El pasado 3 de agosto se filtraba el vídeo de una lancha de la Guardia Civil hundiendo una barca con 11 personas (algunas de ellas menores) en Melilla. Una imagen, que, por desgracia, ya nos tiene acostumbrados la Guardia Civil en los últimos años, con un largo historial de vulneración de los derechos humanos.

No tardaron en salir algunos defensores patrios a señalar que había sido la barcaza de trabajadores y trabajadoras migrantes la que había chocado con la lancha de la Guardia Civil. Son los mismos voceros que salieron en defensa del Guardia Civil lesionado en el codo por repartir palos contra decenas de personas que buscaban un futuro mejor en el estado español.

Se ha normalizado la violencia y el asesinato de miles de personas en esa fosa común que son nuestras fronteras, se necesita legitimar esa violencia con argumentos falaces como el “efecto llamada”, las mafias o la islamización de la sociedad española para que la población no estalle contra cada uno de esos ataques que sufren las y los trabajadores migrantes en el Mediterráneo y en las vallas de Ceuta y Melilla. Daría para otro artículo ver como parte de la “izquierda” se suma a ese argumentario y presume de mirar por “los trabajadores primero” al asegurar que la llegada de migrantes beneficia a la patronal al rebajar el salario de los “trabajadores españoles”. El tiempo pondrá a cada cual en su lugar y ahí estaremos la militancia del PCPE y de la JCPE para combatir ese falso internacionalismo con la solidaridad entre los pueblos que nos caracteriza a las y los revolucionarios.

África, y especialmente el África subsahariana, ha sido para Europa y los Estados Unidos una fuente inagotable de recursos. Gracias a África se pudo sostener el régimen colonial en América, también gracias a África, fue posible la primera revolución industrial y por último, gracias a África ha sido posible la actual revolución tecnológica.

Cuando occidente habla de África, siempre lo hace desde el mapa. África subsahariana, occidental, oriental, central, cuerno de África… pero raramente habla de sus pueblos, menos de sus personas. África es un lugar de no-personas.

La imagen occidental de África mantiene el imaginario de las novelas decimonónicas inglesas y francesas y del cine hollywoodiense, de un lugar inhóspito, salvaje y vacío de civilización. Un lugar que esperaba la llegada del hombre blanco para ser aprovechado, hombres blancos valientes y aventureros, que se enfrentaban a una naturaleza hostil, incluidos los negros.

De África, el colonialismo y el imperialismo ha extraído y extrae madera, cacao, oro, diamantes, uranio, peces, coltán, caucho, potasa, petróleo, gas… y negros, muchos negros. Negros para las plantaciones de algodón en los Estados Unidos, o para las minas y las plantaciones de caña en la América española y portuguesa.

Negros para trabajar, hasta negros para la guerra, crías de negros para zoológicos humanos en Bélgica, negras para el desahogo sexual de blancos, negras para el servicio doméstico, negras para parir más negros.

Hoy el Mediterráneo se llena de negros y negras ahogados, asesinados y apaleados en las playas y cercas fronterizas. Nuestra imagen moderna los ve en las ciudades como los recicladores de chatarra, los manteros, vendedores ambulantes, lateros… Siguen siendo buenos trabajadores para el campo, recogiendo fresas y otras frutas, en la construcción o en cualquier trabajo físico.

El desarrollo tecnológico, que debiera servir a la humanidad, está siendo convertido por Washington en otro instrumento para mantener su hegemonía

Mientras los principales titulares los acapara el conflicto Rusia-Ucrania —pudiera también leerse OTAN-Rusia—, otra guerra más solapada toma fuerza aunque no exhiba armas letales.

La esfera tecnológica ha sido convertida por Washington en campo de batalla en su deseo de detener a China; temerosa la Casa Blanca porque el país asiático le «roba» mercados, se extiende el uso del yuan en las transacciones comerciales internacionales y, en general, resulta avasallante el ritmo de desarrollo de una nación milenaria que hasta hace 25 o 30 años no producía suficiente arroz para todos sus habitantes, y hoy lidera campos de la ciencia y la técnica y de la producción mundial.

