Sabemos del interés del capital por mercantilizar cuanto pueda dar beneficios, como una  forma de contrarrestar la inexorable tendencia a la caída de la tasa de beneficio, origen de su crisis estructural. En esta línea, se pretende hacer negocio con las cotizaciones de tantos millones de trabajadores, la apropiación de las cuales paliaría por un tiempo la crisis. Por eso las pensiones públicas están en el punto de mira del capital.

El ataque tiene diferentes formas, pero el objetivo siempre es el mismo: hacer negocio con las pensiones. Además, el gasto militar impuesto por la OTAN del 5% del PIB, obliga a reducir otras partidas, sobre todo sanidad y pensiones.

Recientemente en Dinamarca se aumentó la edad de jubilación a los 70 años. Aquí una publicación del BBVA y el IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas) abogaba por fijarla en 71 años. En Argentina se reprimían las manifestaciones semanales contra los recortes en las pensiones por el gobierno de Milei.

En Europa, países como Gran Bretaña, Francia o Alemania han anunciado importantes recortes del gasto social. Los promotores de la belicista «coalición de los dispuestos»  a la ayuda a su títere en Ucrania, desvían lo que queda de derechos sociales hacia el rearme y el lucro privado.

El ya ex primer ministro francés Francois Bayrou, clamaba contra los jubilados por su «egoísmo», que disparaba el déficit y sacrificaba a la juventud, por lo que una de las medidas de su contestado programa era la congelación de las pensiones.

En Alemania, el canciller Merz anunciaba que el país «ya no se puede permitir el estado del bienestar» y pedía «un gran esfuerzo en relación con las pensiones, la atención médica y los cuidados a largo plazo», mientras aumentan las desgravaciones a empresas y se dispara el gasto militar en un país en recesión.

La cuestión de la brecha salarial es una de las principales problemáticas que enfrenta la mujer trabajadora, y por ende, toda la clase obrera; no es posible la emancipación del proletariado si queda fuera cualquiera de los sectores que forman parte de él, y no es posible la liberación del individuo si no viene de la de todos y todas.

La eliminación de la brecha salarial es reivindicación fundamental del feminismo de clase, ese que siempre ha existido y que ahora algunos niegan, aunque haya combatido las nociones del feminismo burgués, como la del “techo de cristal”, que pretendían neutralizar las voces de las obreras.

Además de los intentos por parte de las burguesas de no sacar a relucir la verdad del capitalismo, ha habido hasta ahora discursos reaccionarios, a izquierda y derecha del espectro político, que han negado la existencia de una brecha salarial: “Es falso que hombres y mujeres cobren distinto por ejercer el mismo trabajo”, como si no existiera una división sexual del trabajo y como si, además, los cuidados y tareas que históricamente ha asumido la mujer no fueran trabajo.

Como ya apuntó Kollontai a principios del siglo XX, el capitalismo introdujo a la mujer en el mercado laboral sin descargarla del trabajo doméstico, y esta circunstancia es la que desde entonces ha sido una de las principales causas de la brecha salarial.

Uno de los sectores más precarios y peor remunerados es el de la limpieza. No hacen falta datos, solo mirar a nuestro alrededor, pero alrededor del 78% de las personas que trabajan en este sector son mujeres. La misma fuente, CCOO, nos desvela que, pese a ello, la mitad de las limpiadoras tienen un contrato a tiempo parcial, mientras que el 80% de los limpiadores están a tiempo completo. Los motivos los dan ellas mismas: necesitan cuidar a niños o a personas dependientes, ningún hombre de los que trabajan a media jornada expresa esta motivación.

El derecho a la huelga es un derecho fundamental, por encima de leyes y regulaciones restrictivas que, el estado burgués siempre alimentarán. Hay que ser conscientes de que, una huelga general política busca cambiar leyes o políticas del sistema, por lo que su legitimidad deriva de la voluntad de las masas trabajadoras organizadas, no de su encaje en un marco legal que siempre está diseñado para limitarla o impedirla.

El argumento tantas veces esgrimido de prohibición de la huelga política nos sitúa en una manifiesta derrota, ya que se limitaría la huelga a asuntos de carácter economicista momentáneos, no cuestionando el carácter del estado burgués.

