Organizan su re-manida moraleja visual bajo la regla de exhibir el disparo y el destrozo. Saben que cuando una bomba cae, no sólo se despedaza la materia: se fractura el sentido. La guerra, hoy más que nunca, es una operación semiótico-financiera total que excede los campos de batalla. Es una mercancía para invadir al imaginario, a la memoria y a la percepción. Las bombas no sólo buscan destruir cuerpos sino producir narrativas: instaurar significados prefabricados por el poder burgués para justificar la barbarie, para mantener intacta su dominación. Y obtener ganancias. Por eso, nuestra Filosofía de la Semiosis no puede ni debe limitarse al análisis académico o a la contemplación teórica. Hoy más que nunca, debe ser una trinchera epistemológica en la defensa cognitiva y praxis emancipadora de nuestros pueblos. Ya lo había avisado Marx.

Ha desarrollado una semiótica del negocio militar: un arte de guerra simbólica y audiovisual muy rentable que prepara, acompaña y perpetúa los crímenes del imperialismo. Esa semiótica organiza el odio, estetiza la destrucción, edulcora la ocupación y convierte a las víctimas en culpables. Con un arsenal mediático sin precedentes —pantallas, redes, titulares y algoritmos— se produce un sentido teledirigido: selectivo, encubridor, alienante. En este contexto, la semiosis se vuelve un campo de lucha entre clases sociales. No hay neutralidad posible. Cada signo entra al conflicto como un proyectil: puede ser de emancipación o de sometimiento.

Esa semiótica burguesa de los bombardeos, construye un sentido de la subordinación que funciona como dispositivo integral de anestesia. El plan es el vaciamiento del sentido, los cuerpos mutilados son transformados en abstracciones, las ciudades arrasadas en “objetivos estratégicos”, y los niños asesinados en “daños colaterales”. Todo el aparato mediático se conjuga para limpiar la sangre con eufemismos y encubrimientos técnicos. Se trata de una semiótica del borramiento: borrar las huellas de la injusticia, borrar los nombres propios, borrar la historia real de los pueblos agredidos. Cada misil lanzado es acompañado por un torrente de justificaciones visuales y lingüísticas que pretenden blindar la conciencia pública frente al horror. Después del bombardeo pasaremos unos avisos comerciales.

El pasado día 6 de Junio se presentó en Tudela la Plataforma Bardenas Libres. Bardenas Reales es un territorio perteneciente a Navarra y Aragón, considerado Reserva de la Biosfera y Parque Natural. Siempre se ha utilizado como parte del comunal propio de esta tierra, dedicada al pastoreo y la agricultura, conformando con ello un importante legado de nuestra historia y una manera de gestión del espacio desde la base de las poblaciones. Este terreno es regido hoy día por la Junta de Bardenas. Desde 1951, como imposición de la dictadura militar Franquista y de los acuerdos con los EE.UU, tiene en el centro un campo de tiro y de entrenamiento militar, transformándose, lo que era una zona agrícola y de pastoreo, en una zona explotada y maltratada, sólo por y para la guerra que, como bien sabemos, actúa en pos de una minoría arrasando la vida de much@s.

En los últimos años hemos visto cómo ha aumentado la actividad militar en el polígono de tiro de Bardenas y el aeródromo de Ablitas, al mismo tiempo que se extendían las guerras imperialistas de la OTAN, y se aceleraba el gasto en armamento y la militarización de nuestra sociedad. Todo ello con la complicidad del espectro político institucional en su conjunto, ya sea mediante el apoyo explícito o a través del silencio cómplice. Resulta especialmente sangrante ver está complicidad por parte de partidos aparentemente progresistas, junto a su renuncia a llevar a cabo una oposición real hacia las políticas de rearme.

Sin embargo, en 2028 finaliza este contrato y volveremos a encontrarnos con la posibilidad de evitar una nueva firma. Esta fecha tiene que servirnos para recuperar las Bardenas para toda la población del entorno, tanto de Navarra como de Aragón, y poder decidir de forma transparente su utilización.

