Día 10 de Mayo, cerca de cumplirse los dos meses de cuarentena y un estado de alarma vigente en fase 0, miles de muertos del pueblo trabajador, mucha angustia entre las personas más vulnerables que ya empiezan a pasar hambre y necesidad o mucho dolor y sufrimiento entre quienes no han podido ni despedirse de sus familiares muertos o, entre quienes miran al mañana sin saber si tendrán trabajo o el que tengan les dará para cubrir sus necesidades básicas o hasta cuándo lo tendrán...Esas son las preocupaciones de la mayoría de la población, pero no para quien tiene “su reino” fuera de todo esto, pero cubiertas – y bien cubiertas- sus necesidades materiales, para quien tiene garantizados sus cuantiosos ingresos a través de la exención de impuestos o con el vigente concordato. A la iglesia católica y su vocero mayor, ese brazo episcopal cardenalicio, ariete de la derecha, la derechita y la derechona no le alcanzan ninguna de esas preocupaciones mundanas.

 

Recordar al Tío Ho, a los 130 años de su nacimiento, solo puede hacerse desde la inmortalidad de la obra de un hombre que trasciende en su pueblo y se proyecta en las generaciones. Un gigante en el arte, no solo de la poesía, sino fundamentalmente del arte de la insurrección, de la guerra de guerrillas y de la construcción de la patria socialista.

 

La clase obrera y los sectores populares están siendo castigados, al unísono, por dos virus diferentes, el patógeno, con terribles consecuencias inmediatas de muerte para el pueblo y, el más grave, por sus consecuencias a corto y largo plazo, el capitalismo y sus políticas antisociales. Este último es el máximo responsable de que el virus patógeno, que no tiene clase social ni género, se haya extendido y castigue con tanta virulencia al pueblo trabajador. De la forma viral patógena salimos si se implantan medidas sanitarias y sociales adecuadas. Del capitalismo se sale a través de la lucha de clases, lucha antagónica de intereses entre la clase obrera y la burguesía parasitaria.

 

El gobierno socialdemócrata PSOE-UP ha anunciado recientemente su intención de hacer obligatorio el uso de mascarillas en los espacios públicos para frenar el contagio de la COVID-19, medida que, si bien puede tener sentido desde un punto de vista sanitario, es especialmente indignante entendida dentro del proceso de recorte de libertades democráticas llevado a cabo desde el inicio de la crisis estructural del capitalismo de 2008.

Este 15 de mayo pasó sin pena ni gloria el noveno aniversario del 15M. Con las plazas vacías y el estado de alarma, asistimos a la merma de derechos como reunión y manifestación. Con una gestión de la crisis sanitaria desastrosa por parte del régimen borbónico y las políticas de salvamento del moribundo capitalismo en marcha en Españistán.

Reiteradamente nos hablan de prepararnos para la nueva normalidad, que el mundo cambió, que ya nada será como antes, que tendremos que adaptarnos, pero nadie nos dice cuál será el cambio ni cómo será la nueva normalidad, sabemos cómo era la anterior normalidad, que para unos pocos era muy buena y para la gran mayoría era muy mala, si es que va a ser nueva debería cambiar, no puede ser, en muchos aspectos el volver al pasado, a la ausencia de derechos.

Según un estudio de la Xarxa Vives d’Universitats, publicado en mayo de 2019, la digitalización en el proceso de enseñanza-aprendizaje no supera el 5% en nuestras Universidades. El RD 463/2020 de 14 de marzo, que confundió una Emergencia de Salud Pública con un Estado de Alarma, suspendió la actividad educativa presencial de todos los niveles sustituyéndola por modalidades a distancia y “online” para las que ni la Universidad, ni mucho menos el resto de niveles de la enseñanza, estaban preparados.

Es un lugar común de nuestros debates preguntarnos cuál será la causa que puede llegar a provocar la crisis revolucionaria, ¿por dónde y por qué razón saltará la chispa que levante a las masas contra el sistema que las explota y oprime? Debate necesario, pero que si no les trasciende porque se hace con voluntad real de intervenir políticamente entre ellas, ejerciendo el papel de dirección revolucionaria que nos corresponde desarrollar como Partido de Vanguardia, acaba siendo un pasatiempo de mesa camilla para aliviar conciencias inquietas.

Publicamos la tercera y última separata del Unidad y Lucha de mayo para cerrar la edición de este mes.

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