El pasado 13 de diciembre la película El club, del cineasta chileno Pablo Larraín (Post mortem, No), se alzó con el Gran Premio Coral en medio de la sala Karl Marx de La Habana rebosante de público. Para la presidenta del Jurado, la frágil y delicada actriz británica Geraldine Chaplin, que en la inauguración del Festival recibió el premio de interpretación femenina del año pasado por su impresionante trabajo en el filme Dólares de arena, se trata de un merecido galardón a un duro relato sobre el retiro de cuatro curas acusados de pedofilia.

Hay películas que de no existir deberían llevarse a cabo por decreto-ley. La que voy a comentar creo que es una de ellas. Que ¿por qué?, pues por la dignidad en la que reposa la historia y por su aleccionador contenido político. ¿Que exagero para que la vean? Pasen entonces, lean y juzguen ustedes mismos.

El otro día, durante una larga noche de insomnio, me dio por ver esta película de J. C. Chandor (Nueva Jersey, 1973) que hacía tiempo algunos amigos me habían recomendado. Un thriller que creía me ayudaría a reencontrar la somnolencia pero que a medida que trascurría su metraje despertaba más interés en mí, hasta el punto de hacerme abandonar la postura supina, erguirme en el funcional sofá, y poner mis cinco sentidos a su disposición.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Indonesia (150 millones de habitantes en aquel momento) proclamó su independencia en 1945. Concluían así tres siglos y medio de colonialismo holandés y con ellos centenas de años de saqueo de sus recursos naturales: oro, cobre, petróleo, etc.

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