 7, pero sin ninguna atadura social o moral, desde publicidad de cerveza hasta engañosa, pasando por infojobs y otros patrocinadores, bien seguros del triunfo de esa competición de entretenimiento digital. Así lo definen, porque realmente fútbol hay poco. Resulta grotesco ver a jugadores haciendo el paripé y de repente se para el partido porque el entrenador (vaya conjunto de amigotes y amiguetes) pide la carta del penalti. Como lo oyen, no es que hayan consultado el VAR, es que se puede pedir una carta de penalti.

No hace mucho que los medios de comunicación han comenzado con el tema del Caso Negreira, una investigación de la Agencia Tributaria que ha desvelado los pagos que periódicamente, durante décadas, el Barça realizó al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, Jose María Enríquez Negreira. Como si se tratase de una nueva serie de Netflix, todo apunta a que podremos deleitarnos con unas cuantas temporadas de noticias sobre corrupción en el fútbol. Habrá cruces de acusaciones, persecuciones mediáticas, luchas de poder, declaraciones explosivas frente a las cámaras, y otras inauditas frente al juez, y por supuesto, lo que más nos gusta ver, policías llevándose esposados a los otrora poderosos e intocables. Y es que si algo llega al corazón del público, es el espectáculo de ver como se llevan detenido al villano de turno, ocultándose el rostro, forcejeando, gritando su inocencia, o al estilo Rodrigo Rato, metiéndolo en el coche policial con la mano en el cogote, como si la “mano de la justicia” le hiciera arrodillarse, esto es sin lugar a dudas, la mejor escenificación para que las masas, en plena catarsis, vean como hay justicia de verdad,  y así poder dormir más tranquilos sabiendo que la ley es igual para todos y todas. 

Ahora bien, los 7 millones de euros que a lo largo de más de 20 años pagó el Barça no dejan de ser una minucia. Y no porque comprar árbitros sea algo tan natural que ni siquiera merezca la pena decirlo, sino porque el mundo del fútbol está lleno de casos verdaderamente notorios. Sin ir más lejos, la RFEF (Real Federación Española de Fútbol) lleva décadas envuelta en todo tipo de escándalos e irregularidades, las más recientes son las comisiones cobradas por llevar la Supercopa a un país tan pródigo con las dádivas como poco recomendable, Arabia Saudí. Su anterior presidente, Ángel María Villar, un todopoderoso y mandamás que durante casi 30 años hizo lo que quiso, acabó siendo uno de esos que se llevan esposado, curiosamente no tuvo muchas dificultades para abonar la fianza. Luego, si vamos un poco más lejos, ya a nivel internacional, tenemos el denominado “Fifagate”. Toda una red de sobornos, fraude y lavado de dinero por más de 150 millones de dólares que obligaron a dimitir otro todopoderoso, su presidente Joseph Blatter.

El fútbol femenino se ha hecho especialmente relevante en los últimos años, no por lo que le es propio, su práctica, calidad, emoción, etc., sino porque ha logrado, a su pesar, visibilizar gran parte de la desigualdad y los prejuicios que nutren el patriarcado. El fútbol femenino ha sido visto como un intruso. A fin de cuentas, el deporte “rey” es competitividad física, es pelea, victoria, un culto en el que se enarbolan banderas y se exalta la hermandad de los que se reconocen de un color u otro. En fin, todo muy en la masculinidad hegemónica. Ahora bien, también es una fuente de lucro muy importante, un espectáculo que directa e indirectamente mueve mucho dinero, y el color del dinero aúna muchos intereses. Es por eso por lo que el auge de determinadas luchas se haya vuelto rentable y el fútbol femenino esté empezando a ser más explotado, con más visibilidad, premios y patrocinadores. Todo un ejemplo de cómo el capitalismo logra hacer progresar los derechos, ¿no?

No, el progreso no consiste en ampliar los privilegios, sino en hacerlos desaparecer y reconocer más el papel de las mujeres sin cuestionar el orden de los privilegios dominantes, es meterle un gol al feminismo. Que el mundial de fútbol femenino tenga entre sus patrocinadores a Arabia Saudí es, además de un gol al feminismo, un gol en fuera de juego. Qué gran juego de contradicciones ver cómo las futbolistas corren por las bandas o tiran córner y, de repente, leer “visita Arabia Saudí”.

No hace falta dar muchas explicaciones sobre Arabia Saudí, una monarquía absoluta en la que el reparto del poder se aproxima más al feudalismo que a un estado soberano.

uyl_logo40a.png