Sobre la gestión de las residencias de ancianos.

La actual crisis de salud pública ha dejado a ojos vista las pocas vergüenzas que al capitalismo le quedaban por mostrar, constatando claramente como un hecho que hoy, seguir bajo los criterios de este sistema es un peligro para la salud pública y el bienestar de la mayoría social.

La nueva crisis socio-económica, derivada de la pandemia del coronavirus (COVID-19) que azota a todo el mundo y, en particular, a nuestro país, trae consigo una consecuencia que podríamos tildar de positiva a pesar de la dureza del momento. Dicha consecuencia es la constatación, más evidente aún si cabe, de que el sistema social fundamentado en el modo de producción capitalista no puede dar respuesta a las verdaderas necesidades sociales. Para muestra, un botón.

Escuchando a diario las noticias sobre el avance de la pandemia del corona virus uno no puede más que deprimirse: nos damos cuenta de que los sistemas de salud de los países más avanzados no están preparados para afrontar un reto de tal envergadura, por no pensar en las personas que viven en países sin un sistema de salud pública. Salud pública?

Las personas que suscribimos este texto hemos mantenido siempre una posición marcada por nuestro compromiso con la lucha antiimperialista, y por la solidaridad con todos los pueblos que luchan por su soberanía y por el derecho de los mismos a construir sus propios proyectos políticos.

Hoy, en una situación de emergencia sanitaria mundial, queremos expresar nuestra más decidida exigencia de que cese de forma inmediata la guerra multifacética que el imperialismo yanki desarrolla contra el legítimo gobierno bolivariano de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro Moros, y contra todo el pueblo de Venezuela.

Mucho me temo que tras esta pesadilla, al contrario de lo que mucha gente opina, pocas mentalidades van a cambiar de forma espontánea, y es que aunque los medios de comunicación traten de cerrar los informativos con esperanzadoras imágenes de aplausos, arcoíris y artistas dando rienda suelta a su creatividad, lo cierto es que existe una realidad mucho más cruda que se puede ver a través de nuestra ventana, o de la pantalla de nuestros dispositivos móviles.

 

Estos días está cambiando rápidamente la subjetividad de una buena parte de la clase obrera. Con el ejemplo de las precarias aparadoras de Elda produciendo de forma espontánea y solidaria miles de mascarillas para donarlas sin contraprestación. Con el ejemplo internacionalista que están dando China y Cuba mostrando solidaridad a raudales enviando personal y material sanitario. Con la cuarentena decretada mientras la dictadura del capital obliga a trabajar a muchos y muchas, aún a riesgo de su salud y la de sus seres queridos.

Asistimos a una situación sin precedentes en los tiempos modernos, que sin embargo, ya han sufrido las mujeres trabajadoras a lo largo de la historia, encerradas en casa, sin voluntad, sin capacidad de acción, sometidas a la opresión del sistema. 

Asistimos también a la “romantización” de la cuarentena, personas aplaudiendo en los balcones, bailando, cantando, jugando, saltando, comiendo la insólita cantidad de provisiones adquiridas en “Mercadona”. Nos muestran la cara de la cuarentena que más les conviene, como en todo, también el modo de pasar la cuarentena está relacionado directamente con los privilegios de clase.

El pasado día 17 de marzo el Consejo de Ministros aprobó un conjunto de medidas, por importe de 200.000 millones de euros, que se presentan como un “escudo económico y social”, ante la situación creada por la extensión del coronavirus. El Secretariado Político del Comité Central del PCPE, después de un análisis pormenorizado de las medidas propuestas, hace la siguiente DECLARACIÓN:

La mayor parte de esos 200.000 millones está destinada a las empresas.

En esta situación de alarma general, debido a la propagación y contagio del Covid-19, las reacciones y medidas por parte de las empresas industriales y de comercio de la oligarquía y de la mediana burguesía han sido muy variadas.

En las primeras horas, unas muy pocas o ningunas de esta tomaron las medidas de higiene-sanitarias de seguridad necesarias para que ningún/a de los/as obreras/os se pudiera contagiar.

Pasadas las primeras horas de la alarma general impuesta por el gobierno central (un 155 con más grado de represión, dirigida esta principalmente a la población más vulnerable) el panorama para las obreras y obreros era demencial. Ante esta situación, las principales medidas empresariales han sido iniciar un masivo proceso de regulación de empleo a través de la puesta en marcha de cientos de ERTEs, y amenazando con el uso de los EREs: despido masivo de obreras y obreros sin ninguna garantía social y nula protección del estado. No podía ser de otra manera, el capital aprovecha la mínima coyuntura de crisis para llevar a cabo todo un reajuste del mercado laboral a través del cual intentará extraer algún beneficio más.

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