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Supongo que a muchos les ocurrirá como a mí. La primera vez que oí esto de la King’s League, me imaginé al Campechano con una liga de la Corina en la frente a modo de trofeo, pero no, es aún peor. Incluso dudé si hacer el artículo por no darle una publicidad que no merece.

Viejas glorias del fútbol, que dan muestras de no haber sufrido para llegar a estrellas, se inventan otro espectáculo (nada espectacular) con la excusa del fútbol. Algo así como la final de la Supercopa (sigo pensando en la liga de la Corina) en Arabia Saudita.

En fin, se ve que al Piqué (al que recuerdo respetar cuando fue una revelación como central) los matrimonios y los videojuegos no le van bien para el cebollo. Se ve que el señorito no piensa en todos los niños que no tienen campos de fútbol donde jugar, en los desahuciados de los barrios pobres de las grandes ciudades o de ese continente africano que se muere por jugar o se muere por vivir, porque se está despertando y esperemos que el contrapeso de China y Rusia acabe expulsando a mamarrachos colonialistas tales.

Fruto de ese engendro mental, que tampoco es que varíe mucho de la FIFA y sus organizaciones, pero al menos esos tienen tradición, sería esa Liga de Reyes, que la debe haber puesto en inglés para que no se confunda con la de la dichosa Corina…

El engendro no hay por dónde cogerlo: una serie de clubs creados por antiguos futbolistas juegan una liga en formato fútbol 7, pero sin ninguna atadura social o moral, desde publicidad de cerveza hasta engañosa, pasando por infojobs y otros patrocinadores, bien seguros del triunfo de esa competición de entretenimiento digital. Así lo definen, porque realmente fútbol hay poco. Resulta grotesco ver a jugadores haciendo el paripé y de repente se para el partido porque el entrenador (vaya conjunto de amigotes y amiguetes) pide la carta del penalti. Como lo oyen, no es que hayan consultado el VAR, es que se puede pedir una carta de penalti.

No hace mucho que los medios de comunicación han comenzado con el tema del Caso Negreira, una investigación de la Agencia Tributaria que ha desvelado los pagos que periódicamente, durante décadas, el Barça realizó al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, Jose María Enríquez Negreira. Como si se tratase de una nueva serie de Netflix, todo apunta a que podremos deleitarnos con unas cuantas temporadas de noticias sobre corrupción en el fútbol. Habrá cruces de acusaciones, persecuciones mediáticas, luchas de poder, declaraciones explosivas frente a las cámaras, y otras inauditas frente al juez, y por supuesto, lo que más nos gusta ver, policías llevándose esposados a los otrora poderosos e intocables. Y es que si algo llega al corazón del público, es el espectáculo de ver como se llevan detenido al villano de turno, ocultándose el rostro, forcejeando, gritando su inocencia, o al estilo Rodrigo Rato, metiéndolo en el coche policial con la mano en el cogote, como si la “mano de la justicia” le hiciera arrodillarse, esto es sin lugar a dudas, la mejor escenificación para que las masas, en plena catarsis, vean como hay justicia de verdad,  y así poder dormir más tranquilos sabiendo que la ley es igual para todos y todas. 

Ahora bien, los 7 millones de euros que a lo largo de más de 20 años pagó el Barça no dejan de ser una minucia. Y no porque comprar árbitros sea algo tan natural que ni siquiera merezca la pena decirlo, sino porque el mundo del fútbol está lleno de casos verdaderamente notorios. Sin ir más lejos, la RFEF (Real Federación Española de Fútbol) lleva décadas envuelta en todo tipo de escándalos e irregularidades, las más recientes son las comisiones cobradas por llevar la Supercopa a un país tan pródigo con las dádivas como poco recomendable, Arabia Saudí. Su anterior presidente, Ángel María Villar, un todopoderoso y mandamás que durante casi 30 años hizo lo que quiso, acabó siendo uno de esos que se llevan esposado, curiosamente no tuvo muchas dificultades para abonar la fianza. Luego, si vamos un poco más lejos, ya a nivel internacional, tenemos el denominado “Fifagate”. Toda una red de sobornos, fraude y lavado de dinero por más de 150 millones de dólares que obligaron a dimitir otro todopoderoso, su presidente Joseph Blatter.

