En la lista de “sospechosos habituales” tenemos a Ucrania y al ISIS (en este caso islamistas de origen tayiko). Se pueden presentar buenos argumentos a favor de ambas posibilidades. Repasemos la cronología de los acontecimientos.

El 7 de marzo, la Embajada de Estados Unidos en Moscú emitió la siguiente alerta:

«La Embajada está monitoreando los informes de que los extremistas tienen planes inminentes de atacar grandes reuniones en Moscú, incluyendo conciertos públicos , y se debe advertir a los ciudadanos estadounidenses que eviten ir grandes reuniones durante las próximas 48 horas«

Lo que hay que entender es que esta advertencia no fue emitida a discreción por la embajada. Esta declaración fue aprobada en Washington, DC y requirió un tipo información de inteligencia que se consideró  “creíble”.

Cuando trabajaba en el “State Counter Terrorism” en 1990 (después de un atentado a un avión comercial Panam) la mayoría de opinión pública creía que el Departamento de Estado y la CIA tenían información de antemano sobre esta acción terrorista.

Y cuando se advirtió a mis compañeros de trabajo y a mí que no subiéramos a bordo durante unos días, a nuestro equipo se nos planteó la cuestión de cuándo y cómo advertir al público sobre una amenaza potencial. La respuesta fue crear un sistema que exige inteligencia específica y creíble.

Cuanto más específica y creíble sea la información de inteligencia, menos necesidad habrá de advertir al público. Consideremos, por ejemplo, que si supiéramos que un grupo en particular va a llevar a cabo un ataque terrorista en una sala de conciertos podríamos alertar a las autoridades correspondientes y tomar precauciones para interceptar el ataque sin alarmar al público.

La complejidad de la situación agro-ganadera requiere de un análisis sereno y de clase, independiente del discurso hegemónico e interesado del sector oligárquico de la agroindustria, que pone a su servicio las leyes de la UE y sus estados miembros. Ante ello, el Comité Ejecutivo del PCPE publicó un comunicado el 11 de febrero, que resumimos aquí con algunas claves para situar el conflicto:

  1. Hemos llegado hasta aquí de la mano de la UE y todas sus políticas de división internacional del trabajo. Hay que entender la Política Agraria Común (PAC), en el contexto del proceso de desindustrialización y terciarización de la economía española.

Por ello, más allá de las subvenciones que reparte la PAC y que, al menos en España, se concentran en los grandes propietarios (Telefónica, El Pozo,...), su propósito siempre ha sido orientar la producción agrícola y ganadera hacia un proceso de creciente concentración y capitalización, arruinado a un alto porcentaje de campesinos. Hacia un modelo productivo intensivo y de exportación que nada tiene que ver con las necesidades alimentarias reales y las prácticas agrícolas sostenibles propias de la cultura del campesinado.

Exigir la salida de la UE es la única posición coherente con un planeamiento de sostenibilidad social, económica y medioambiental de la agricultura.

  1. Es preciso denunciar los acuerdos preferentes y los tratados de libre comercio de la UE que se han estado gestando en la FAO y la OMC. Estos priorizan las exportaciones de capital europeo y abren las puertas a las importaciones de productos primarios que, en muchos de los casos, son cultivados por grandes empresas europeas en África o América Latina. El caso de las hortalizas y los cítricos marroquís, producidos en fincas propiedad de empresarios españoles, es paradigmático de lo que situamos y muestra la hipocresía y el cinismo con el que actúan algunos de los actores del sector primario.

El canciller alemán Olaf Scholz se reunió este domingo, 17 de marzo, con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu en Jerusalén, así como con el presidente israelí Isaac Herzog, en su segunda visita a territorio palestino desde el pasado 7 de octubre.

Allí ha vuelto a afirmar que «Alemania es un aliado incondicional de Israel», aunque esta vez, y a diferencia del viaje que hizo en octubre pasado, ha empezado a hacer algún guiño mediático (o es que quizás le entró un temblor nervioso en los párpados) ante el salvajismo sionista. «No podemos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo los palestinos corren el riesgo de morir de hambre”, vino a decir, al tiempo que sigue aportando todo el apoyo diplomático, armamentístico y financiero al ente sionista y a su genocidio.

Muchas almas cándidas siguen pensando que Alemania tiene “complejo de culpa” con Israel a causa del Holocausto.

