Como no puede ser de otro modo, en cada ocasión, ya sea cultural, social, lúdica, etc., se manifiestan, en mayor o menor grado, las contradicciones de clase que impone el sistema capitalista. En el caso de la Feria de Sevilla, esto se puede apreciar desde diversos enfoques.

Por un lado, allá acuden toda suerte de personajes, más o menos esperpénticos, aristócratas y terratenientes, que buscan como continuar con su modo de vida parasitario. Valga el ejemplo de una de las nietas del “Campechano”, monarca emérito, fugado por sus ilegales trapicheos, Victoria Federica, pija de egregia estirpe cuya presencia en la meritada feria fue jaleada por los medios de comunicación burgueses. Junto a ésta, acude la cohorte del pijerío local, autonómico y nacional, que no pierde ocasión de hacer alarde de sus privilegios, como se ve en la afluencia de caballistas, calesas y toda suerte de carruajes.

De igual forma, allá acuden empresarios con sus posibles clientes, guiris o no, a los que tratan de sacar algún negocio bajo los efectos de litros de “rebujito”.

También acuden las clases populares, por supuesto, clase obrera y demás, quienes solo se pueden permitir pasear y lo que les permita su no demasiado boyante cartera, eso sí, entrando sólo en aquellas casetas públicas que tienen acceso abierto a todo el mundo, que son las menos, pues la gran mayoría de las casetas son privadas con acceso absolutamente restringido a quien no sea socio o socia.

Pues bien, todo este aparato de vistosidad, aparente alegría y colorido tiene como contrapartida uno de los escenarios de sobreexplotación más feroz que afecta al personal que trabaja hasta la extenuación para que señoritos, pijos y pijas y demás morralla social puedan disfrutar de la feria.

Nunca en la historia las empresas españolas habían ganado tanto dinero como el pasado año: 64.021 millones de euros. “Aumentan con fuerza los ingresos en todos los negocios”, destacó Ana Botín, presidenta del Santander; “Ha sido un año extraordinario”, subrayó Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol; “Seguimos mejorando nuestra posición competitiva en los principales mercados”, enfatizó el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete....

Por su parte, Pepe Álvarez (UGT) destaca que los salarios se negociarán en el marco del AENC, que las cláusulas de revisión salarial van a ser fundamentales y que el Pacto de Rentas incluye además otras materias, que hay que definir. El secretario general de CCOO, Unai Sordo, ha insistido en que un pacto de rentas requiere de un acuerdo salarial, pero que un acuerdo salarial por sí solo no determina un pacto de rentas.

Mientras, las personas con trabajo o con pensión han perdido poder adquisitivo y también se han complicado las condiciones laborales, se ha impuesto el silencio en las empresas como esperanza para mantener el puesto. Sobrevivir en esta jungla ya es todo un reto.

El Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, el 26 de abril presentó una ponencia sobre la necesidad del Pacto de rentas y dice: “La agresión a Ucrania ha exacerbado las tensiones geopolíticas que ya habían contribuido decisivamente con anterioridad al fuerte encarecimiento de las materias primas energéticas —la mayor parte de las cuales importamos del exterior  —“

¿Cómo llegamos?

Este Primero de Mayo de 2022 se nos presentaba complicado, desde un primer momento, al PCPE. La jornada de lucha más importante del año para la clase obrera (y para nuestro Partido), por un lado, dejaba atrás una pandemia que en su comienzo nos metía en nuestras casas (recordemos el 1.º M del año 2020) y, por tanto, era de esperar una mayor afluencia en la calle. Por otro lado, llegamos a este día en un momento de reflujo generalizado de la lucha y movilización de la clase obrera y sus organizaciones, con el miedo al coronavirus, miedo que sigue en un porcentaje cada vez menor de nuestro entorno y, sobre todo, venimos de un choque frontal reciente con los sindicatos “mayoritarios” CC. OO. y UGT, por su papel vergonzoso en el acuerdo por la reforma laboral de Yolanda Díaz. Estos elementos, a priori, condicionaban la recuperación de la participación masiva en las manifestaciones por el día internacional de la clase obrera anteriores a la pandemia.

