En estos días somos testigos de una nueva pero continuada concentración de capital en esta ocasión Unicaja y Liberbank fusionan sus entidades para pasar ser la sexta entidad bancaria del estado.

Estas fusiones bancarias unen en aspectos reales de capital y su potencialidad, al mismo tiempo, a través del crédito a diferentes empresas industriales, oligarquía¨ fusión financiera e industrial.

Consecuencia de esta nueva concentración del capital se pretende eliminar cerca de 1000 empleos directos a través de jubilaciones anticipadas y despidos concertados, este acuerdo aceptado por el gobierno de la burguesía de turno hoy del PSOE y por el sindicato mayoritario al servicio de la patronal en esta ocasión CC.OO , vuelve a establecer un modelo de prejubilación y despido que beneficia en su totalidad a la entidad bancaria empresarial , en esta nueva ocasión el sindicato o sindicatos vuelven a trabajar en la dirección de la culminación de unos acuerdos que se hacen pasar por justos y beneficiosos para el conjunto de los trabajadores y capas populares, sabemos que esto es falso. En este acuerdo que CC. OO presenta como el mejor posible se repite el modelo que ocasiona el saqueo de las arcas del estado. Se pretende hacernos creer que las prejubilaciones que en este acuerdo se establecen desde los 58 años se deben soportar por parte de la seguridad social y, así se ha acordado por parte de los actores en están presentes en esta negociación.

El martes 13 de diciembre de 1988, a las 23:59, millones de ciudadanos se encuentran frente al televisor viendo la única oferta televisiva existente, TVE. Precisamente, cuando se está ofreciendo la pieza informativa sobre que en TVE habrá la habitual programación – aunque sin anuncios -, se corta la emisión y aparece la carta de ajuste de RTVE con un cuadradito en negro en donde puede leerse <Navacerrada 2>. Son las 00:00 y el 14D es ya más que un éxito.

Sergio Gálvez Biesca. La gran huelga general. Siglo XXI Editores

 

Se cumplen en estos días treinta años de la mayor huelga general de la historia de España. El 14 de diciembre de 1988 cerca de un 90% de trabajadores y trabajadoras del Estado secundaron el paro. Unos 8 millones de personas respondieron a la llamada de CCOO y de UGT principalmente. Una convocatoria a la que se unieron muchos más sindicatos y organizaciones (se unieron sindicatos policiales y hasta el de futbolistas). Todo un éxito.

No puede ser de otra forma, el anuncio de este año del famoso re-fresco es: “Comparte el espíritu de la Navidad, Coca Cola nos transmite un mensaje de fraternidad y solidaridad”.  Y esto lo dice después de cinco años de beneficios millonarios y sufrimiento de sus empleadas y empleados.   En enero de 2014 presentó un ERE de extinción de 1750 puestos de trabajo, donde incluía el cierre de las plantas de Alicante, Palma, Colloto en Asturias y la de Fuenlabrada en Madrid.    Después de unas semanas de huelga, que contaron con la solidaridad de muchas personas y organizaciones, entre ellas el PCPE y su Juventud que no dejaron un día de estar junto a los piquetes, pero que no fue secundada en el resto de plantas de A Coruña, Bilbao, Barcelona, Málaga, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife y Valencia, ya que esperaban ver incrementado el volumen de trabajo, las plantillas de Alicante, Palma y Asturias firmaron su salida individual, que en muchos casos acabo en despido, dejando a la Planta de Fuenlabrada sola en su lucha contra el imperio.

Solo por eso, desde el PCPE no podríamos dejar de mostrar gratitud ante una plantilla que no se dejó arrinconar y ha mantenido la presión y la dignidad durante casi cinco años.   En este tiempo, las trabajadoras y trabajadores de la planta de Coca Cola en Fuenlabrada no han estado quietos, han luchado por defender su trabajo, con documentales, libros, pero sobre todo en la puerta de la embotelladora y también en los juzgados, ganando sentencia tras sentencia al monstruo, pero sin que estas se llegasen a aplicar en su totalidad.  Los más de 170 empleados recuperaron su puesto pero no su trabajo y los han tenido sin contenido para minar su moral. Coca Cola en Lucha fue un ejemplo y las muestras de respeto y cariño se hicieron llegar al Comité y a la plantilla que seguía defendiendo sus derechos y el futuro. Los que no lucharon perdieron.