El fútbol femenino se ha hecho especialmente relevante en los últimos años, no por lo que le es propio, su práctica, calidad, emoción, etc., sino porque ha logrado, a su pesar, visibilizar gran parte de la desigualdad y los prejuicios que nutren el patriarcado. El fútbol femenino ha sido visto como un intruso. A fin de cuentas, el deporte “rey” es competitividad física, es pelea, victoria, un culto en el que se enarbolan banderas y se exalta la hermandad de los que se reconocen de un color u otro. En fin, todo muy en la masculinidad hegemónica. Ahora bien, también es una fuente de lucro muy importante, un espectáculo que directa e indirectamente mueve mucho dinero, y el color del dinero aúna muchos intereses. Es por eso por lo que el auge de determinadas luchas se haya vuelto rentable y el fútbol femenino esté empezando a ser más explotado, con más visibilidad, premios y patrocinadores. Todo un ejemplo de cómo el capitalismo logra hacer progresar los derechos, ¿no?

No, el progreso no consiste en ampliar los privilegios, sino en hacerlos desaparecer y reconocer más el papel de las mujeres sin cuestionar el orden de los privilegios dominantes, es meterle un gol al feminismo. Que el mundial de fútbol femenino tenga entre sus patrocinadores a Arabia Saudí es, además de un gol al feminismo, un gol en fuera de juego. Qué gran juego de contradicciones ver cómo las futbolistas corren por las bandas o tiran córner y, de repente, leer “visita Arabia Saudí”.

No hace falta dar muchas explicaciones sobre Arabia Saudí, una monarquía absoluta en la que el reparto del poder se aproxima más al feudalismo que a un estado soberano.

“Con el tiempo, una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica crea un público vil como ella misma” así describía Joseph Pulitzer (paladín burgués de la libertad de prensa) lo que estaba ocurriendo con la prensa en su época.

Y no, no vamos a hablar de Shakira y Piqué; de esa basura mediática que nos hace vivir la vida de los famosos como si fuera la nuestra, sino de un caso aún peor.

Nos referimos al ex futbolista Azadani, un señor de 27 años que jugó hasta 2018. Se ve que no le fueron bien los negocios fuera del fútbol, cuando ha vuelto a aparecer en diciembre de 2022 con el bombo y platillo de los mass media amplificados con la expectación del discutible espectáculo del Mundial de fútbol de Qatar.

Allá han quedado sepultados y olvidados los miles de trabajadores muertos en la construcción de los estadios. Número incontable, porque muchos ni siquiera aparecen como trabajadores. Son sólo mano de obra barata de los países más pobres del mundo. Hablamos de 15.021 trabajadores muertos según informe de Amnistía Internacional de 2021… habrá que sumar los de 2022, con lo que la cifra puede ser descorazonadora.

Pero esos no les importan a los mass media, metidos por orden de sus amos en la guerra contra Irán, sólo importaba la vida de uno, que de la noche a la mañana pasó de ser ejecutado a no estar ni siquiera juzgado. Esa es la vida de Azadani, que más que posiblemente se ha asegurado su retiro con los “bonos” que le habrán dado.

Las noticias salían desde todas partes, hasta Jesús Calleja, el famosillo, publicaba en twitter el 18/12/2022 que el futbolista iraní Amir Nazsrazadani sería ahorcado inminentemente. (Amir Nasr Azadani es su nombre, pero se ve que le pasaron la nota rápido y no copió bien).

Si hay un calificativo del que se abusa en el fútbol es el de “histórico”, demasiados derbys, finales Champions y demás torneos en el que se usa ese apelativo para definirlos o resaltarlos y lo realmente histórico, desgraciadamente histórico, como el protagonismo de las mujeres en el Mundial 2022 pasa desapercibido.

