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El 28 de marzo de 2023 salía la noticia de que el Comité Olímpico Internacional (al igual que Wimbledon unas semanas antes) había levantado el veto impuesto a las y los deportistas rusos y bielorrusos desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Sin embargo, esto no quiere decir que el COI haya levantado el veto a Rusia o a Bielorrusia. Las y los deportistas con pasaporte de estos dos países podrán jugar en los Juegos Olímpicos, pero solo si lo hacen de manera individual y neutral, es decir, sin representar a sus países. De hecho, estará prohibido exhibir banderas y sus himnos no sonarán. Además, cualquier deportista que se pronuncie a favor de la guerra (con toda la ambigüedad que supone esta afirmación) seguirá siendo vetado.

El COI, con estas medidas, está demostrando el servilismo hacia el bloque imperialista occidental con una hipocresía escandalosa. Hay que recordar que el 22 de marzo de 2023 China hizo público un plan de paz que solo Rusia aceptó discutir. EE. UU., la UE y Ucrania hicieron oídos sordos. ¿Por qué ignoran la injerencia militar de los EE. UU. en Ucrania? ¿Acaso la UE no está enviando armamento para alentar la guerra?

Lo cierto es que el mundo del deporte está repleto de ejemplos como este. Para empezar, la Selección Yugoslava de Fútbol fue vetada en las competiciones internacionales durante el proceso de su desintegración forzada. El 3 de marzo de 1992 Bosnia y Herzegovina declara su independencia, dando lugar a la guerra de Bosnia el 6 de abril de 1992. En mayo, la ONU impone sanciones económicas y culturales a Serbia y Montenegro (Resoluciones 757, 787 y 820) y exige la retirada del Ejército Popular Yugoslavo de territorio bosnio. Al mismo tiempo, el 31 de mayo, Sepp Blatter, secretario general de la FIFA, anuncia la expulsión de Yugoslavia de la Eurocopa, que se celebraría 19 días después y estando ya la Selección en Leksand, lista para su debut. De igual manera, fue excluida de la Copa del Mundo de Estados Unidos de 1994 y de la Eurocopa de 1996. Solo Yugoslavia fue vetada, a pesar de ser un hecho objetivo la participación de la OTAN en el conflicto con el objetivo de hacer desaparecer el último país socialista de Europa.

Tampoco Cuba se libró de los vetos deportivos. En 2005 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos amenazó con negar el visado a los jugadores de la Selección Cubana de Béisbol para disputar el I Clásico Mundial en San Juan (Puerto Rico) de 2006. Los EE. UU. alegaban que, como el 50% de los beneficios obtenidos se repartirían entre las selecciones, estarían contraviniendo su política de embargo a Cuba. Carlos Rodríguez Acosta, el presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación física y Recreación, alegó que ellos renunciarían a su porcentaje para donarlo a las y los damnificados por el Katrina, porque Cuba nunca había jugado por dinero. En Puerto Rico, asimismo, se instó a renunciar ser la sede del Clásico, porque consideraron una injerencia política contra la que era la campeona olímpica mundial en ese momento. Además, en Florida, un senador republicano fundó la Asociación de Jugadores Cubanos en el Exilio con la intención de usurpar su representación. Finalmente, ante las protestas populares y el riesgo de que el I Clásico Mundial fuese un fracaso, EE. UU. tuvo que ceder y Cuba superó, una vez más, el bloqueo imperialista.

Recientemente, la WTA intentó poner contra las cuerdas a China excluyéndola de los torneos del circuito femenino, acusándoles de haber silenciado a la tenista Shuai Peng tras denunciar presuntas agresiones sexuales por parte de Zhang Gaoli, ex viceprimer ministro de China. La WTA llegó a denunciar su desaparición en redes sociales y ni siquiera unas fotografías o una llamada realizada por el Comité Olímpico Internacional directamente a la tenista fueron capaces de calmar las aguas. Sin embargo, 16 meses después, la WTA levanta el veto a China para no perjudicar a las tenistas. El dinero manda en el capitalismo y cabalgamos velozmente hacia una realidad multipolar en la que los EE. UU. y sus satélites ya no tienen carta blanca.

Precisamente por eso, el bloque capitalista occidental está como loco por salvaguardar la hegemonía cultural. Por eso promueven la participación de la Selección de Fútbol de Israel en las Eurocopas y, más extraño todavía, la participación de clubes como el Maccabi Haifa en la Champions League. Además, se está extendiendo la costumbre de jugar las finales de torneos de fútbol de Europa en ciudades como Riad (final de la Supercopa de España en el estadio Internacional Rey Fahd) o Estambul (final de la Champions League en el Estadio Olímpico Atatürk).

El deporte profesional no solo es una máquina de acumular capital, sino que también sirve a determinados intereses ideológicos. Las instituciones deportivas no se arrugarán a la hora de establecer una ley del embudo para arrebatar la presencia internacional a determinados países que puedan disputar la hegemonía al bloque de dominación yanqui-sionista.

Gabi

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