Ha habido escarceos en el ámbito netamente político que pudieron tener peligrosas consecuencias, como el derribo por Estados Unidos de un globo meteorológico chino que apareció sobrevolando sus costas y el Pentágono acusó de espionaje —nada de eso demostrado y de lo que luego se retractó—; o el «desaguisado» provocador de la visita realizada por la entonces titular de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán, que ratificó el desconocimiento de EE. UU. a la soberanía china sobre ese territorio.

Pero el pulso más fuerte tiene lugar ahora en materia de tecnología, y ha llegado a la internacionalización de sanciones que pretenden frenar el avance chino en la cibernética.

En secreto Washington argumenta que teme al progreso de China en ese rubro porque puede redundar en la hipotética fabricación de nuevas armas y, por ende, en una futura y supuesta superioridad militar de Beijing.

Este 26 de Julio se cumplen 70 años del asalto a los cuarteles Moncada en Santiago y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, con el objetivo de combatir la tiranía de la dictadura de Fulgencio Batista.

La mayoría de los revolucionarios que participaron en esta acción eran jóvenes de la clase trabajadora.

El contenido político de la acción estaba explicado en el Manifiesto del Moncada, redactado por Raúl Gómez García bajo la orientación de Fidel y en el que se recogía la situación política en el contexto político que vivía Cuba y la proclamación de las propuestas para combatir la dictadura.

“Ante el cuadro político de Cuba se regocijan el dictador infeliz y sus congéneres subidos sobre la frente del pueblo en su afán ansioso de saqueo. Ante el cuadro patético de Cuba los políticos venales se asocian para montar la nueva pantomima. Fósiles de la política cubana sacan al foro público las ideas más retrogradas, los pensamientos más inútiles mientras el ansia popular, que nunca se equivoca, esperaba la clarinada de alerta, la defensa de sus más sagrados derechos, de su bandera tricolor y de la idea eterna por la que han muerto los más ilustres y desinteresados ciudadanos.”

La dictadura de Batista torturó y asesinó a una gran parte de los 131 participantes directos. La dictadura decretó el estado de sitio en Santiago y suspendió las garantías constitucionales en todo el territorio nacional, dando paso a las condiciones que facilitaban la represión en toda la isla, en la oscuridad informativa, para evitar que el pueblo se rebelase ante el asesinato y la tortura. En ese escenario ordenó que se asesinase a 10 revolucionarios por cada soldado muerto. Cincuenta y cinco fueron asesinados, entre ellos dos personas ajenas a los acontecimientos, los asesinatos se cometieron con métodos de crueles torturas.

La división territorial histórica de Yemen forma parte de los enfrentamientos y dominaciones que a lo largo de la historia han determinado las fronteras de países y el dominio del mundo colonizado.

El resultado geográfico de Yemen es la consecuencia de continuas batallas desde que en 1497 Vasco de Gama invadió la zona. Al igual que muchos otros países, la situación fue inestable, enfrentando continuas guerras colonialistas.

La estratégica posición de Aden, en el golfo que lleva su nombre, fue invadido por tropas de Gran Bretaña desde 1839 hasta 1965. Al igual que en otras regiones, las colonias se convirtieron en protectorados, dando paso, en el sur, en el año 1978 a la constitución de un gobierno que lideraba un país libre de colonialismo: La República Democrática Popular de Yemen.

Por otro lado, Yemen del Norte recibía importantes apoyos del imperialismo norteamericano.

En 1988 los dos gobiernos llegaron a acuerdos de convivencia, que apenas duraron unos años, ya que en 1990 se desató una guerra que acabaría con la derrota del gobierno de República Democrática Popular de Yemen, y la llamada “reunificación”.