Poco saben, quienes así piensan, cómo se forjaron desde el principio los lazos entre el sionismo y el nazismo, como expresiones que son de una misma ideología. Mediante el Acuerdo de Haavara, o “Acuerdo de traslado”, del 25 de agosto de 1933, entre las autoridades nazis y la Organización Sionista Mundial, con intermediación de la Federación Sionista de Alemania, el Banco Leumi (fundado en 1902, como subsidiario del Jüdische Kolonialbank,  formado a su vez en Londres por miembros del movimiento sionista para “promover la industria, construcción, agricultura e infraestructura de la tierra que esperamos se convierta en Israel”) y la Agencia Judía para Israel, unos 60.000 judíos fueron trasladados a Palestina con una dotación de unos 100 millones de $.

En compensación por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boicot que habían organizado todas las organizaciones judías del mundo, lideradas por las poderosas asociaciones de EE. UU. y que estaba afectando muy directamente al naciente Reich. También fueron muy activos en los Judenrat, los comités que controlaban los guetos y decidían quién debía ser expatriado y quién tendría que permanecer en los campos de exterminio. Obviamente, sólo los sionistas eran candidatos a la “deportación” hacia Palestina.

Breve coloquio para Unidad y Lucha con Taleb Alisalem, aprovechando su visita a Orihuela para la presentación de su libro sobre el Sáhara Occidental. De las razones del libro a las perspectivas de futuro y la resistencia a la ocupación, pasando por el significado y sentido de la Revolución hoy, son algunos de los aspectos que con una pincelada rápida y precisa se colocan en el conversatorio. Además os animamos a la lectura del libro que aborda las principales cuestiones y retos de la causa saharaui actualmente.

Hace años, muchos años, en un reino muy lejano vivía una chica. Esa chica, por el mero hecho de serlo tuvo que jugar a las muñecas y a las cocinitas. Tuvo que cuidar a sus hermanas y hermanos. Tuvo la suerte de poder estudiar, con trabajo y esfuerzo. Trabajó sin contrato de sol a sol. Luego tuvo hijas e hijos y tuvo que compatibilizar su cuidado y el trabajo, porque tenía que pagar un alquiler. Limpiaba, cuidaba, cocinaba… y finalmente se jubiló. Pero como se había encargado del cuidado y de su casa, la jubilación no le permitió seguir pagando el alquiler de la choza donde vivía y el malvado rey la echó.

Pero como hemos dicho, eso pasó hace muchos muchos años en un reino muy muy lejano… ¿o no? ¿Es esta realidad un cuento anticuado de años pasados? ¿Hemos conseguido la igualdad real? ¿Somos las mujeres en las sociedades capitalistas algo más que sujetos subalternos? ¿Es nuestra la lucha feminista algo obsoleto? ¿Necesitamos, entonces, seguir luchando o ya hemos alcanzado la emancipación como género? Las preguntas, por desgracia, tienen claras respuestas. Esta historia no es pasado, es presente, y, aunque nos digan que pasó de moda, como no continuemos colocando las reivindicaciones del feminismo de clase en los debates de los frentes de masas, será futuro.

Pero si es real, si es presente la discriminación que vivimos, ¿por qué parece que el feminismo ya no se lleva? Echemos la vista un poco atrás. Un poco, no mucho. Volviendo a modo cuento. Recordemos cuando en el Gobierno del gran comediante, Mariano Rajoy estaba dirigiendo el Congreso. Las ratillas autoproclamadas socialistas salían por doquier, en los medios de desinformación, llenándose las bocas con la palabra feminismo, llamaban a la movilización contra ese Gobierno retrógrado que aseguraba la continuidad del sistema patriarcal opresor. Daba gusto salir un 8 de marzo a la calle. El feminismo se llevaba. Bueno, era un feminismo muy burgués, muy sistémico y de mucha institución, ocultando debidamente que la clase nos separaba, ¡pero la talla 38 era el burka de las mujeres!

A los comunistas se nos acusa de mezclarlo todo, o sea, que si hablamos de fútbol hablamos de política, que si hablamos de historia hablamos de política, que si hablamos de la guerra, hablamos de política. Como  si las distintas facetas de la vida pudieran separarse de lo que es la historia propia.

Así, que como de cualquier manera nos van a acusar, vamos a hacer una buena mezcla.

La burguesía, los capos del capital, siempre han puesto a sus perros de la guerra en marcha cuando la cosa se les complica.

En la Segunda Guerra Mundial azuzaron el fascismo y el nazismo y hasta el franquismo (por ponerle otro nombre al fascismo en Españistán). Los crímenes nazis salieron a la luz, quizás porque la URSS los derrotó porque hasta el momento de la derrota había negacionistas, negacionistas que llegan hasta hoy (ahí tenemos a los Milei, las Ayuso y los Abascales de turno). Ah! Y  terraplanistas,  seguidores de las estelas de aviones,  antivacuna, y quienes  creen que Rambo ganó la guerra de Afganistán con el apoyo de los mujaidines, por entonces, luchadores por la libertad.