Nuestra militancia tuvo claro el trabajo que había que hacer. La unidad de acción sindical es prioritaria. En aquellos lugares donde solo había una manifestación la consigna era clara: reforzar esa única convocatoria. Donde hubiera varias, intentar no dividir más a nuestra clase y acudir a aquella donde estaban las y los manifestantes más conscientes, reforzando siempre el bloque combativo del PCPE.

El pasado mes de marzo los sindicatos de la Mesa Sectorial de Educación pública de Catalunya convocaron una huelga de educación de 5 días (15, 16, 17 y 29, 30). Los sindicatos que forman parte de la Mesa Sectorial son los que obtienen más de un 10 % de los votos en las elecciones sindicales para ejercer el derecho del personal docente a la negociación colectiva, en este caso USTEC, I-CSC, CC. OO. y ASPEPC, además de UGT (sin tener los votos), ya que junto con CC. OO. tienen la condición de “más representativos”, lo cual les da acceso a cualquier tipo de representación sindical independientemente de los votos obtenidos.

A la convocatoria unitaria de huelga se sumaban además los sindicatos USOC y CGT.

Des de el primer momento, tanto los representantes del Govern como los medios de comunicación catalanes se lanzaron a deslegitimar los motivos de la huelga, reduciéndola al anuncio del cambio de calendario escolar que adelanta su inicio una semana en septiembre de 2022.

Pero como se gritaba en los piquetes y manifestaciones en las calles durante los días de huelga, son muchas las razones que han llevado a decenas de miles de docentes a organizarse para secundar la huelga.

En Catalunya hay alrededor de unos 100.000 docentes y unos 30.000 lo son en régimen de interinaje, la gran mayoría en fraude de ley.

Si Putin tiene la culpa de todo, mejor mandemos a Putin a la Moncloa, al menos tendremos a quien pedir explicaciones.

Después de ajustar a la clase obrera con el cinturón del despropósito, el gobierno capitalista y borbónico de España, nos azuza el miedo de que vienen los rusos una vez más.

Así llevamos un siglo, aguantando a títeres un día sí y otro también, desde la derecha más rancia en los años 30, el franquismo más visceral hasta los 70, el eurocomunismo de los 80 y los pijo progres de PSOE y UP del 2000 en adelante. Primo de Rivera, José María Gil Robles, Franquito, Suarez, Felipito, el Campechano, Aznar, Zapatero, Rajoy y  el Perro Sánchez. Todos ellos apoyados en los revisionistas y trotskistas del PCE, IU, UP. Que vienen los rusos decían, dicen y dirán.

Cuando desapareció la URSS, se inventaron el peligro de los árabes-musulmanes-no lameculos, porque nadie atacó a Qatar, Kuwait, Omán, Arabia Saudita ni otros esbirros.

La culpa siempre es de otro. La crisis última, a la que llamaron del ladrillo, pero que vino precedida de la caída de un banco norteamericano; vino seguida del COVID, y cuando ya veíamos la luz del túnel ahora la culpa es de que Putin que no nos quiere regalar su gas.

Mientras tanto, el IPC que fabrican da risa. Si hace 40 años con el salario -magro salario- podías a duras penas comprar un piso, un cochecito y pagar y pagar, ahora hacemos lo mismo con 2 salarios. Los salarios suben lo que dice el IPC, pero a veces tampoco, porque estamos en crisis y las pobres empresas van a quebrar.

En cada centro de trabajo es necesaria la presencia de un sindicato, en cada sector es imprescindible el trabajo organizado para defender los derechos de la clase obrera.  Mientras las patronales se organizan y se movilizan para conseguir mayores tasas de beneficios, los que todo lo producimos estamos cada día más desorganizados, cada día más preocupados por lo individual y menos por lo colectivo.

