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A la izquierda, Pedro Sánchez con Giovanni Infantino (presidente de la FIFA). A la derecha, Luis Rubiales con Fouzi Lejkaa (presidente de la FRMF).

El Mundial masculino de fútbol, organizado cada 4 años por la FIFA (Fédération Internationale de Football Association), es - junto con los Juegos Olímpicos - uno de los dos mayores eventos deportivos del mundo, con audiencias millonarias por todo el planeta. Un espectáculo mercantilizado (en eso se ha transformado todo el deporte profesional bajo el capitalismo) que proporciona  un gigantesco escaparate publicitario para las grandes empresas monopolísticas que allí se anuncian. También una potentísima plataforma propagandística para el país organizador, que obtiene un enorme altavoz para legitimarse y lavar su imagen pública.

Hay casos extremadamente flagrantes, como el del Mundial 1978, celebrado en una Argentina bajo la dictadura fascista de la junta militar de Videla y la Operación Cóndor, que se envolvió en los triunfos de la selección albiceleste para acallar frente al mundo la tortura, represión y persecución política que ejercía en esos mismos días. Y así ocurrió también, sin irnos más lejos, en la última edición: Catar 2022. Los petrodólares se impusieron por encima de las muertes de al menos 6.500 trabajadores (prácticamente todos inmigrantes del subcontinente indio), obreros de la construcción de los estadios, bajo unas condiciones de sobrexplotación que rozan la esclavitud. También sobre las denuncias de falta de las mínimas libertades democráticas y de disidencia política, los derechos de la mujer y la opresión por orientación sexual. La FIFA amenazó con duras sanciones a federaciones, futbolistas y aficiones que osaran protestar contra estos hechos; de modo que el resultado fue una operación de legitimación pública para la satrapía catarí.

Y en estas, hace unas semanas que la FIFA anunció que el Mundial masculino de fútbol 2030 será en España, Portugal y Marruecos. Además, con la excusa del centenario de la primera edición, en Sudamérica, habrá algunos partidos de la fase inicial en Argentina, Uruguay y Paraguay... "La pela es la pela" siempre para la FIFA, además con historia reciente de casos probados de corrupción y soborno.

En un principio, la candidatura ahora ganadora estaba formada por la RFEF (Real Federación Española de Fútbol) y la FPF (Federação Portuguesa de Futebol). Después, en octubre de 2022, el entonces presidente de la RFEF, el agresor machista Luis Rubiales, anunciaba que Ucrania se uniría. Sin duda, un gancho para ganarse la simpatía de quienes están intoxicados de propaganda OTANista de guerra. Pero la entrada de Ucrania acabó por no concretarse. Mientras, la FRMF (Fédération Royale Marocaine de Football) había anunciado en 2018 que presentaría una candidatura marroquí propia; si bien en marzo de 2023, el mismísimo monarca dictador (valga la redundancia) Mohamed VI anunció que Marruecos se incorporaba a España y Portugal. A raíz de ello, Marruecos ha ganado también la organización de la Copa de África masculina de 2025.

Todo en un contexto político en el que el gobierno español de PSOE-UP ya se ha posicionado en favor del "Plan de Autonomía" para el Sáhara Occidental; es decir, claramente del lado de las posturas de la ocupación marroquí y traicionando al pueblo saharaui una vez más. Entre las múltiples contrapartidas, la FRMF ha contratado como seleccionador femenino a Jorge Vilda: el ex-seleccionador de España, cuyas actitudes y desprecios machistas generaron que varias de las mejores jugadoras se negaran a participar en el Mundial femenino 2023, y quien acabó siendo destituido por el caso Rubiales.

Marruecos, su dictador, han logrado - con la colaboración necesaria de FIFA y RFEF - el altavoz que querían para dar un mensaje de país moderno, abierto y validado internacionalmente. Tras la guerra desatada por Marruecos, con su ruptura del alto al fuego con el Frente Polisario, Rabat pretende proyectarse al mundo con una imagen de paz y estabilidad; ignorar esa guerra y a la población saharaui. Usar el Mundial para publicitar el expansionismo del "Gran Marruecos". Es obvio que la candidatura no hubiera sido posible sin el beneplácito del gobierno español PSOE-UP, Pedro Sánchez a la cabeza como garante. Mientras, UP y el batiburrillo SUMAR, como siempre, no pasará de una tímida protesta.

Por su parte, el Frente Polisario ha rechazado con rotundidad que se incluyan los Territorios Ocupados en cualquier evento: "Será un nefasto acto con graves consecuencia para la paz y la seguridad en la región, especialmente a la luz del actual estado de guerra". El presidente Brahim Ghali ha denunciado una vez más cómo Marruecos "quiere imponer los hechos consumados por la fuerza en los territorios saharauis ocupados... normalizar y legitimar la ilegalidad ocupación", también mediante el Mundial. Asimismo, Ghali ha pedido a los países organizadores "cumplir con sus obligaciones y abstenerse de emprender cualquier acción o cualquier forma de asistencia al estado ocupante marroquí, que pueda conducir a la consolidación de una situación ilegal en el territorio del Sahara Occidental". Nuestro deber como antiimperialistas es, en este caso, denunciar el Mundial.

Fernando García

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