REIVINDICAMOS

Frente a la barbarie imperialista que empuja a la Humanidad a la guerra nuclear, mirar a otro lado no es una opción.  La equidistancia entre las víctimas y los verdugos, convierte en cómplice a quien la ejerce y lo pone del lado del peligroso núcleo de nazis supremacistas que dirigen los EE.UU, la OTAN y la entidad sionista.

Es la dialéctica de la vida o la muerte. La realidad de un mundo que se debate entre la hegemonía de una exigua minoría que lo quiere y lo necesita todo para sostener su poder, y la lucha de los pueblos por su derecho a ser; a existir.

Un mundo que claramente representan la entidad colonial sionista de “Israel” y Palestina.  El sionismo, vanguardia del imperialismo, expresa en su existencia genocida el proyecto imperialista.  Palestina con su ejemplo de heroísmo y Resistencia es el espejo de la dignidad de los pueblos; su guía y esperanza.  Hoy Gaza es la Humanidad.

Casi veintiún meses después de aquel 7 de octubre de 2023 que cambió la Historia,  la máquina de guerra sionista no ha podido derrotar al pueblo palestino y a su Resistencia. Ni el asesinato de más de cien mil seres humanos, ni el de sus dirigentes…tampoco el hambre y la sed: NADA derrotará a Palestina.  Su lucha es por la existencia, por resistir y expulsar al ocupante sionista, por una Palestina del Río al Mar.

Y justo por eso, como los nazis con la Operación Barbarroja atacando a la URSS, en ese mismo 22 de junio pero de 1941, los EE.UU y la OTAN –los nazis del siglo XXI- porque se saben derrotados, inician la batalla final y  atacan a la República Islámica de Irán para, por encima de cualquier lógica y, cómo no,  de la verdad, tratar de imponer su dominación. Esta vez la mentira y señuelo es la supuesta capacidad nuclear de Irán. ¿Y la de los EE.UU que es la única nación que ha lanzado bombas nucleares sobre ciudades?  ¿Esa no es un peligro para la Humanidad? ¿Esa no está en cuestión?

Todo está en juego, la alternativa está en nuestras manos

Ahora, en cualquier lugar y a todos los niveles en un mundo absolutamente interrelacionado; nada queda al margen de la realidad que lo determina todo y marca los acontecimientos que, superando siempre lo previsible,  se suceden a un ritmo frenético. Tengámoslo claro, así es como se expresa la lucha de clases  en los momentos de crisis y sería un error esperar algo distinto. 

Como nos enseñara Antonio Gramsci, gran parte de los hechos aparentemente incomprensibles y/o injustificables  que acontecen, no son más que la expresión de los monstruos que surgen en los claroscuros  que se producen mientras el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer.  No hay otra explicación racional, no solo  para interpretar correctamente las claves de la barbarie que asola a la Humanidad, sino para no caer en la desazón del pesimismo que conduce a la derrota.

Es en el inevitable carácter estructural de la crisis general del capitalismo, en la realidad de su base material abocada al colapso económico, donde está la razón de todo lo que sucede y horroriza las retinas y la conciencia de quienes aun siguen siendo capaces de “sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”[1]

Quien busque en otro sitio las causas del declive civilizatorio del imperialismo, se equivocará.  Sin duda, son muchas las razones y los motivos que coadyuvan al declive de un poder de más de cinco siglos, pero el fundamental y el que lo determina todo desde la base material, es la crisis de una formación social –la capitalista- que,  por más que se  nos presente como eterna e insustituible, está herida de muerte por su propio desarrollo y solo necesita que la clase obrera internacional, asumiendo su papel dirigente en una amplia alianza con los pueblos que luchan por su soberanía e independencia, la acabe derrotando.

En un contexto marcado por una ofensiva sin precedentes del capital contra la clase trabajadora, la posición de los sindicatos mayoritarios ante la guerra y el militarismo merece un análisis profundo. La propuesta del secretario general de UGT, Pepe Álvarez, de establecer un impuesto específico para financiar el gasto militar —planteado como una forma de “solidaridad” con los soldados y el esfuerzo bélico del Estado— no solo revela la subordinación del sindicalismo institucional al marco del capitalismo de guerra, sino que también evidencia el abandono total de cualquier horizonte transformador.