Solo hace falta repasar que las últimas huelgas generales fueron en el 2010 y 2012, como consecuencia de la crisis sistémica que el capitalismo soluciona recortando derechos sociales y laborales.  Llevamos 12 años de incremento de la precariedad, de rebaja de las indemnizaciones, de permitir que los convenios de empresa frenen la capacidad de negociación sectorial. En definitiva, de disminución de los derechos de la clase obrera.

Mientras los sindicatos mayoritarios están firmando convenios por debajo de la subida del IPC, permitiendo con su firma el empobreciendo de las personas en activo o jubiladas, la patronal se manifiesta exigiendo dinero al gobierno, y lo consiguen. Ahora, con un IPC absolutamente desbocado, nos plantean un pacto de rentas, es decir, perder dinero los de siempre, porque mientras unos nos hacemos más pobres, otros se hacen más ricos.

 

Hace unos días CC. OO y UGT han presentado en público el nuevo convenio sectorial de la construcción firmado desde las alturas con la CNC, patronal del sector.

Llama especialmente la atención que en la declaración pública estas dos organizaciones sindicales, celebren a bombo y platillo la paz social, confraternidad con el explotador. 

Declaran: Esta larga tradición negociadora de los Agentes Sociales del Sector ha proporcionado una paz social que ha superado, en los últimos años, crisis tan notables como la económica de 2008 y la derivada de la COVID-19 en 2020.

Lo que se manifiesta en esta declaración, es el hecho irrefutable de que las dirigencias de estos sindicatos desde hace ya largo tiempo dieron las espaldas y abandonaron el sindicalismo de clase para asentarse en un modelo sindical que ejerce de agente intermediario y comercial, desde donde una aristocracia bien remunerada, firma y pacta con el patrón sin haber debatido en las bases a que acuerdo llegar. Estas dirigencias se enorgullecen de haber contribuido con sus políticas a mantener una paz social que como resultado ha tenido el enriquecimiento de la patronal explotadora.

Unidad y Lucha: Tras 12 años desde la 1ª Conferencia de MOS del PCPE. ¿En qué contexto se presenta la lucha de clases ante esta 2ª Conferencia de MOS?

Juan José: La situación en esta última década, si tenemos en cuenta que la lucha de clases está determinada por la correlación de fuerzas entre burguesía  y clase trabajadora, y esta principalmente está determinada por la independencia ideológica de la clase obrera, la podríamos considerar como de estancamiento y/o retroceso. Ésta correlación por razones históricas, en el estado español, desde la década de los 90 del siglo XX ha sido favorable a la clase en el poder la burguesía. Este estancamiento o retroceso han estado propiciados por el abandono de posiciones de clase por parte de un sector amplio del sindicalismo, que bajo el concepto y práctica del pacto social han ido desarmando de ideología propia a la mayoría del conjunto de la clase obrera.

No es novedoso que el corrompimiento de las centrales sindicales mayoritarias ha supuesto la renuncia a una tradición de presión con lucha obrera organizada en la calle y paulatinamente se ha sustituido por un sindicalismo de servicios por el que se paga a cambio de los mismos.

El Pacto Social auspiciado por las principales centrales sindicales desde hace ya tantos años no ha sido otra cosa que la renuncia total a la defensa organizada de los derechos de la clase obrera frente a la patronal. La pobredumbre ideológica que se fue implantando en su estructura allanó bien el camino para llegar a día de hoy las cuales son unas patas más del sistema (bien necesarias para la patronal). En la práctica se fue creando un modelo que más bien servía para apagar la fuerza de lucha de los trabajadores y trabajadoras en la defensa de sus derechos frente a la patronal.

Flaco favor a la defensa unida en la lucha de los trabajadores y trabajadoras pues los elementos más conscientes abandonan estás centrales y crean cientos de ellas (algunas bien combativas) pero muy disgregadas, lo que se traduce en otro éxito para la burguesía ya que un movimiento obrero atomizado no hace la suficiente fuerza para hacer frente a la reacción de la patronal y las medidas antiobreras que paulatinamente el sistema va implementando.

Frente a la pérdida del sindicalismo de clase, hoy más que nunca se hace necesaria su recuperación sin ambages.

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