La periodista deportiva Alicia Arévalo se ha convertido en la primera mujer en narrar un partido del Mundial, el Croacia - Bélgica, un hito en TVE, aun cuando supone un avance, su elección no ha sido una decisión editorial de la sección de deportes, sino una propuesta del Consejo de Administración, que lo ha decidido con seis votos a favor y tres abstenciones del PP, la comentarista ha declarado ser consciente de "la gran responsabilidad que supone este reto” y espera que su trabajo sirva para que "pronto sean muchas las voces femeninas que narren partidos de fútbol". El pasado mes de marzo, protagonizó otro hito, acompañada de la entrenadora y piloto Patricia Campos, ponía voz al primer partido comentado por dos mujeres en la tele pública.

La FIFA designó a mujeres arbitras para este Mundial, quizá para acallar las múltiples críticas sobre la elección de Qatar, un país donde se vulneran todos los derechos humanos y laborales de la mayor parte de la población, especialmente las mujeres, y por primera vez, en el partido Costa Rica-Alemania, la colegiada  Stéphanie Frappart ejerció como jueza principal en un partido de Mundial masculino junto a sus asistentas Neuza Back y Karen Díaz. Han participado seis mujeres, todas sumamente preparadas y experimentadas, tres árbitros y tres linieres. Aun así, su representación sigue siendo ínfima, solo representarán un 7 % del total del equipo arbitral.

Si existe un deporte en el que las mujeres han tenido que pelear (nunca mejor dicho) para hacerse un hueco y abrirse las puertas, es el boxeo. Tal es así que hasta 2012, el boxeo femenino no se reconoció como deporte olímpico. Diez años desde que se reconoció un deporte que lleva practicándose desde el siglo XVIII.

Efectivamente, aunque el boxeo siempre se ha relacionado como algo “varonil”, reservado a los machos alfa que pelean para demostrar su valía, el primer registro de combate entre mujeres data de 1722. Y es que siempre hay mujeres que no han aceptado un no por respuesta y han ido rompiendo barreras para que otras podamos  atravesarlas. Ejemplo de ello fue Marian “Lady Tiger” Trimiar, que en 1987 realizó un mes de huelga de hambre para luchar por los derechos de la mujer en el boxeo. Además, hubo muchas demandas judiciales, especialmente en Estados Unidos, solicitando que se les permitiera pelear, pero no fue hasta 1996, que la Asociación de Boxeo Amateur del Reino Unido derogó la prohibición de boxear para las mujeres (que estaba vigente desde 1880). En 1997 se realizó el  primer campeonato de boxeo femenino en los Estados Unidos.

El boxeo es sin duda un deporte de carácter, una persona contra otra se adentran en un cuadrado del que no pueden salir y en el que hay que combatir hasta que suena la campana. Un deporte de lo más exigente tanto física como mentalmente, porque un fallo o una mala forma, puede acarrear que recibas una paliza monumental. Pero también, es un deporte de honor, en el que el golpe a golpe tiene sus normas, sus formas, su respeto al o la rival. Y como no podía ser de otra forma, las mujeres hemos formado, formamos y formaremos parte de él.

El 4 de junio de 2021 España y Portugal presentaron oficialmente su candidatura conjunta para organizar el Campeonato Mundial de Fútbol de 2030, con la presencia de ambos Jefes de Estado, monarca y presidente, y los presidentes de ambos gobiernos socialdemócratas. Curiosamente, la misma candidatura ibérica ya había optado al Mundial de 2018 pero fue rechazada por la FIFA, que finalmente se decantó por Rusia. Hasta tal punto, y en tan solo una década, la irreversible crisis estructural del capitalismo internacional ha degradado la geopolítica del anunciado mundo multipolar en que el oportunismo había depositado todas sus esperanzas.

