Los pasados 28 y 29 de marzo tuvo lugar en India una huelga general de 48 horas, que contó con una participación masiva de la clase obrera a lo largo de ese extenso país, el segundo más poblado del planeta. Las estimaciones más a la baja cifran en al menos entre 50 y 80 millones de trabajadores y trabajadoras que secundaron los paros, así que seguramente fueran bastantes más. En el campo y en la ciudad, hicieron huelga los y las obreras agrícolas e industriales (en sectores tan estratégicos como la producción de acero, las telecomunicaciones, la generación eléctrica, la minería de carbón y la extracción y refinado de petróleo, etc.), del transporte ferroviario, la sanidad y la educación. Todo ello a pesar de las indisimuladas presiones y amenazas de represalias y/o despidos por parte de la patronal.

La protesta fue convocada de manera unitaria por al menos una decena de sindicatos, además de por multitud de federaciones sectoriales. La razón: mostrar el rechazo frontal a las medidas anti-obreras, anti-populares y anti-campesinas (“pro-inversión”) del gobierno del presidente Narendra Modi, del partido derechista BJP. En los últimos años, Modi y su BJP se han caracterizado por la privatización de los recursos naturales del país y sectores públicos estratégicos (en favor del capital indio e internacional), así como por el endurecimiento de la legislación laboral, la subida generalizada de los precios y la pésima gestión de la COVID-19. Algunas de las reivindicaciones: empleo garantizado, no a las privatizaciones, seguridad social universal (también para trabajadores/as informales, y regularización de estas situaciones), refuerzo de las pensiones, ayudas a la pequeña agricultura, etc.

La huelga fue casi absoluta en algunos estados: como Tamil Nadu y Kerala (sur), donde el Partido Comunista de India (Marxista) participa en el gobierno desde hace años; o en áreas industriales como Bengala Occidental.

Fernando García

Tras 2 años de pandemia, las condiciones de trabajo en América Latina, ya de por sí bajo niveles de sobreexplotación por debajo de la tasa de reproducción de la fuerza de trabajo, se mantienen en niveles de mayor dureza. Según un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)1 , “más del 70 % de los puestos de trabajo creados tras la pandemia están bajo situaciones de informalidad”, en una región donde “el 30% de los puestos de trabajo perdidos no se han recuperado aún”. Esto es, el capitalismo carga su crisis sobre las espaldas de la clase trabajadora de América Latina con tanta violencia, que ni siquiera es capaz de respetar una mínima regulación laboral, ni unas mínimas garantías laborales.

La situación de la mujer trabajadora es aún más grave, debido a que ocupa generalmente puestos de trabajo más informales debido a la división sexual del trabajo que imponen patriarcado y capital, y en sectores como la manufactura, comercio, turismo, restauración/hostelería, altamente afectados por la pandemia. Son más de 4 millones de mujeres trabajadoras que perdieron su empleo y aún no lo han recuperado desde el inicio de la pandemia.

Así mismo, el desempleo en la juventud trabajadora afecta a más del 21 %, casi tres puntos superior a la etapa previa a la pandemia.

Estas son las condiciones de vida que impone el modelo capitalista a la clase trabajadora de Latinoamérica, implantado por la oligarquía y los grandes monopolios de EEUU y la UE, que siguen extrayendo enormes plusvalías, a través de la violencia estructural más descarnada.

Nuestra mejor solidaridad, continuar la lucha contra los mismos monopolios y la misma clase que los explota, desde nuestros centros de trabajo, haciendo avanzar las posiciones de fuerza de la clase obrera. Ni un minuto de tregua al capital.

Redacción UyL

1 OIT. Panorama laboral 2021. América Latina y el Caribe.

Pedro Sánchez no ve la violencia brutal de los ocupantes marroquíes en la República Árabe Saharaui Democrática, no ve las violaciones, las torturas, las palizas…no ve nada que no le interesa. Y, en consecuencia, guarda un disciplinado silencio cómplice.