En el estado español hay sobradas razones para la convocatoria de una huelga general. Más de 13 millones de personas viven en el umbral de la pobreza, de las que seis ya están considerados desahuciados sociales. Millones de trabajadoras/es son pobres con trabajo; el salario no da para poder vivir dignamente, más de setecientos mil pensionistas reciben pensiones por debajo de los 600 €. Millones de jóvenes de menos de 30 años no tienen posibilidad laboral alguna. Deterioro y privatización de los servicios públicos, cientos de miles de enfermos/as pertenecientes a las capas populares en listas de espera hospitalarias, recortes en educación, menos plantillas y peores ratios , y un largo etc., que es perceptible con solo observar nuestro entorno.

La patronal sobreexplota a millones de obreras/os, con jornadas de trabajo extenuantes por salarios ridículos, al tiempo que se privatizan las pensiones y servicios esenciales.

El parlamento nacional y supranacional aprueban y legislan en beneficio de quienes son sus dueños, la burguesía. Ley tras ley se va cerrando el nudo con el que oprimir y reprimir con más violencia al conjunto de las masas trabajadoras. Actualmente, consecuencia de la crisis general del capitalismo, hay motivos sobrados para convocar una Huelga General de carácter político.

 

Por definición, los cuidadores y cuidadoras, son las personas que se dedican al cuidado de personas dependientes en el marco de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia (más conocida como "Ley de Dependencia") y básicamente, hay dos grandes grupos:

  1. Cuidadores profesionales (o formales)

  2. Cuidadores no profesionales (o informales)

La ley plantea una serie de Derechos y Obligaciones de los Cuidadores (especialmente los no profesionales), derecho a recibir una remuneración, cotizar a la Seguridad Social con sus derechos aparejados (jubilación, bajas, etc.), descansos (para esto la ley prevé que se ofrezcan unas "plazas de respiro" (estancias temporales en centros para la persona dependiente) para que el cuidador pueda tomar vacaciones o atender sus propias necesidades.

Si a estas alturas no han empezado a reír o a llorar es porque no están en el caso.

La realidad dista mucho de esos mundos de yupi que los socialdemócratas pintan en toda su legislación. El desgaste físico y emocional, la precariedad, la demora administrativa (solo hay que ver cuántas personas han muerto en Andalucía esperando que se reconozca su dependencia) y una inestabilidad absoluta.

Desglosemos cómo este sistema viciado afecta a los trabajadores:

1. La Lógica Perversa de las Licitaciones y Conciertos

El mecanismo principal por el que la administración contrata los servicios es la licitación pública. Aquí es donde empieza el problema. La "ley" del precio más bajo: Las adjudicaciones se suelen dar, sobre todo, a la empresa que ofrece el servicio al coste más bajo. Para las empresas, la forma de ganar estos concursos es recortando costes al máximo.

El mayor gasto de una residencia o servicio de ayuda a domicilio es la mano de obra. Por tanto, el recorte se aplica directamente sobre los salarios, las ratios de personal y las condiciones de los trabajadores.

Un trío de fantasmas recorre el mundo, el nazismo, el racismo y el machismo.  Contra esos fantasmas la clase obrera ya se enfrentó y nos costó millones de muertos derrotarlos.  Hoy, vuelven a estar por las calles de todo el mundo, Milei en Argentina, Bolsonaro en Brasil, Le Pen en Francia, Meloni en Italia, Trump en EEUU y así podríamos seguir con una lista que por desgracia va creciendo con la misma rapidez con la que se hunde la llamada “izquierda transformadora”.

El 3 de octubre de 1945, después de la II Guerra Mundial, y una vez derrotado el fascismo, la clase obrera vio la necesidad de constituir la Federación Sindical Mundial (FSM).  Inicialmente agrupó a los sindicatos con tendencia socialdemócrata y comunista, pero debido a las tensiones de la Guerra fría, los Socialdemócratas se separaron creando la CIOLS, ahora llamada CSI, como la serie de Grisson, escena de un crimen.

Mientras que la UGT estaba en la CIOLS o desaparecida hasta la llegada de la transición, El sindicalismo español estaba presente en la FSM con CCOO, incluso antes de su legalización, pero la deriva del sindicato y la necesidad de tener acuerdos con los gobiernos del PSOE le llevaron a solicitar el ingreso en la CES. Ingreso que UGT impidió hasta el año 1990, donde ya se trabajaba conjuntamente entre ambas organizaciones para garantizar la paz social.