Confirmando los peores augurios, el pasado 5 de octubre se anunció oficialmente la incorporación de Ucrania a la candidatura de España y Portugal en un acto celebrado en la sede de la UEFA en Nyon (Suiza) en el que participaron los presidentes de las tres federaciones de fútbol. Su retórica grandilocuente fue la propia de unas marionetas que sólo anunciaban una decisión adoptada en las más altas esferas del Estado, monárquico y republicano, sus respectivos gobiernos “de izquierdas” y, sin duda, con el beneplácito de la OTAN y la UE.

La Real Federación Española de Fútbol publicó en su cuenta oficial de twitter: “España y Portugal incorporan a Ucrania en la candidatura para el Mundial 2030. El proyecto quiere lanzar a la sociedad un mensaje de esperanza a partir del poder transformador del fútbol”. Su presidente, Luis Rubiales, se atrevió a afirmar: “Estoy convencido de que en mi país, en España, tanto la familia del fútbol como toda la sociedad estará orgullosa del legado tan importante que esta candidatura deja para la Historia”.

Después del breve “periodo entre-crisis” relativo, en el que se mantuvo una hegemonía cultural burguesa menos agresiva, desde los años 1990 hasta estallar la crisis estructural capitalista de 2008, no solo se inició una época de fuerte violencia para la clase trabajadora dentro de las economías de los principales centros imperialistas mundiales, con destrucción de puestos de trabajo, sobreexplotación, ataque a los servicios públicos y otras conquistas sociales, etc., sino que comprobamos cómo esa ofensiva burguesa atravesó todos los ámbitos de nuestra vida, afectando también a la cultura y el deporte, hacia una sociedad más ligada a la cosificación y la alienación social.

De esta forma, el planteamiento de la burguesía es atacar frontalmente cualquier resistencia y oposición desde una visión crítica y alternativa a su modelo social violento y alienante, basado en la explotación y la reproducción del capital. Y, ¿cómo lo hace?

A través de dicha alineación social, convirtiendo cada espacio de las relaciones humanas en una esfera ligada al mercado. Así como erosionando los espacios donde se dan formas de relación y participación colectiva y cooperante. Espacios de relación colectiva que al igual que son atacados en el mundo laboral (división de la clase trabajadora a través de las empresas de trabajo temporal, el fomento de los sindicatos corporativos -por categorías profesionales- o el uso del teletrabajo dentro del capitalismo)

Quizás sorprenda la primera afirmación en una sociedad tan mediatizada por el postmodernismo burgués, que ve el fútbol como algo vulgar. Deporte pobre en sus orígenes porque con muy poco se podía practicar, se ha convertido en un gran negocio que mueve miles y miles de millones. Los futbolistas ya no representan al barrio, a la ciudad, a la provincia o al país. Se trata de mover dinero y de evitar que niños y niñas jueguen libremente en la calle.

Ya le robamos la calle a la infancia, también los patios de las escuelas, donde semejante deporte provoca molestias quienes más refinados prefieren jugar sin hacer esfuerzos.

Fidel sobre el fútbol: “me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”

El deporte es un derecho que nos están robando pasando a ser un elemento más de consumo. Como niños y niñas ya no pueden jugar en la calle, ahora los pequeños clubs de fútbol, crean sus escuelas privadas. Escuelas que no son precisamente baratas y donde el equipamiento a comprar incluye camisetas de entreno y de partido, chándal, calcetas, calzón y un sinfín de indumentaria que hace imposible su acceso a los de siempre: la clase obrera. La clase que difícilmente llega a fin de mes y que ve en el fútbol un futuro de lujo y millones para sus hijos. ¿Para qué van a estudiar? Si un futbolista gana lo que no gana un universitario en su vida. Ingenuos, la élite del fútbol ya es parte de la élite burguesa. Si no puedes pagar las escuelas de fútbol o tenis o baloncesto, acabarán en 4ª regional como mucho, con los tobillos hechos puré y las rodillas destrozadas.

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