Dicho al revés. Marruecos viola, tortura, desaparece, encarcela, etc, en los Territorios Ocupados de la RASD porque Pedro Sánchez lo consiente. Y también, igualmente, porque lo consiente Felipe VI.

La responsabilidad del Gobierno PSOE-UP y de los Borbones es absoluta. Bastaría una simple declaración condenatoria por su parte para poner en dificultades al sátrapa Mohamed VI, para obstaculizar  su actual impunidad. Por ello, los miembros del Gobierno y el Borbón son igualmente sátrapas, porque son colaboradores necesarios para el ejercicio de la barbarie, de forma impune, por parte de los sicarios marroquíes.

La línea política del Gobierno Sánchez tiene una explicación/justificación clara: es un Gobierno que se alinea con el bloque imperialista occidental comandado por los EE. UU., donde tienen sitio preferente Francia y el sionismo. Y sigue esta política porque considera que es la dominante y la que le reportará mejores beneficios económicos, al facilitar su participación en el saqueo de esta zona del continente africano. El Gran Marruecos-ampliado al Sáhara Occidental y Mauritania- es la pieza clave de esta estrategia.

Los días 29 y 30 de junio tendrá lugar en Madrid la próxima cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), coincidiendo con el 40 aniversario de la adhesión española. Es la segunda vez que el Estado español se presta a albergar semejante encuentro, habiendo sido el primero en 1997, también en Madrid.

Gobernaba el Partido Popular de Mariano Rajoy cuando se anunció la celebración de esta cumbre. Posteriormente, en 2018, Pedro Sánchez fue proclamado Presidente del Gobierno en funciones y, en un efímero primer momento, intentó aparentar tibias reticencias a que pudiese tener lugar en suelo español. Cuatro años más tarde, ahora al frente de un gobierno “progresista” de coalición del Partido Socialista y Unidas Podemos, ya ni tan siquiera cabe el mínimo disimulo: Moncloa extiende su alfombra roja (y gualda) a los 30 líderes de los países que conforman la OTAN, organización que no solo supone el brazo armado del imperialismo sino que, a su vez, se erige como parte estructural de los cimientos que sustentan al sistema capitalista.

No hay duda, ni el PSOE ni sus socios de coalición se conforman con ser meros anfitriones de este encuentro. El Gobierno de España demuestra a cada paso su compromiso con la OTAN y su pleitesía ante los intereses de EEUU y de la UE. Sirva como prueba la reciente entrega de armas a las tropas fascistas del gobierno ucraniano,

Secretario Gral, Julio Díaz y resto de Delegación del PCPE, en homenaje a los camaradas Moncho e Isabel, junto con su hija Lina, resto de familiares y miembros del PCC.

El PCPE ha atendido la invitación del Partido Comunista de Cuba (PCC) para acudir a un encuentro bilateral en La Habana entre los días 13 y 17 de marzo.

La agenda elaborada por los camaradas del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del PCC se ha dispuesto sobre los propósitos que el PCPE había presentado y las posibilidades que los distintos institutos oficiales, centros y entidades ofrecían para cumplir con ellos.

La primera reunión se efectuó con el camarada Ángel Arzuaga Reyes, Coordinador del departamento de RR. II. del CC del PCC, para hacer una primera incursión en las características actuales de la lucha de clases, así como en la situación del Movimiento Comunista Internacional (MCI).

A la salida de este encuentro, nos dirigimos al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAD) siendo recibidos por su presidente Fernando González Llort y otros compañeros del área europea de la solidaridad, donde intercambiamos la valoración sobre el Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba (MESC) y sus capacidades y necesidades.

No solo es imprescindible aprender de la Historia, sino que es necesario sacar conclusiones que sirvan para interpretar la realidad e identificar a quienes hacen del crimen una herramienta más al servicio de sus intereses.