En la actualidad la FSM cuenta con 92 millones de miembros en 126 países.  Del Comité Estatal de la FSM en España, forman parte el Frente Sindical Obrero Canario (FSOC), la Comisión Trabajadores Asamblearios (CTA),Alternativa Sindical de Clase (ASC) y el Consejo Sindical Obrero(CSO). Además, también pertenecen o tienen alguna vinculación LAB, INTERSINDICAL, CIG, SAT y CSI (En este caso no son los de Miami sino las de la Corriente Sindical de Izquierdas de Asturies)  y el sindicato 25 de Marzo (Extremadura).  

Para el PCPE es fundamental, y así lo hemos venido expresando allí donde hemos podido, que se vaya construyendo en el estado español una alternativa confederal de clase, que permita el trabajo sindical más allá de los aparatos burocratizados que hoy, por desgracia se han adueñado del sindicalismo, quitando la representatividad a las y los trabajadores y sustituyéndola por los liberados sindicales.

Hay dos tipos bien diferenciados de horas extras:  Las que se realizan por circunstancias no previsibles o fuerza mayor, que son obligatorias, como puede ser una catástrofe y hay que reparar el sistema productivo y las que simplemente son circunstancias de la producción y deberían estar perfectamente reguladas estableciendo un tope de 80 horas anuales como máximo.  En todo caso, el empresario está obligado a llevar un registro de ambas, que en raras ocasiones se hace.

¿Por qué quiere un empresario que sus trabajadores hagan horas extras? Para solucionar un problema de gestión de recursos humanos y de paso, si son ilegales o pagadas en negro, se evita contrataciones y pagar las cotizaciones a la seguridad social.

¿Por qué un trabajador quiere realizar horas extras? Seguro que no es porque le guste mucho su trabajo y con su jornada no tenga suficiente.  Sin duda es porque no llega a fin de mes o está obligado por su empresario bajo amenaza de despido si no las realiza.

Parece evidente que las horas extras benefician al empresario que se ahorra costes y a   las personas que tengan salarios bajos ya que con las horas extras pueden llegar a final de mes.    Los datos contabilizados del INE son escalofriantes.   Se realizan casi 7 millones de horas extras a la semana, de las cuales 2’6 millones no se pagan, ni a la seguridad social ni al trabajador o trabajadora.   De este modo, los empleadores se ahorran 3.254 millones de euros al año por las horas extras no pagadas, lo que equivaldría a crear 170.000 empleos a jornada completa.

El Ministerio de Trabajo, el mismo que quiere reducir la jornada laboral,  es quien publica estas cifras,  los Sindicatos mayoritarios las conocen y no tienen rubor en denunciarlas en prensa, pero no en cada empresa, porque las plantillas se les tirarían encima.

En el primer semestre de este año se han venido produciendo, en diversos puntos del estado español, movilizaciones y huelgas de trabajadores y trabajadoras del sector del metal, fundamentalmente con motivo de la negociación de los convenios colectivos.

Tras décadas sufriendo una “paz social” impuesta por la patronal y sus colaboradores, que ha provocado la actual situación de desmovilización,  la clase obrera va rompiendo cadenas y situando de forma enérgica sus justas reivindicaciones y exigencias.

En estas movilizaciones han intervenido miles de trabajadores y trabajadoras del sector del metal en todo el estado español, Cantabria, Cádiz, Cartagena…, y donde se han manifestado las formas más genuinas de lucha obrera con asambleas, barricadas y enfrentamiento con las fuerzas represivas enviadas por el gobierno para reprimir “ejemplarmente” la legítima lucha obrera, con decenas de detenidos que están pendientes de procesos judiciales que pueden suponer años de prisión y cuantiosas multas.

Concluido este periodo de movilizaciones, con excepción de Cartagena donde  aún continúan en huelga algunos sectores de trabajadores de las empresas auxiliares de Navantia, con trabajadores en huelga de hambre (uno de ellos hospitalizado) podemos extraer algunas conclusiones.

