Con Fidel, ¡victoria segura! 

El dinámico proceso del desarrollo social, que se ha ido concretando a lo largo de la Historia, está siempre determinado por las relaciones que en cada momento se establecían en unas determinadas condiciones materiales. Es decir, por los recursos de que disponía cada sociedad en cada momento concreto para afrontar la vida. Con una sostenida pugna entre la apropiación privada y el respeto a la propiedad colectiva, entre los individuos que moraban en un espacio concreto.

Es necesario este preámbulo para sustentar la reflexión sobre el cambio que se viene produciendo desde hace tiempo, donde los avances que se dan hacia un futuro diferentes se han visto dialécticamente acompañados por la pérdida de elementos que perturbaban, y hasta impedían, el desarrollo normal. Es el precepto y principio de la evolución que le proporciona ciencia a la interpretación de la realidad para comprenderla.

Diversas líneas de pensamiento han desarrollado sus investigaciones en desmenuzar los factores de agotamiento de los distintos modos de producción que desde la Revolución Neolítica se han impuesto a lo largo y ancho de todos los continentes. La asincronía, no obstante, no impedía que las distintas zonas o lugares del planeta, expresaran la realidad de forma genérica con algunos aspectos propios gestados por hábitos, costumbres y normas consuetudinarias. Todo ello dio lugar a procesos de hegemonía de imperios que se conformaron haciendo uso de una violencia intrínseca, y que, agudizando sus contradicciones y encontrándose con respuestas de rechazo a su dominación, finalizaron con la decrepitud absoluta sus abyectos proyectos.

El decrecimiento es una tendencia del pensamiento económico, político y social; por lo tanto, multidisciplinar que, ante el deterioro medioambiental, busca reequilibrar la relación con la naturaleza, a través de la disminución de la producción y el consumo.

Todas las cuestiones que envuelven este ideal y sus distintas familias se han puesto de moda. La huida del debate de los espacios de “culto” (académicos), hacia su “democratización”, participando a “la opinión pública”, gracias al eco que la prensa comercial está ofreciendo últimamente, da qué pensar. Será por susceptibilidad, pero pareciere una forma de ir acomodando al personal ante lo que nos viene encima.

Obviamente no estamos ante algo nuevo. El término “decrecimiento” lo acuñó el francés André Gorz en 1972 cuando planteó el debate sobre la compatibilidad del capitalismo con el equilibrio de la tierra. A partir de aquí, multitud de autores de todo pelaje han contribuido a crear una cosmovisión que tiene como eje central el freno a la tiranía del crecimiento con el objetivo de asegurar la subsistencia del planeta y, por tanto, de la humanidad.1

En los últimos tiempos, las personalidades más notables entre quienes comparten, han enriquecido y/o participan de estas ideas han tenido una amplia proyección, llegando incluso a discursar ante importantes instituciones públicas2“El último informe del Foro Económico Mundial de Davos admite que solo un futuro de ‘colaboración’ y decrecimiento justo nos permitirá sobrevivir a la suma de las policrisis del capitalismo”, escribe Agnès Delage Amat.

Pedro Sánchez asiste a la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Fuente: Lamoncloa.gob.es

La Unión Europea y, por tanto, el Estado Español, está sometida a la decadente hegemonía imperialista estadounidense. Esto posibilita que se cumplan, a pie juntillas, las “obligaciones” y encargos que nos corresponden como miembros (periféricos y subsidiarios) del Occidente Colectivo. En este sentido, independientemente de la facción de la burguesía que hubiere entrado a gobernar España, el cumplimiento de los compromisos estaba garantizado.

Valga como ejemplo de esta afirmación, entre otros, el rol que IU, Podemos y el PCE jugaron en la Cumbre de la OTAN de Madrid del 29 y 30 de junio de 2022 y las declaraciones clarificadoras de Enrique Santiago: “si formamos parte de una organización internacional y tenemos obligaciones, es obvio que mientras formemos parte, hay que cumplirlas”. Entre estas obligaciones: alcanzar el 2% de nuestro PIB en defensa o ampliar de uso de las bases yanquis.

