Existe una tensión constante entre pueblos que habitan territorios en los que se accede a unas condiciones materiales más favorables y los que se ven encerrados en territorios más pobres (o, más propiamente, con accesos menores a esas condiciones materiales favorables) o con mayores niveles de conflicto. Esta tensión retrata una forma de conflicto social atravesada por las dos formas principales de agrupación social, el pueblo y la clase, pero lo que prima es la lucha por acceder a territorios ricos y, por tanto, es un conflicto determinado fundamentalmente por la clase y la migración es una forma de expresión de la lucha de clases, que provoca que millones de personas excluidas de los circuitos económicos de creación de valor tratan de acceder a aquellos territorios en los que se controla el grueso de la actividad económica mundial y se accede a condiciones económicas favorables.
En Europa, las políticas abiertamente xenófobas de cierre de fronteras que están en marcha en la actualidad suelen interpretarse en clave numérica, es decir, como una respuesta al crecimiento de las llegadas y una supuesta situación de saturación de los países receptores. Sin embargo, los movimientos de población estacionales eran durante siglos una pauta común en la Europa central y del norte, siguiendo los flujos de las cosechas que daban trabajo a buena parte de los habitantes del continente. Esta preocupación en Europa Occidental por el número supuestamente altísimo de personas extranjeras que acceden a su territorio no se sostiene con sus propios números. Así en 2021 según la Comisión Europea llegaron a la UE 2,25 millones de personas, mientras que emigraron 1,12, lo que da un saldo neto de 1,14 millones. El total de personas extranjeras que viven en la UE asciende a 23,8 millones, es decir un poco más del 5% del total de la población europea. Y la amplia mayoría no son migrantes económicos o refugiados, sino personas de otros países en primera línea del desarrollo económico que responden al flujo comercial y social habitual en países de una esfera similar en el orden económico internacional.
Los movimientos de ultraderecha han encontrado un eje de politización excluyente en la identidad nacional y encuentran en el tema de la migración su nudo gordiano, pasando por encima de la estructura de clase, que parte las sociedades no sólo en la dimensión interna sino también nacional.
- Detalles
- Escrito por Redacción UyL
Aunque suene muy básico el punto de partida estratégico es definir quién es el enemigo y qué ideas y propuestas forman parte de la lucha por el objetivo de la construcción socialista.
Actualmente oímos varias respuestas a quién es dicho enemigo: el neofascismo, el tecnofeudalismo o el capitalismo político (definido por Dylan Riley y Robert Brenner como “una nueva estructura electoral relacionada con el surgimiento de un nuevo régimen de acumulación en el que es el poder político puro y no la inversión productiva el determinante clave de la tasa de rentabilidad). Las dos primeras recurren al pasado para designar el presente, pero la metáfora nos atrapa en su lectura y significado: neofascismo sugiere una repetición del fascismo del siglo XX y tecnofeudalismo nos retrotrae aún más atrás, a la época feudal. Y aunque es cierto que fuerzas reconocidamente fascistas (o posfascistas) ocupan el poder en Italia, Austria y Hungría, y Trump y aún más sus asesores presidenciales toman poses y lenguaje filofascista intentando vaciar lo más rápidamente posible la democracia norteamericana de contenido y conducirla a un autoritarismo cada vez más acusado, y que existe un surgimiento de nuevos señores con poderes feudales y el autoritarismo asociado a ellos, ambos términos no terminan de explicar del todo el momento presente.
En cambio en el capitalismo político vemos que esta forma de acumulación está asociada a una serie de nuevos mecanismos de fraude políticamente constituido como son las crecientes exenciones fiscales, la privatización de los activos públicos a precios de saldo y concesión a los amiguetes, la flexibilización cuantitativa y los tipos de interés ultrabajos para promover la especulación bursátil y redirigir el gasto público directamente a la industria privada.