Los elementos esenciales que definen a cada clase social son el papel que ocupa en el proceso de producción, en las relaciones de producción, y en la distribución de la riqueza producida. Cada clase está constituida por el conjunto de personas que juegan un rol similar en una sociedad concreta, independientemente del nivel de conciencia que cada uno pueda tener o no de pertenecer a tal o cual clase social. 

Son miembros de la clase trabajadora todos los hombres y mujeres que, desprovistos de la propiedad de medios de producción de cierta importancia, están obligados a vender por un salario su fuerza de trabajo tanto manual como intelectual a los dueños de esos medios de producción, quienes son a su vez los integrantes de la clase de los capitalistas, o burguesía.

El movimiento obrero, creado espontáneamente con precaria organización y sin conexión con otras luchas, con el objetivo de arrancar a los capitalistas mejores condiciones de trabajo, no sólo es legítimo, sino que es necesario. Si la clase trabajadora abandonara la lucha reivindicativa por mejorar sus salarios u horarios, o para conseguir beneficios sociales, o para lograr condiciones de trabajo más saludables y seguras, no sólo quedaría desarmada ante los capitalistas, sino que se privaría además de la posibilidad de emprender movimientos de más envergadura contra el capital.

Con la noticia de que un obrero/a ,en cualquier lugar del estado, ha muerto en el tajo, nos levantamos todos los días. Noticia que  entre otras motivaciones me ha llevado a reflexionar en el tratamiento informativo que se les da a estas pérdidas humanas. Estas noticias dicho de paso,  solo llegan a un reducido número de vecinos, ya que su tratamiento por parte de los medios de información es adecuado a la correlación de poder  en la sociedad capitalista, con unos medios de información  bajo el  dominio de la burguesía y sus gobiernos títeres.

El tratamiento de la información es inherente a quien tiene el poder político del estado hoy, y aquí la burguesía está presente en los medios televisivos, radio y prensa escrita, y, obviamente, con un tratamiento informativo diseñado con la clara intención de la alienación ideológica.  El capitalismo amplía así su dominación de clase. 541.098 fueron los accidentados hasta el mes de Julio de 2018, de los que graves se contabilizaron un numero 245.922, y fallecieron 250 trabajadores/as; esta estadística, como todas ellas, las haga quien las haga son números.

La compañía Alcoa, líder en producción de aluminio y que cerró el 2017 con beneficios superiores a los 200 millones de dólares, comunicó el despido a 369 trabajadores de la factoría de La Coruña y a 317 de la de Avilés. Por eso de la memoria histórica esperamos que sirva el recordar que como buen ave rapaz Alcoa aterrizó por estas tierras en el concurso de privatización de Inespal para llevarse sus plantas precio de saldo. En un primer momento la multinacional pagó 410 millones de dólares por esta empresa pública. Posteriormente a la factura de compra-venta se le descontaron 300 millones de dólares de nada. Ya el informe del Tribunal de Cuentas en 2006 apuntó que el resultado contable de la privatización de Inespal supuso unas pérdidas de 456 millones de euros para las arcas públicas. Tras la privatización Alcoa fue bonificada con una tarifa especial al precio de la energía que duró hasta 2008. Posteriormente fue subvencionada por la mano invisible del Estado a través de un mecanismo de compensación cuyo alcance se calcula en unos 1.000 millones de euros. Estas desgracias pasan.

Vivimos tiempos de incertidumbres. El escenario económico es desolador. Durante los nueve primeros meses de 2018 Telefónica sólo ganó 2.721 millones de euros. Pero peores desastres están aún por venir. Los datos así lo muestran con toda su crudeza. Amancio Ortega, esa superhormiguita capitalista, a la chita callando, en concepto de dividendos por Inditex se embolsará este año la fatídica cantidad de 1.386 millones de euros. Pero ahí no quedará todo. Como buen magnate está obligado a repartir entre sus humildes y laboriosos accionistas más de 2.300 millones por las cuentas de 2017. Una desgracia total. Un desastre.