Es la pertenencia a la UE y al euro, la que garantiza las reformas estructurales mandatadas por su oligarquía, en torno a la fiscalidad, las pensiones, el trabajo… y aquellas derivadas de la división internacional del trabajo que nos asigna una economía extractiva, con la degeneración del territorio que ello conlleva. Los préstamos e inyecciones económicas Next Generation son avales del cumplimiento de estos compromisos.

Este alineamiento monolítico en cuestión de relaciones internacionales, no resulta tan pacífico en lo que respecta al propio ámbito interno. Aquí, las burguesías periféricas confrontan con una burguesía central que se aferra con ahínco, a nuestras tradiciones más rancias. Por otro lado, cada vez son más manifiestos, los distintos intereses faccionarios en el seno de la burguesía española y la disputa sobre la propia gestión del capitalismo, sus alianzas y sus modos.

URGENCIAS Y EMPLAZAMIENTOS

La audaz acción defensiva del Eje de la Resistencia, el pasado día 7 de octubre en Palestina, ha provocado un salto cualitativo en el escenario internacional de la lucha de clases.

Antes de esa fecha, Ucrania fijaba las coordenadas centrales en la escena internacional, en su expresión más violenta hasta entonces, la guerra imperialista.

Es arriesgado hacer una previsión de cómo evolucionará, en términos concretos, la agresión actual contra el pueblo palestino. No obstante, sin poder precisar ritmos y plazos, todo indica una acelerada evolución hacia una barbarie extrema superior, como factor intrínseco del bloque imperialista occidental en su etapa agónica.

VIOLENCIA SIN LÍMITES

Después de las Torres Gemelas, en el 2001, el capitalismo occidental implementó la retórica de “la lucha contra el terrorismo”, como requisito necesario para mantener su proceso de acumulación de capital.

Ahora, en un salto directo hacia las profundidades del infierno y consciente de sus fracasadas políticas, ese capitalismo occidental naturaliza los crímenes más execrables como intento desesperado para el mantenimiento de su decrépita hegemonía y, así, tratar de amortiguar la inexorable caída tendencial de la tasa de ganancia.

Colapsa el discurso anterior, que se sostenía en la apropiación de la defensa de los DD. HH., las libertades y la democracia, para legitimar sus violencias. Eso hoy ya resulta insostenible. Ninguna potencia occidental condena el ataque sionista contra los hospitales palestinos ni ninguno de sus otros crímenes de lesa humanidad, incluso contra los miles de niños.

El engranaje capitalista, per se, necesita de forma acuciante, y más si cabe, en su actual estado de decrepitud, de ingredientes propios de su propia ralea, ingredientes que, contradictoriamente, no se generen en sus más tradicionales “mercados”.

Existe poco, o nada de humano en la maquinaria capitalista. Por lo tanto, el capital precisa “cruzar el charco”, saltar a otros escenarios, adentrándose, sin llamar a la puerta, en la lógica del pensamiento humano, en su actual dialéctica.

Éste ya no se conforma, con explotar, cada vez con más violencia y “sofisticados” métodos de alienación de masas, a la clase trabajadora. Los habituales contextos de sometimiento, traspasan las cadenas de producción, y se dotan de nuevos elementos, que engrasan la vieja máquina.

Ese miedo perverso, a perder el rumbo, a que los vientos no soplen a favor de sus inagotables ansias de someter a la clase trabajadora mundial a sus dictámenes de asfixia, conlleva, a que hace ya, no poco tiempo, observamos como se gesta esta especie de laboratorio de alquimia capitalista; el cual nutre, a todos aquellos organismos, que secundan sin pestañear, sus execrables metas (OTAN, F.M.I, U.E), y también a sus tentáculos o fases, que abraza, cada vez, con más fiereza, siendo estos primos hermanos, el imperialismo y el fascismo.