Antes de empezar a desarrollar el artículo lanzo un aviso al lector, en estas líneas no se encontrará una defensa ideológica del modelo económico y social chino ni tampoco un ataque furibundo equiparando a China con el imperialismo cual burdo trotskista. En primer lugar, por mi incapacidad teórica e intelectual para dimensionar y abordar desde posiciones científicas la complejidad de las relaciones sociales, económicas y de la lucha de clases en China; y en segundo lugar, por que el objeto del artículo es esbozar el papel chino en el tablero mundial, y cómo en el marco de una ofensiva global del imperialismo estadounidense y de su sucursal europea, China está desarrollando una política exterior basada en el respeto a la soberanía de los estados y en el beneficio mutuo.

China se ha convertido en el enemigo número uno del eje atlantista dirigido por los Estados Unidos, que se ve en franca decadencia e incapaz de conservar la hegemonía económica, militar y hasta cultural ante el gigante asiático. No entraré a valorar la validez o no del modelo chino, pero es evidente que ha conseguido enormes e inimaginables gestas en muy pocas décadas. Y es importante tener en cuenta estos grandes avances para dimensionar el papel de China y sus objetivos en el escenario mundial.

Después de largas y francamente aburridas conversaciones sobre si China es capitalista o no, no he llegado a ninguna conclusión más allá de la certeza de que a los chinos les funciona. En China, con 1.400 millones de habitantes (que se dice rápido), se ha eliminado el hambre y la pobreza extrema, el desarrollo tecnológico ha sido gigantesco, y en 30 años, por no decir 20, ha pasado de ser un país atrasado, a ser la fábrica del mundo y ser hoy la vanguardia tecnológica y científica en todas las áreas que podamos imaginar (computación cuántica, las IT, sector aeroespacial, biotecnología, energía, construcción…). No hay área del conocimiento ni de la técnica en el que China no esté a la cabeza o rivalice estrechamente con occidente.

Haití fue el primer territorio del continente americano que se independizó de su metrópoli, en 1804. Acostumbrados a recibir noticias de los desastres naturales que la isla padece tanto en forma de terremotos como en forma de huracanes o ciclones, que arrasan los Estados caribeños, es la parte de la isla La Española (formada por Haití y la República Dominicana) donde el empobrecimiento creciente ha sido el proceso recurrente en los más de dos siglos de su presunta independencia.

Es un país montañoso donde se suceden los plegamientos, fosas tectónicas, llanuras y valles estrechos que dificultan la producción agrícola, principal sector de ocupación de una población mayoritariamente negra, que fue uno de los destinos del tráfico de esclavos negros que, procedente del continente africano, fueron conducidos para emplearse en las plantaciones en las condiciones más infames e inhumanas conocidas.

Su liberación de la metrópoli francesa la hace mantener desde entonces la impronta arquitectónica y estilística, principalmente en la capital, Puerto Príncipe, pero su evolución histórica ha estado marcada por la proximidad a las costas del ocupante norteamericano, que ha cercenado permanentemente cualquier atisbo de verdadera soberanía. La famosa enmienda Platt impuesta a Cuba a comienzos del siglo XX en su constitución para atar de pies y manos cualquier veleidad no tuvo homóloga en Haití, porque implícitamente se aplicaba a partir de lo que se ha denominado el período de “la diplomacia del dólar”, donde el imperialismo orquestaba la isla a través de dictadores, como el criminal Duvalier, que disponía de sus escuadrones de la muerte (Tonton Macoute).

Si se tuviese una mínima y dogmática interpretación religiosa católica de la vida en este planeta, podría justificarse la situación del pueblo haitiano por un olvido divino. Así, podríamos razonar por qué un país que ocupa el puesto 83 en población (considerado este dato como factor de riqueza) es el 144 en PIB, siendo cada vez más caótica su posición, ya que el último dato disponible por organismos económicos internacionales informa que sus 17 758 millones de dólares han supuesto una pérdida real del 1.80 %, acentuando aún más su ranking de ser el país más pobre de América, en la que mora (porque no viven) más del 80 % de sus habitantes. Esta es la triste realidad de Haití.