Desde una perspectiva clasista, esta postura no puede interpretarse como un error táctico, sino como la confirmación del papel que estos sindicatos desempeñan en la reproducción del orden vigente. Lejos de combatir las causas estructurales de la guerra —una guerra de la OTAN contra Rusia, alimentada por los intereses del imperialismo estadounidense y europeo—, o del genocidio que el ente sionista de Israel perpetra desde hace un año y nueve meses contra el pueblo palestino —ante la total impunidad garantizada por las potencias occidentales—los dirigentes sindicales se limitan a legitimar los gastos armamentísticos mientras las condiciones de vida de millones de trabajadoras y trabajadores se deterioran día a día.

La guerra está siendo utilizada como un mecanismo para intensificar la explotación y el control social. La transferencia masiva de recursos públicos a las industrias de armamento no es un accidente: es parte del proyecto político del capitalismo en crisis. En lugar de rechazar frontalmente esta deriva belicista y exigir una inversión urgente en servicios públicos, educación, sanidad y pensiones, los sindicatos mayoritarios apuestan por integrarse aún más en la lógica del Estado capitalista, actuando como gestores de su decadencia.

Comencemos señalando que las cifras de paro en España varían de forma abismal según la fuente utilizada, pues las dos métricas oficiales son el paro registrado, publicado mensualmente por el Servicio Público de Empleo Estatal el segundo día hábil de cada mes, y el desempleo estimado en la Encuesta de Población Activa (EPA) que considera a las personas que buscan activamente empleo y realiza trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) y se publica durante el mes siguiente a terminar cada trimestre. De hecho, en el peor momento de la crisis anterior llegó a alcanzar dicho desfase 1'3 millones de personas.

Como ya señalamos, la diferencia se basa en el cálculo. El paro registrado contempla únicamente a las personas inscritas en las oficinas públicas de empleo en demanda de trabajo el último día hábil del mes, excluyendo a las personas en búsqueda de empleo pero sin posibilidad de incorporación inmediata, que buscan un trabajo específico, los que rechazan las políticas activas de empleo y los no registrados en una oficina. Hay personas incluidas en el paro registrado que no computan en la EPA, como las que están dadas de alta en alguna oficina para algún beneficio para el que sea obligatoria la inscripción o prejubilados que cobran una prestación por desempleo.

En cambio, los parados que contempla la EPA son las personas de 16 años o más que han estado sin trabajo durante la semana de referencia, disponibles para trabajar y buscando activamente empleo, aunque no estén inscritas en una oficina pública de empleo.

El paro aumentó en este primer trimestre en 193.700 personas, situando el número total de parados en 2.799.200, lo que supone el peor trimestre desde 2013, repuntando la tasa de paro 8 décimas, hasta el 11'36 %. El empeoramiento del desempleo afectó a todas las comunidades autónomas, especialmente a Cataluña y Baleares y sólo diez comunidades autónomas registraron tasas de paro inferiores al 10%. Ceuta y Melilla mantienen tasas de paro superiores al 20%. El número de ocupados disminuyó en 92.500 personas respecto al trimestre anterior y se situó en 21.765.400. Por tanto, el número de activos creció en 101.200 personas, llegando a 24.564.600.

Esta pregunta se viene respondiendo sola durante los últimos meses: kits de supervivencia, la “amenaza” rusa abriendo telediarios, charlas de militares en institutos y universidades y, por si fuera poco, juras de banderas en espacios públicos.

Sirva como ejemplo paradigmático la jura de bandera que ha organizado el MOE (Mando de Operaciones Especiales) y el Ayuntamiento de Alacant este pasado domingo 24 de mayo en el puerto de la ciudad de Alacant con la participación de 3.000 personas, un lugar con especial transcendencia para la memoria histórica antifascista, ya que desde ahí zarpó el último barco con exiliadas y exiliados hacia Orán ante la llegada de las tropas fascistas a la última ciudad republicana.

Las juras de bandera forman parte de toda esa campaña que venimos advirtiendo: nos están preparando para la guerra y requieren de actos en los que la población muestre de manera pública su compromiso ferviente con la defensa de la “patria”. No es tan fácil generar ese caldo de cultivo porque es obvio que la clase obrera y los sectores populares no tenemos ningún tipo de necesidad de ir a la guerra contra otros pueblos.