El capitalismo, en sí, no es un pollo sin cabeza, mal que nos pese, no es un ente carente de conocimiento. Aunque el contenido y desarrollo de éste resulte perverso en todas sus formas, no carece de él. Se encarniza, haciendo perder fuelle a las contradicciones que se suceden en la contienda de la lucha de clases. Es por eso, que parece ser que precisa de una receta que contribuya a dicho objetivo, el cual persigue atendiendo a un infame procedimiento:

 

Hace 45 años se institucionaliza la continuidad del franquismo y la oligarquía en el llamado “Régimen del 78”, el cual siempre hace referencia a la Constitución en el proceso mitificado de la Transición española. Se institucionalizan los pactos de la vergüenza, el olvido y el desmantelamiento de las luchas obreras y populares.

El continuismo institucional franquista bajo la monarquía, con adornos democráticos, sumando la claudicación y traición de los sectores eurocomunistas (PCE, con las políticas de “reconciliación nacional”) y la socialdemocracia (PSOE, con el apoyo y financiación de la socialdemocracia alemana, la CIA y EE. UU.), significó la pérdida y el abandono por parte de la “izquierda pactista” de los valores y la lucha por el restablecimiento de la legalidad de la República, que fue derrocada por un golpe de Estado fascista. El 6 de diciembre de 1978 se institucionaliza la victoria de la burguesía sobre la clase obrera, proceso iniciado en los Pactos de la Moncloa (1977), que supusieron un freno y el desmantelamiento de las luchas obreras que se estaban produciendo, entrando en un período de pactos “sociales” con las burguesías dominantes.

La Transición, con su Ley de Amnistía, finaliza liberando a los responsables de los crímenes del franquismo de sus responsabilidades. Las instituciones franquistas (policías, militares, jueces, etc.) se reconvierten bajo el paraguas de la monarquía borbónica, pasando de ser criminales a ser “democráticas”.

La burbuja que se está formando con dinero público a cargo de las deudas soberanas, explotará más pronto que tarde de forma generalizada.

¿Sabes en qué veo que las comiste de tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas.

Así es cómo el ciego supo que Lázaro de Tormes engullía más uvas que él.

Con los Fondos de Recuperación Next Generation de la Unión Europea debe estar pasado algo similar. Hay quienes se han llevado dinero a espuertas (y aún se llevan), mientras que otros callan. Solo se puede entender desde la lógica del beneficio mayor de aquellos que en silencio también se han enriquecido.

Cuando estamos en pleno periodo de ejecución de estos fondos, parece que la actualidad también silencia todo lo relativo a este asunto como si fuera algo del pasado. Es una cuestión que ya no forma parte del momento. Las noticias sobre otras cuestiones (amnistía, inicio de legislatura, “conflicto” palestino-israelí), acaparan el prime time.

A pesar de que el Gobierno, en la página web del PRTR, informa de la marcha de los fondos con determinados informes, no se aportan datos claros sobre el grado de ejecución, sectores económicos de destino y tipo de empresa beneficiada, según ha denunciado FUNCAS (Fundación de Cajas de Ahorros). Esto ocurre cuando las consecuencias del dispendio todavía no hemos comenzado a sentirlas. Aún vivimos bajo los efectos anestésicos de la lluvia de millones.

Sin embargo, es importante recordar que parte de estos Fondos son a devolver y que, a partir de 2024, la Unión Europea reactivará el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). Toca política de austeridad y contención del gasto público orientado a reducir una deuda pública que amenaza con hacer saltar en pedazos la economía.

Volviendo a la falta de crítica sobre lo esencial de estos Fondos, es cierto que el Partido Popular, con el comienzo del reparto económico de las partidas, criticó e, incluso, falseó información sobre su gestión. Voceros del partido como Díaz Ayuso o Rafael Hernando llegaron a difundir que la UE iba a congelar los fondos por el oscurantismo de la gestión. También se dudó sobre su destino. Todo ello, más como un elemento para desestabilizar al gobierno que para oponerse al recibo de los fondos en sí.

