Los bolcheviques no se hubieran mantenido en el poder, no digo dos años y medio, sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina rigurosísima, verdaderamente férrea de nuestro Partido, sin el apoyo total e incondicional que le presta toda la masa de la clase obrera, es decir, todo lo que ella tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de conducir tras de sí o de atraer a las capas atrasadas.

La dictadura del proletariado es la guerra más abnegada y más implacable de la nueva clase contra un enemigo más poderoso, contra la burguesía, cuya resistencia se ve decuplicada por su derrocamiento y cuya potencia consiste no solo en la fuerza y solidez de los vínculos internacionales de la burguesía sino, además, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción.

La revolución democrático-burguesa de febrero de 1917, consumada por los soldados insurrectos de la guarnición de Petrogrado y los obreros de la ciudad tuvo como resultado la abdicación de Nicolás II y el derrocamiento de la autocracia. El poder real pertenecía al Soviet de Petrogrado, pero los eseristas y los mencheviques que lo lideraban consideraban que era la burguesía la que debía liderar la revolución y entablaron negociaciones con sus representantes para la formación del Gobierno.

Los bolcheviques se pronunciaron decididamente contra el apoyo al Gobierno Provisional, partidarios de pasar todo el poder a los soviets y transformar la revolución democrático-burguesa en una revolución socialista.

Así en la VII Conferencia del POSD(b)R y el VI Congreso del Partido, celebrado en Petrogrado entre el 26 de julio y el 3 de agosto de 1917 se aprobaron los postulados fundamentales redactados por Lenin: instauración de la República de los Soviets, la salida revolucionaria de Rusia de la guerra imperialista y la proposición de acabarla con una paz democrática y universal, la nacionalización de todas las tierras en el país y la confiscación de las pertenecientes a los terratenientes, el control obrero de la producción y la distribución, la nacionalización de la banca, los sindicatos y la gran industria, el fin de la desigualdad de derechos y de la opresión social y nacional.

La pretensión de presentar y exponer toda fluctuación de la política y de la ideología como expresión inmediata de la estructura (presentada como postulado esencial del materialismo histórico) tiene que ser combatida en la teoría como un infantilismo primario y en la práctica hay que combatirla con el testimonio auténtico de Marx. Así podrá observarse cuántas cautelas reales introduce Marx en sus investigaciones concretas, cautelas que no podían formularse en las obras generales. Entre estas cautelas podrían enumerarse como ejemplo las siguientes: 1) la dificultad que tiene el identificar en cada caso, estáticamente, la estructura; la política es de hecho en cada caso reflejo de las tendencias de desarrollo de la estructura, pero no está dicho que esas tendencias vayan a realizarse necesariamente. 2) Un determinado acto político puede haber sido un error de cálculo de los dirigentes de las clases dominantes, error que el desarrollo histórico corrige y supera a través de las ‘crisis’ parlamentarias gubernativas de las clases dirigentes; el materialismo histórico mecánico no considera la posibilidad de error, sino que entiende todo acto político como determinado por la estructura de un modo inmediato, o sea, como reflejo de una modificación real y permanente (en el sentido de adquirida) de la estructura. 3) No se considera lo suficiente el hecho de que muchos actos políticos se deben a necesidades internas de carácter organizativo, o sea, que están vinculados a la necesidad de dar coherencia a un partido, a un grupo, a una sociedad.

En el nº 13 de los “Cuadernos de la cárcel” Gramsci califica al Partido Comunista de “Príncipe moderno”. Al igual que el Príncipe de Maquiavelo su objetivo es fundar un nuevo tipo de Estado. El Estado proletario que se trata de establecer ha de poner fin a la sociedad de clases y abolirse por tanto a sí mismo como Estado, dado que todo Estado está vinculado a un conflicto de clases. Esta abolición debe corresponder para Gramsci a la transición de un poder que descansa en última instancia en la coerción a una “sociedad regulada” en la que el autogobierno sea la regla.

Como recuerda Perry Anderson en “Las antinomias de Gramsci” [1978]: “es importante recordar el conocido principio marxista de que la clase obrera bajo el capitalismo es inherentemente incapaz de ser la clase naturalmente dominante a causa de haber sido estructuralmente expropiada, por su posición de clase, de algunos de los medios esenciales de producción cultural (educación, tradición, ocio), a diferencia de la burguesía de la Ilustración que pudo generar su propia cultura superior dentro del marco del “ancíen régime”.

La fiesta por excelencia de los y las trabajadoras es el 1º de Mayo. Todo comenzó en los EEUU en el año 1886 donde se había iniciado por parte de la clase trabajadora una lucha en pos de conseguir la jornada laboral de 8 horas, cuando la única limitación existente era que en algunos Estados se prohibía que una persona trabajase más de 18 horas al día. El sindicato más fuerte en ese momento amenazó a la patronal con una gran huelga si no accedía a la petición de que la jornada de trabajo fuese de 8 horas a partir del 1 de mayo de 1886.