Por esta razón, reproducimos las declaraciones del Presidente del PCFR en las que se arroja luz sobre, lo que todo apunta, es un nuevo montaje macabro de los EE.UU destinado a prolongar la guerra y el sufrimiento en Ucrania.

Redacción UyL


La vil provocación de los nazis de Bandera requiere una investigación

Declaración del Presidente del Comité Central del Partido Comunista de la Federación Rusa G.A. Ziugánov

En Occidente, comenzó una verdadera histeria por las supuestas "atrocidades" del ejército ruso en la ciudad de Bucha, cerca de Kiev. Las víctimas de estas "atrocidades" fueron presuntamente descubiertas después de que unidades de nuestro ejército partieran de allí. Rusia anunció la necesidad de una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para exigir a Ucrania que proporcione pruebas. El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa ya ha refutado oficialmente estas acusaciones, afirmando que ni un solo civil resultó herido durante la estancia de los militares rusos en esta ciudad. Las imágenes de las personas presuntamente asesinadas aparecieron solo el cuarto día después de que el ejército ucraniano llegara allí. Hay otros hechos que atestiguan el carácter escenificado de esta provocación.

Odio, miedo y orden para la inmovilidad.

 

No hay que esperar a que la burguesía se asuste para que se muestre nazi-fascista. La ideología de la clase dominante posee, de nacimiento, filigranas de odio empapadas en miedo de clase, que trabajan sistemáticamente en todo el espectro, objetivo y subjetivo, de sus dominios.

Actúan permanentemente, en una calle oscura, en un semáforo, cuando se acerca alguien que no usa ropa aceptable, cuando el color de la piel no es como debería ser, cuando se habla distinto, cuando huele a pobreza, cuando la propiedad privada se ve amenazada.

Ahí está el odio-miedo disfrazado de rejas, en puertas y ventanas, disfrazadas de perros guardianes, de guardaespaldas y vigilancia zonal humana o con cámaras. Ahí está el odio que le da sentido a sus policías, ejércitos, leyes y políticos asalariados para cuidarle a la burguesía todos sus bienes y sus males. El sentido burgués del odio.

Terrorismo de la dictadura del capital

En 2021 al menos 4.404 personas murieron intentando llegar a España. Doce vidas perdidas cada día, en su fuga desde las costas africanas.

Esta cifra es la que se puede dar con datos corroborados, facilitados por la organización Caminando Fronteras. Pero nadie niega que la cifra real es bastante mayor.

El Gobierno más progresista de la historia” no ha emitido ni una sola palabra ante este dato aterrador, y no modifica un ápice la Ley de Extranjería. Pedro Sánchez aplica la ley y no le tiembla el pulso. Terrorismo de la dictadura del capital, no tiene otro nombre.

Las migraciones desde las costas africanas son consecuencia directa del colonialismo anterior y del imperialismo actual. Las potencias europeas se han repartido África a su conveniencia, especialmente desde el siglo XIX, para robar todas sus riquezas. En Berlín, con un tiralíneas, trazaron las fronteras.

 

Versa desde el final de la II Guerra Mundial la disposición de las potencias imperialistas para erradicar cualquier atisbo que cuestione el sacrosanto “orden establecido”; es un instrumento que se pone a disposición de los aparatos represivos y, consecuentemente, forman parte de las políticas de seguridad de los estados y del sistema capitalista.

A partir de aquí todo vale, incluso, el asesinato de niños y niñas; práctica de la que no se desprende, cuando es necesario, el ejército de ocupación de la entidad sionista de Israel para mostrar su naturaleza terrorista. Es, precisamente, el terror el fundamento de la represión que se emplea para provocar una actitud de pasividad ante la injusticia que se padece.

El cinismo es parte consustancial del relato y comunicación de los voceros de la represión. Identificado en la acepción usual del término, se emplea como argumentario para negar la verdad. El desprecio de los receptores de las informaciones es otro de los componentes del discurso.

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