Este 25 de noviembre llega marcado por el aumento de las agresiones contra las mujeres, dentro del incremento del clima de violencia general que desata el capitalismo, que no encuentra otro modo de superación de su crisis estructural que no sean guerras y conflictos, Palestina es hoy el escenario central de esta nueva ofensiva del imperialismo internacional, con el sionismo a la cabeza, ejecutando un genocidio televisado sin que nadie lo impida. Manifestamos desde aquí nuestra solidaridad internacionalista con las mujeres palestinas y su lucha contra la ocupación, siempre a la vanguardia de su pueblo.

La situación actual donde la violencia contra las mujeres continúa y es continua, cotidiana, tanto que se normaliza, en ocasiones se oculta y últimamente se niega, se le suma el agravamiento de las condiciones materiales de vida, situando a las trabajadoras en una extrema vulnerabilidad que se vuelve brutal cuando esas mujeres sufren violencia de género.

La situación es tremendamente grave, en 2021, unas 45.000 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo, lo que equivale al 56% de los homicidios de mujeres, solo el 11% de los homicidios de hombres se producen en la esfera privada. Se calcula que, en el mundo, 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– al menos una vez en su vida han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, (el 30% de las mujeres de 15 años o más). De las adolescentes que han mantenido una relación, el 24% ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja. Los datos demuestran que la violencia generalizada contra las mujeres a nivel global es estructural, es parte intrínseca del modelo capitalista y por lo tanto acabar con ella, acabar con el patriarcado, debe estar unido inexorablemente a la lucha contra el capitalismo.

En el Estado Español han pasado 20 años desde que se empezaron a contabilizar las muertes por violencia de género, 1.236 mujeres asesinadas desde 2003, con un alarmante aumento de victimas este año, 51 hasta hoy, según fuentes oficiales y 92 feminicidios y asesinatos de mujeres según feminicidio.net. Ya no son portada, aunque la violencia no cesa, después de muchos años de leyes, pactos, declaraciones, concentraciones silenciosas y manifestaciones ruidosas, vemos como las políticas no son de prevención y concienciación, sino se dirigen a las consecuencias, al asistencialismo a las víctimas, siempre insuficiente y abanderando el más cárcel para todos.

Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que suscita su funcionamiento es una civilización decadente.
Una civilización que escoge cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización herida.
Una civilización que le hace trampas a sus principios es una civilización moribunda
(Aimé Cesaire, Discurso sobre el colonialismo)

Así hablaba Cesaire sobre la civilización Occidental en los años cincuenta. Aparentemente, el triunfo sobre el nazismo y el fascismo había liberado a Europa de los regímenes que inundaron de horror el mundo, sin embargo, visto desde los pueblos colonizados, los fascismos y la guerra apenas habían desenmascarado el verdadero rostro de la civilización Occidental.

Cesaire supo ver que, expansión colonial y civilización occidental van de la mano; que el nazismo pudo prosperar y expandirse por la connivencia de esa civilización que veía en él un fenómeno pasajero y no la barbarie suprema que hacía tiempo se aplicaba a los pueblos no europeos. Decía que Europa antes de ser víctima del nazismo había sido cómplice, que había apoyado al nazismo antes de padecerlo, que lo había legitimado porque se aplicaba fuera de sus fronteras.

Podemos acercar esta reflexión a lo que ocurre en estos momentos en Oriente Próximo y explicar las raíces profundas de la complicidad europea en el genocidio de los palestinos.

El conflicto colonial sionista en Palestina tuvo su origen en Europa, y ni siquiera podemos decir que se inició con la autoproclamación del Estado sionista israelí en 1948, todo empezó mucho antes. El colonialismo fue, y es, la condición necesaria del capitalismo; y fueron las potencias europeas las que al tiempo que ponían en práctica el expansionismo saqueador y el exterminio de las poblaciones de los territorios colonizados, necesitaron desarrollar una ideología que, ante sus propias poblaciones, justificara el genocidio y la barbarie.

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