El pasado 15 de abril comenzó en Sudán una serie de enfrentamientos armados de gran virulencia, entre el ejército regular de este país africano y el grupo paramilitar conocido como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Los hechos son de extrema gravedad: en su último informe, de mediados de mayo, la ONU hablaba de como mínimo más de 600 civiles inocentes muertos, unas 5 000 heridas y heridos, más de 700 000 personas desplazadas y casi 150 000 refugiadas huidas al extranjero. Además, los combates amenazan con extenderse hasta desembocar en una guerra civil total, que asolaría el país y podría incluso afectar a sus vecinos, algunos de los cuales ya sufren conflictos abiertos: Libia, Sudán del Sur, Chad o República Centroafricana.

De un lado, el ejército está encabezado por Abdel Fattah al-Burhan, líder de la junta militar que gobierna Sudán desde el golpe de estado de octubre de 2021. Del otro lado, Mohamed Hamdan Dagalo (alias Hemetti) dirige las FAR, los antiguos paramilitares "Janjawuid" (jinetes armados), hasta hace muy poco aliado del propio al-Burhan. Juntos habían participado en el golpe de 2021, deponiendo al gobierno civil de Abdala Hamdock, que trataba de llevar a cabo un proceso político de democratización, tras salir de otro golpe de Estado en abril de 2019, el cual a su vez había expulsado a Omar al-Bashir, militar en el poder desde 1989, igualmente golpista.

En este periodo de ya más de un mes, se han negociado varias treguas breves por razones humanitarias: para la atención médica de las heridas y heridos, para tratar de paliar la grave escasez que sufre el pueblo sudanés (agua potable, alimentos, electricidad, etc.). Pero todas estas treguas han sido rotas y los combates son fuertes en Jartum, la capital del país, y en Omdurman, la ciudad vecina.

A pesar de los que los medios occidentales y los sitios digitales financiados por el imperialismo anunciaban como fracaso y elevadísimo porciento de abstencionismo, las cifras arrojaron otra victoria para el proceso revolucionario.

Y es que los revolucionarios sabemos, y el enemigo también, que las elecciones no sólo son el proceso de elección de diputados al Parlamento o Asamblea Nacional del Poder Popular, sino son un referendo que mide el apoyo al proceso revolucionario. De ahí el empeño en denigrarlo y sabotearlo, alentando los ¨votos de castigo¨.

Pero, una vez más, en su arrogancia y ceguera de odio se sobrevaloraron creyéndose sus propias mentiras y a pesar de que las elecciones transcurrieron, eso sí en un escenario difícil, debido al azote de la pandemia, el criminal recrudecimiento del bloqueo, con el agravamiento de la situación económica y el bombardeo mediático, el pueblo volvió a decir SÍ.

RESULTADOS DE LAS VOTACIONES

Ejercieron su derecho al voto 6.167.605 electores, lo que representa el 75.87 %. Todos los diputados resultaron electos con más del 61 % de los votos válidos emitidos, por el voto libre, igual, directo y secreto de los electores.

Del total de boletas depositadas en urnas fueron:

Válidas, 5.565.640 (90,28 %); En blanco, 383.316 (6,22 %); Anuladas, 215.920 (3,50 %); Votos por todos: 4 millones 12.864 (72,10 %); Votos selectivos: 1 millón 552.776 (27,90 %)

Y conste que el voto por todos, o VOTO UNIDO, es el apoyo a TODOS los candidatos a diputados nominados. De modo que ese 72,10 % es otra inequívoca muestra de confianza y apoyo a la Revolución.

¿ES DEMOCRÁTICO O NO EL PROCESO ELECTORAL EN CUBA?

Ya se sabe que desde siempre el eterno argumento contra el sistema electoral cubano es que no se basa en el pluripartidismo. Como si eso fuera garantía de DEMOCRACIA.

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