Las y los 340.000 trabajadores que no vieron cumplida su demanda comenzaron una huelga el 1º de mayo. En Chicago se inició con una manifestación de más de 80.000 trabajadores liderados por Albert Pearsons. A las puertas de la fábrica Mc Cormick los enfrentamientos se tornaron sangrientos entre la policía y los trabajadores cuando esta disparó contra los manifestantes produciéndose más de tres muertos entre los obreros, y muriendo más trabajadores los días siguientes. El 4 de mayo estalló un artefacto durante una concentración en la plaza Haymarket matando a 15 policías. Las autoridades responsabilizaron a las y los concentrados y hubo más de 30 detenidos. Todos fueron condenados, cinco de ellos fueron ahorcados y otros tres condenados a prisión perpetua.

La Internacional Socialista se propuso, en 1889, reivindicar la jornada de ocho horas para todas las personas trabajadoras del mundo, y se haría mediante una gran manifestación en todos los países en honor a los cinco mártires de Chicago.

La teoría de las ondas largas en la historia de la economía capitalista es de origen claramente marxista. El análisis marxista de las ondas largas se basa esencialmente en los movimientos a largo plazo de la tasa de ganancia que, en última instancia, determinan a largo plazo ritmos más rápidos o más lentos de la acumulación de capital (del crecimiento económico y de la expansión del mercado mundial). Estas ondas largas son más evidentes en las economías de los países capitalistas más avanzados, y más, en la producción mundial en su conjunto, que en las economías de los países capitalistas considerados aisladamente.

La acumulación de capital tiene su origen en la producción de mercancías, valor y plusvalor, y en su realización subsiguiente. Por tanto, los indicadores clave de las ondas largas son movimientos que se refieren a la producción y venta de mercancías. Y dado que Marx consideraba que el mercado mundial era el verdadero marco de las fluctuaciones económicas, la producción industrial y las estadísticas de las exportaciones mundiales aparecen nítidamente como los dos indicadores clave.

La teoría de las ondas largas en la historia de la economía capitalista es de origen claramente marxista. El análisis marxista de las ondas largas se basa esencialmente en los movimientos a largo plazo de la tasa de ganancia que, en última instancia, determinan a largo plazo ritmos más rápidos o más lentos de la acumulación de capital (del crecimiento económico y de la expansión del mercado mundial). Estas ondas largas son más evidentes en las economías de los países capitalistas más avanzados, y más, en la producción mundial en su conjunto, que en las economías de los países capitalistas considerados aisladamente.

La acumulación de capital tiene su origen en la producción de mercancías, valor y plusvalor, y en su realización subsiguiente. Por tanto, los indicadores clave de las ondas largas son movimientos que se refieren a la producción y venta de mercancías. Y dado que Marx consideraba que el mercado mundial era el verdadero marco de las fluctuaciones económicas, la producción industrial y las estadísticas de las exportaciones mundiales aparecen nítidamente como los dos indicadores clave.

Es una teoría económica que considera que el valor de un bien o servicio está determinado por la cantidad de trabajo necesario para producirlo, no por la utilidad que le encuentre el propietario.

Adam Smith entendía que el valor era la cantidad de trabajo que uno podía recibir a cambio de su mercancía. Se trata de la teoría del valor comandado o adquirido. Pero se encuentra que así no logra explicar los conceptos de beneficio y renta, además de que la venta de la fuerza de trabajo humana no era percibida por un comprador común. Esto le lleva a la teoría de los costes de producción, en la que el valor de las mercancías estaba dado por la cantidad de trabajo incorporado en ellas. Dos son los problemas principales que encontró esta teoría:

1.- En el mercado no se puede saber cuánto trabajo incorporado tiene una mercancía.

2.- Si el trabajo es la fuente de valor de la mercancía el obrero debía ser el que se viera beneficiado de este.

Hay dos maneras históricas de circulación de la mercancías, que a veces se suele confundir; la primera representa los primeros estadios de la economía mercantil, la génesis del capitalismo y se representa a través de esta fórmula Ma-D-Mb, la segunda fórmula de la circulación de mercancías, ésta plenamente capitalista, es: D-M-D’. En la primera fórmula (la mercantil) se utiliza el dinero como lo que es en un contexto de mercado: como un medio para facilitar el intercambio entre una mercancía Ma que se vende para conseguir otra Mb. En cambio en el intercambio capitalista se invierte capital para una vez operado a través de las mercancías, obtener más dinero: expresada de otra forma; C-M-C+P, donde el capital inicial C se compone del llamado capital constante Cc y el capital variable Cv, y donde el capital constante es el utilizado para comprar maquinaria, edificios para las fábricas y oficinas, propaganda, impuestos y demás mientras que el capital variable es el utilizado para comprar fuerza de trabajo.

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