El objetivo de Riley y Brenner al proponerlo es señalar la reconfiguración de la política con la intervención directa de estos oligarcas prescindiendo de intermediarios y la utilización sin ningún pudor del gobierno para enriquecerse (como ejemplos sintomáticos Trump lanzó el día antes de su toma de posesión el $TRUMP con el que ganó 6.000 millones de dólares y Milei hizo lo propio con otra criptomoneda. En ambos casos el valor -después de llenarse los bolsillos y vender sus activos- cayó prácticamente a cero perdiendo todo su dinero los que confiaron en las “promesas” de ambos estafadores).
- Detalles
- Escrito por Marcos M. Rodríguez Pestana
La realidad es que la mayoría de las startups, obviamente, fracasan. Hay muy pocos casos de éxito y cuando triunfan estas startups se convierten en grandes y viejas empresas extremadamente agresivas.
Se plantea entonces la pregunta ¿es posible pensar innovación y planificación de forma no excluyente? El concepto de planificación es demasiado difuso, pues no sólo existió planificación en la antigua URSS o en China, sino por ejemplo también en Corea del Sur, Japón o la Francia de la posguerra. Entonces, ¿de qué estamos hablando exactamente? En esencia hablamos de la socialización de la inversión y eso es lo que resulta decisivo, y esto existe incluso dentro del capitalismo en grados más o menos variados: se trata de establecer los sectores de prioridad en el desarrollo, pero quedando librada a la iniciativa de los productores la manera en que se realizan las inversiones en esos sectores. La innovación requiere efectivamente de una forma de indeterminación y es necesario permitir espacio para esa flexibilidad, pero esa indeterminación no es en absoluto incompatible con formas de socialización que definan la dirección hacia dónde avanzar. Si tomamos el caso de EEUU toda la investigación fundamental detrás de los productos tecnológicos de Silicon Valley fue financiada por el Departamento de Defensa.
Es cierto que la innovación necesita flexibilidad e innovación, pero la idea de que el mercado es el motor exclusivo de dicha innovación es mayormente falsa. Sólo lo es en la fase final de comercialización pero todo esto se apoya en estructuras burocráticas que sostienen la innovación, incluso en los EEUU. Hoy en día todos los países, con excepción de EEUU y en menor medida China, dependen hoy en día del sistema digital, así que todos deberían tener interés en hacer emerger una estructura pública mínima a escala mundial en el ámbito digital.
- Detalles
- Escrito por Redacción UyL
La historia no tiene un sentido determinado, ni en un plano teológico ni en sus ritmos. Existe lo que el filósofo francés Daniel Bensaid llama la discordancia del tiempo, diferentes temporalidades con diferentes lógicas.
Karl Marx, retomando a Charles Fourier, hablaba de feudalismo industrial para referirse a las grandes concentraciones financieras que eliminaban la competencia y organizaban de forma altamente monopolística a las diferentes ramas de la industria. Y Jürgen Habermas hablaba en el ámbito de la filosofía política de refeudalización de la esfera pública, es decir, que la ausencia de la autonomía de los agentes conducía a la ausencia de una esfera pública, a su atrofia, lo que desembocaba en una refeudalización. El feudalismo no es un retorno a formas individualizadas de producción. Durand describe así una forma extrema de socialización del trabajo que adopta una característica particular: la monopolización de lo que llama la gleba digital. El paralelismo con el sistema feudal surge cuando vemos que la lógica de la producción es desplazada por la de depredación, que si en tiempos feudales estaba estrictamente vinculada al control de la tierra, hoy de lo que se trata es de monopolizar el conocimiento. En términos generales esto incluye los datos, los algoritmos, las infraestructuras necesarias para operar (incluidos los elementos físicos tales como los centros de datos, cables, etc.) y las competencias necesarias para organizarlo todo. Se trata de una cierta monopolización de estas herramientas que no son medios de producción en el sentido tradicional del término, sino medios de coordinación (la cacareada 4ª revolución industrial tiene mucho que ver con esto), y el conjunto de la coordinación social, ya sea de relaciones entre individuos, de empresas productivas o de Estados, depende del acceso a recursos que están extremadamente concentrados.
- Detalles
- Escrito por Redacción UyL