Nunca es mal momento para recordar algunas enseñanzas que la historia nos regala, pero que nuestra mala memoria lamentablemente nos hace olvidar. Hace unos días escuché por la radio una frase de la escritora anarquista norteamericana Voltairine de Cleyre, que dice que “los trabajadores tienen que aprender que su poder no está en la fuerza de su voto, sino en su capacidad de parar la producción”. Es decir, que si queremos avanzar en el poder obrero debemos centrarnos más en conocer los mecanismos que mueven el motor de la historia, y dejar de creernos las mentiras que nos van a contar los que viven de la idea de que esto es una democracia porque se vota cada cuatro años.

Que les pregunten a las valientes trabajadoras de residencias de Bizkaia si la fuerza está en su capacidad de parar la producción. Sin sus huelgas y paros no habrían logrado la victoria conseguida recientemente. Y, cómo éste, tenemos muchos ejemplos.

Parar la producción no es poca cosa. Hay que saber cuándo y cómo. Medir las fuerzas y colocar esta opción cuando corresponda. Y, a ser posible, contando con el mayor respaldo del resto de clase trabajadora que puede “sufrir” esos paros. En este sentido la comunicación de la lucha es fundamental.

Luego tenemos la importancia de la unidad y de la organización, en cualquier colectivo que se decide a luchar. Son pilares básicos para sacar adelante los objetivos que nos planteamos cuando empezamos a pelear por lo nuestro. Por eso, el patrón busca romper la organización y la unidad a través del miedo, o llegando a acuerdos con otros miembros de la plantilla. Divide y vencerás.

En mayo de 2016, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, afirmó sin titubeos, que el trabajo “fijo y seguro” era “un concepto del siglo XIX”; en el futuro habrá que “ganárselo todos los días”. Esto lo dijo después de asegurarse una subida de su propio sueldo como consejero de Gas Natural Fenosa −empleo arduo donde los haya −, de un 64% o, lo que es lo mismo, 208.000 euros brutos al año.

Mientras, como se explica en el FMI y otras instituciones, piden mano dura y más reformas a los gobiernos de turno en España. Debe ser que les parece poco el nivel de explotación al que se está llegando en nuestro país, donde los convenios sectoriales empiezan a ser una mera referencia simbólica, cuando no un recuerdo de tiempos pasados, de antes de las dos reformas laborales PP-P$OE.

Y es que, si se lee una página de ofertas de empleo, no es raro encontrar ofertas -verídicas- como éstas: “Ofrecemos acogida, alojamiento y manutención, ropa, a madre soltera (un solo hijo o sin) que lo necesite. Necesita tener conocimiento de computadoras y manejar Internet. Así como cocinar y hacer quehaceres del hogar. ¡No es nada de sexo! Ni raro. ¡Anuncio serio!” o “Busco persona necesitada, que me ayude como vigilante y mantenimiento de una pequeña empresa dedicada al ramo del automóvil. A cambio de alojamiento y manutención, si tiene conocimiento de mecánica ¡mejor! Más adelante ya hablaré de ayuda económica, incluso sueldo. Más detalles por teléfono”

Los españoles vivieron en días recientes un episodio más de subordinación de su país al Imperio y la truculencia de un Gobierno carente de principios.

Despertamos un día 4 de septiembre con la noticia de que la Ministra de Defensa había resuelto entregar a Arabia Saudí las 400 bombas de guiado laser, de alta precisión, retractándose así de su anterior decisión de suspender la operación de entrega, movida por escrúpulos de conciencia humanistoide, propios de la socialdemocracia filistea y santurrona.

Este incidente palaciego desveló el engaño de una venta, cuyo contrato se había firmado en secreto por el Gobierno de Rajoy en mayo o junio de 2015 y acababa de pagarse en enero de 2018. Las bombas pertenecían a la reserva de guerra del Ejército del Aire, que luego tendría que reponer volviéndolas a comprar por un precio superior al de la venta, de 92 millones de euros.

Aquello significaba, internacionalmente y en términos políticos, no una mera venta de armamento, sino la manera ladina como secretamente España contribuía a la intervención de la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, contra Yemen. Una intervención bélica criminal que Estados Unidos y Reino Unido apoyan abiertamente.  El pueblo español se hallaba ignorante de la sucia operación que cocinaban entre bambalinas, de espaldas a la legalidad de la que tanto se ufana la democracia occidental, dos Estados mercaderes de la guerra.

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