Por un lado, llama la atención el abandono, por parte de la clase obrera, de las formas de “la paz social” impuesta por los sindicatos colaboracionistas, retomándose formas genuinas de la lucha obrera: asambleas, barricadas, manifestaciones espontáneas, piquetes, etc. Como es lógico, la represión gubernamental, al servicio de la patronal, ha sido brutal. Se han librado auténticas batallas campales en Cantabria y Cádiz, con decenas de detenidos, cuantiosas fianzas  y procesos judiciales abiertos que pueden concluir, si no lo evitamos, con penas de bastantes años de prisión para los huelguistas.

El sistema capitalista es un sistema integral de explotación que afecta a todos los sectores económicos, las “sobrevaloradas” vacaciones y el período estival no se escapan de su retorcido control.

La sobreexplotación en trabajos vacacionales es el culmen de la explotación capitalista y no está lejos de todo lo que es sobreexplotación de los trabajos temporales (en el sector agrícola se conoce bien). Pero la sobreexplotación en trabajos vacacionales se lleva la palma en todos los sectores donde se produce, siendo la hostelería la que al estar absolutamente ligada a las vacaciones, el sector más afectado. Solo la hostelería, NO, porque la hostelería tiene muchas vertientes y muchas actividades auxiliares: repartidores a domicilio, catering, alquileres de vehículos, actividades deportivas o pseudo deportivas, lúdicas (espectáculos miles, donde la mano de obra auxiliar trabaja a destajo, muchas veces sin contrato, sin ninguna garantía y hasta sin tener papeles), etc. Todas, sufren esa sobreexplotación vacacional.

Y no entraremos en quienes sin pertenecer a estos sectores “cubren” con contratos de sustitución, interinidad o temporales por circunstancias de la producción a las y los trabajadores que disfrutan vacaciones. Cuando no, no se cubre la plaza, cargando de trabajo extra a los compañeros que no salen de vacaciones. “Todo sea por el sacrosanto beneficio de la empresa”, que al fin y al cabo “las vacaciones están sobrevaloradas” (Feijoo dixit)

Las consecuencias para los trabajadores son terribles: Precariedad extrema con salarios bajos (a menudo en negro para horas extras), salarios robados en forma de descuentos ilegales por "alojamiento" (ej.: California, donde temporeros agrícolas pagan $300/mes por barracones insalubres). Aunque, la pequeña burguesía y los fondos buitres han convertido el alquiler en un artículo de lujo imposible, así que la recompensa del trabajo, el salario, vuelve a las mismas manos. Sin derecho a paro (muchos no acumulan suficiente cotización), dificultad para sindicalizarse (miedo a no ser recontratados), accidentes laborales no registrados (construcción) o acoso sexual normalizado (camareras); contratos "en fraude de ley" donde los “pobres empresarios” fingen estacionalidad para no dar fijos (ej.: bares que abren todo el año pero contratan como temporada).

En el seno de los movimientos obrero y popular que aspiran a la destrucción del capitalismo, acecha un enemigo sutil pero devastador: el reformismo oportunista. Bajo la máscara del "pragmatismo", la "moderación necesaria" y el "realismo político", esta corriente actúa como un verdadero caballo de Troya, vaciando de contenido revolucionario las luchas obreras y desviándolas hacia callejones sin salida dentro del sistema capitalista. Al que en apariencia se combate.

Considerar el reformismo oportunista como una simple "desviación " de gentes con o sin ambición política, es erróneo y peligroso. Las reformas deben ser consideradas , pasos tácticos dentro de una estrategia mayor. Para el revisionismo-oportunismo, en su perversión: son una capitulación disfrazada de victoria.

Rasgos más significativos del reformismo oportunista:

Renuncia estratégica

Abandonan, explícita o sutilmente, el objetivo final de derrotar el sistema (capitalista, patriarcal, colonial), sustituyéndolo por una mera gestión "más humana" haciendo creer que la burguesía esta dispuesta a renuncia a privilegios robados. Entre los exponentes más notorios del revisionismo se encuentran partidos y sindicatos como el PCE-IU, Podemos, Sumar, CC.OO. y UGT. Ojo, que hay numerosas organizaciones enmascaradas como de amigos. Con discursos engañosos, se presentan como revolucionarios, pero en realidad son peones al servicio del capital. Por sus obras los conocemos.

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