Para poder alcanzar ese ansiado 2% del PIB dirigido a los gastos militares (gasto que ya supera con creces ese 2% desde hace años), enviar a nuestras hijas e hijos a la guerra y asumir la necesidad de los recortes en todos los servicios públicos, es necesaria una campaña mediática a gran escala y coordinada por parte de todos los estamentos del estado burgués, donde el fascismo juega un papel fundamental.

Crear esa subjetividad de guerra requiere normalizar la presencia militar en los espacio públicos, crear un enemigo común al que enfrentarse, situar toda una campaña que prepare a la población para situaciones extremas, darle cancha en los medios a posiciones que defienden el españolismo y los recuerdos de una pasado colonial glorioso,…todos estos pasos se están dando a diario. 

Lo primero que quisiera expresar es mi agradecimiento al FAI por encomendarme la responsabilidad de presentar el borrador para el debate “ACERCA DE LA  PAZ”.

Al margen del guión que se me propone y que trataré de abordar posteriormente, entiendo como una absoluta prioridad, dejar clara  la importancia del debate que vamos a hacer en el sentido de que,  más allá de la necesaria reafirmación de la posición política de principios en la que estamos situados, al considerarse también las  principales orientaciones tácticas y estratégicas del movimiento popular contra la guerra imperialista, los acuerdos que adoptemos debieran constituirse en una referencia para la acción política de este movimiento del que formamos parte mediante nuestro compromiso con las organizaciones de base de  la CECOB.

Para ello, un primer elemento que no se puede olvidar es que  en este espacio diverso que construimos de forma unitaria en contra de la OTAN, las bases y la guerra imperialista, es importante definir con claridad que en su participación, las organizaciones políticas que intervienen en él –revolucionarias unas, otras no- tienen la responsabilidad de, en todo momento, respetar su pluralidad y soberanía y, por todos los medios, evitar trasladar y/o imponer debates y posiciones políticas impropias de ese espacio diverso. 

El riesgo de vernos arrastrados a erróneas dinámicas que confunden la progresiva construcción de una posición hegemónica en un espacio de masas, con la instrumentalización del mismo, es un error de principios frente al que, vista la experiencia, hay que estar muy alerta e impedirlo desde el máximo rigor y firmeza.

En ese sentido, confío que el borrador que presento se entienda en ese sentido y que cumpla con lo expresado.

Ya nadie puede extrañarse de nada, pero quizás, nunca en la historia hemos retrocedido tanto en tan poco tiempo.

El capital henchido de orgullo por su poder ha dado una vuelta de tuerca y para obtener el máximo beneficio ha apostado por la privatización de la guerra.

No es que no existiera ya, puesto que los beneficios de la venta de armamento van a manos privadas o en el mejor de los casos a empresas donde fluye la colaboración público privada.

En este último paso, ya no se trata solo del armamento sino de ejércitos privados. La vuelta a la Edad Media, donde el señor feudal tenía a su ejército para defender si y solo si sus propios intereses.

Hay antecedentes en la guerra de Afganistán, pero el modelo ha sido copiado por el capitalismo ultraneoliberal, ya sin ningún sonrojo, sin sometimiento a ninguna ley de la guerra.

Tampoco se trata de mercenarios que venden su “mano de obra” a un país en contienda, sino de empresas que organizan sus propios ejércitos a cambio de defender los intereses de quienes los financian.

El caso más conocido fue el de Blackwater que cometió asesinatos indiscriminados en Irak, hasta el punto de haberla escondido o de que haya diluido sus activos en otras empresas. Como mínimo fue cambiando de nombre: Blackwater - Xe Services - Constellis...

No nos olvidamos del Grupo Wagner, por eso de compensar y evitar la crítica de quienes nos llaman comunistas prorrusos o prosoviéticos de toda la vida. Solo que el Grupo Wagner ha sido fagocitado por el Ejército Ruso y que actúen como una pata más del mismo. También ha diferencia en sus composiciones, puesto que el Grupo Wagner actúa en colaboración de las Fuerzas Armadas de Rusia, del Dombás, del Ejército Sirio (el legal no el de los terroristas), de la Fuerza Bolivariana o de Mali. En todo caso, sus enemigos son los terroristas libios, sirios, iraquíes y libios…

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