¿Qué habría pasado si la URSS no hubiese derrotado a la Alemania nazi? Pues posiblemente las muertes del holocausto no existirían y los millones de asesinatos y torturas tampoco. Especialmente significación tuvieron los seguidores de Stepan Bandera (el héroe de Ucrania que ahora se adora en todas las calles y colegios), que llegaron a escandalizar a otros miembros de las SS, porque no se olvide que ellos integraban la división SS Galitzia.

En 1984 el Congreso de Unidad comunista dió lugar al PC. que posteriormente se denominó PCPE. En 2024 se celebra el 40 aniversario del Partido de la clase obrera y a través de su actual Secretario  General, Julio Díaz, recorremos parte de esa andadura y sobre todo los retos actuales en la lucha de clases.

#tomapartido

#tuLuchaDecide

Putin el tirano, Putin el sátrapa, Putin el invasor, Putin, Putin, Putin…

Hace unos días se comunicó la muerte de Alexéi Navalni y ahora, con ello, podemos volver a escuchar la retahíla de calificativos contra el autócrata preferido de occidente. Y cuando digo occidente me refiero al nombre con el que los poderes hegemónicos de EEUU y Europa se autodefinen, una denominación que no es casual, que no solo se utiliza porque es mucho más sutil, engañosa y esquiva con respecto a lo que verdaderamente significa, sino que además forma parte del relato etnocéntrico y supremacista tradicional basado en la idea del occidente blanco, cristiano y civilizado frente al oriente bárbaro, cruel y enemigo de la civilización. Una idea recurrente que se maneja desde la antigüedad, Aristóteles consideraba a los pueblos asiáticos pueblos gregarios que viven el despotismo sin desagrado, luego desde las cruzadas, pasando por Napoleón y hasta la guerra fría, se ha levantado el mito de occidente como la única y verdadera civilización, el espíritu de la historia que libera a los pueblos de su salvajismo. Así es como los EEUU y la UE se presentan e imponen su dominio, como se autoproclaman policías del mundo y justifican sus intervenciones militares y en general el saqueo de los recursos y la explotación de los pueblos.

Naturalmente sabemos que occidente es un mito que enmascara al capitalismo históricamente hegemónico, pero es un mito vigente y plenamente funcional que sirve para reforzar la guerra ideológica contra Rusia y China, para convencernos que Navalni, o Solzhenitsyn, o las Pussy Riot, o los nazis ucranianos, o Leopoldo López, o los muyahidines afganos y tantas otras marionetas de turno, son luchadores por la libertad. Ahora bien, ¿Cuál es esa libertad de la que se presume cuando se dice occidente, es la de los presos de Guantánamo, o es acaso es la de los la rodilla en el cuello de George Floyd y los cientos de miles de casos de discriminación racial en los EEUU, o la de los migrantes en la verja de Melilla, o la de las decenas y decenas de condenas por ejercer la derecho a la libertad de expresión que se realizan bajo el título de enaltecimiento del terrorismo o injurias a la corona en el estado español?

El problema de la vivienda es el problema de los salarios.  “El valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de vida necesarios para asegurar la subsistencia de su poseedor”1. O bien, en el mismo sentido: “el valor de la fuerza de trabajo se reduce al valor de una determinada suma de medios de vida2.

En los últimos 10 años, los alquileres han subido un 51,4 %, mientras que los salarios solo lo hicieron un 3,4 %.

Según los últimos datos del Banco de España, para comprar una vivienda, solo el primer año, hay que destinar más del 36 % de los ingresos brutos disponibles, el mayor porcentaje desde 2012. Si se alquila, el esfuerzo es aún mayor, un 43 %, la cifra más alta de la última década,  En Baleares, Cataluña, Madrid o País Vasco este porcentaje superó el 50 %3.

Según estos datos el salario actual que recibe gran parte de la población, sobre todo la juventud y el trabajo migrante, está por debajo de su valor, puesto que quienes buscan vivienda que no tienen, no perciben el salario necesario para satisfacer esta necesidad básica.

Engels ya argumento en “Contribución al problema de la vivienda” que uno de los efectos de la propiedad de los obreros sobre la vivienda era la exclusión salarial de la parte que debiera dedicar a la habitación. Esta parte se lo ahorraría el capitalista disminuyendo así la parte correspondiente al trabajo necesario y aumentando por tanto el excedente convertido en plusvalor4.

En España, según los datos del censo de población y vivienda del INE, en 1960, la vivienda en propiedad se situaba en un 51,9 %, llegando en un proceso imparable hasta principios de siglo, al 82,2 %. A partir de aquí, se produce un descenso del porcentaje de propietarios de vivienda en España: del 79,8 % en 2010 al 75,1 % de la población en 20205.

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