OTRA EXPRESIÓN DE LA PUTREFACCIÓN DEL CAPITALISMO

En los últimos años muchos estados europeos están experimentando un rápido crecimiento electoral de la ultraderecha (siendo VOX el último episodio), crecimiento que para muchos analistas políticos ha sido sorprendente. Esa sorpresa nace de una imagen idealizada de una Europa pretendidamente democrática, tolerante, multicultural y que habría superado los nacionalismos más agresivos gracias a la integración en la UE y a la globalización. En realidad, este ascenso electoral es sólo la plasmación en votos de tendencias económicas, políticas, sociales y culturales que llevaban gestándose desde hace al menos tres décadas. En el PCPE llevamos ya muchos años alertando de esta deriva reaccionaria y autoritaria del sistema capitalismo a nivel global.

CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA ULTRADERECHA

La principal característica de la nueva ultraderecha es que pretende lanzar una imagen rompedora y provocadora, pero está plenamente integrada en el sistema capitalista. En la práctica, la línea de separación entre “derecha” y “ultraderecha” es en muchos casos difusa, especialmente comparando partidos y movimientos de diferentes países. El crecimiento electoral ultraderechista provoca que partidos conservadores adopten posiciones muy reaccionarias sobre la inmigración, el feminismo o los derechos LGTB o la UE, hace no tanto consideradas tabúes.

En la inmensa mayoría de los casos, la ultraderecha intenta huir de la estética fascista o paramilitar. Salvo Amanecer Dorado en Grecia y Jobbik en Hungría, los nuevos partidos ultraderechistas lanzan una imagen de “firmeza” pero a la vez de “orden”, por no alejar a potenciales votantes ni a empresarios financiadores. Generalmente rechazan ser calificados como “fachas”, racistas o neonazis. Por supuesto, no utilizan ninguna retórica “revolucionaria”, como hacía el fascismo de los años 30. Más bien intentan presentarse como regeneradores de la democracia, que van a reconducir al sistema y a Europa a sus raíces y reparar los “excesos” cometidos.

El programa de cada partido depende de las circunstancias concretas, pero hay una serie de puntos que se repiten con mayor o menor énfasis. En Política, populismo y retórica “antisistema” contra la elite burocrática, corrupta e incapaz de resolver los problemas del pueblo; en combinación con políticas represivas contra el movimiento obrero y anticomunismo muy agresivo (incluidas ilegalizaciones de Partidos Comunistas). En Economía, defensa radical del capitalismo aunque con tintes (más demagógicos que reales) de nacionalismo proteccionista y crítica al gran capital trasnacional. Socialmente, conservadurismo (en ocasiones camuflado como defensa de los valores liberales europeos frente a la inmigración musulmana) basado en la exaltación del nacionalismo (frente a la inmigración, la globalización y la UE) y, especialmente en Europa del Este, en la versión más reaccionaria de la religión con su rechazo a los derechos de mujeres o personas LGTBi. A nivel internacional, exaltación de los valores imperialistas y militaristas, aceptando la sumisión a EEUU y la OTAN.

CAUSAS DEL AVANCE DE LA ULTRADERECHA

La principal razón del auge de la ultraderecha es el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista actual, la llamada “Globalización”, que ha acelerado la progresiva pérdida de derechos laborales y el empobrecimiento en Europa de millones de trabajadores/as y clases medias. Amplias masas de pequeña y mediana burguesía, clases medias y clase obrera no aspiran ya a mejorar sus condiciones de vida, sino simplemente a mantener (o a recuperar) su estatus económico y social. Es decir, se vuelven hacia posiciones conservadoras y reaccionarias buscando culpables a ese empobrecimiento e inseguridad.

La debilidad del movimiento obrero y de las organizaciones e ideas revolucionarias, incluyendo el triunfo de la contrarrevolución en Europa del Este, ha facilitado ese proceso. La mayoría de la llamada “Izquierda” abandonó hace décadas las posiciones de clase, absorbida primero por ideas socialdemócratas de pacto social y obsesionada después por planteamientos identitarios postmodernos. Frente a ello, la ultraderecha se presenta como la defensora de los trabajadores/as nacionales frente a la globalización y la pérdida de derechos laborales por la inmigración.

De este modo, la ultraderecha, aunque utilice una retórica agresiva contra las élites, se convierte en una herramienta al servicio del sistema: desvía la culpabilidad de la crisis capitalista del propio sistema y la oligarquía hacia los trabajadores/as inmigrantes o hacia las políticas de protección social, y aplica políticas represivas contra el movimiento obrero y popular. Ante la crisis de legitimidad de los gestores políticos tradicionales (ya sean conservadores, liberales o socialdemócratas), el sistema encuentra un sustituto que canaliza el descontento popular y obrero. Esa es la razón del apoyo financiero de numerosos empresarios y el apoyo mediático más o menos explícito de grandes medios de comunicación.

El discurso xenófobo hacia los/as trabajadores/as inmigrantes es un claro ejemplo de la utilidad de la ultraderecha para el sistema. Por un lado, el propio sistema ha generado (mediante la precariedad laboral y los recortes en servicios públicos) la baja natalidad y el envejecimiento de la población que hacen demográficamente necesaria la llegada de población inmigrante. Pero, además, al Capitalismo europeo le beneficia la llegada de millones de trabajadores/as inmigrantes para sobreexplotarlos y presionar a la clase obrera nacional a rebajar sus derechos. La ultraderecha, con su discurso xenófobo, justifica la sobreexplotación y discriminación de la clase obrera inmigrante, al tiempo que orienta el malestar obrero no contra el Capital sino contra otros/as trabajadores/as por su nacionalidad o raza.

Para el Movimiento Obrero y el Movimiento Comunista es vital afrontar la lucha contra del auge de la ultraderecha. En primer lugar, porque son una agresiva herramienta del sistema contra la clase obrera; pero, además, porque con su retórica contra los políticos tradicionales, su nacionalismo populista y su xenofobia, son capaces de ir filtrándose y desviar a amplias capas obreras y populares de la lucha contra el sistema hacia las posiciones más reaccionarias. Es una lucha a todos los niveles y que debemos aplicar en todos los ámbitos: barrios, centros de estudio y de trabajo y las organizaciones obreras y populares.

Eloy Baro

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