La luz y las tinieblas forman parte de la dialéctica de las pavorosas contraposiciones  exacerbadas en el Barroco. En el ámbito pusilánime  de la Ilustración en el siglo XVIII la luz se opone a la oscuridad como la construcción ideológica de la Razón, en mayúscula, frente a la superstición. Adentrarnos  en el libro Iluminaciones y el complejo mundo de elaboración teórica de Walter Benjamin es tan apasionante como necesario. Esas iluminaciones que nos revelan sus sombras cuyas penumbras relevan sus luminarias como desaparecidas luciérnagas o la nubosidad  que se desvanece tras la tempestad.

En España le dedicó con apasionamiento el arduo estudio de la obra de Benjamin, obra que quedó dispersa a su muerte tras la huida del Nazismo, investigaciones  por parte del consorte de la Casa de los Alba, Jesús Aguirre, quien  se ha ocupado de  estudios enjundiosos desde los primeros años 70, una década prodigiosa en estudios en  torno a la elaboración intelectual marxista.

El libro publicado en 2018 por Taurus, prologado por Jordi Ibáñez, compendia textos fundamentales de Walter Benjamin así como estudios de Jesús Aguirre. La obra del autor alemán  acoge  un texto primigenio sobre el lenguaje de 1916 o sobre Proust y el surrealismo en las postrimerías de los años 20. Los años 30 constituyen una época  fructífera con estudios sobre  la historia de la fotografía, el papel relevante literario de Kafka, análisis en torno a Baudelaire y su  obra cumbre La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica en 1936.

La obra de Walter Benjamin, representa extraordinarias iluminaciones que elucidan  un  magnífico legado en un tiempo de entreguerras, conflictos bélicos sombríos devastadores en Europa.

Miguel Angel Rojas

Dulce Chacón nunca mercantilizó la memoria histórica republicana ni la manoseó como lo hacen  hoy los mercanchifles de lo que denominan memoria democrática, esos malversadores de la Historia que pretenden reconvertir la memoria de la lucha republicana más propicia a la homogeneización histórica burguesa. Una especie de especímenes del oportunismo más baboso de republicanos de la memoria del pasado y monárquicos gestores del régimen borbónico.

Asistimos a una mistificación tendenciosa de confundir o relativizar el epicentro del conflicto de la guerra contra el fascismo en España, en base a una falsa reconciliación bajo la égida de la dominación burguesa, estoy pensando en Juan Eslava o Javier Cercas, verdaderos trileros de la manipulación burguesa de la historia al servicio del proyecto oligárquico de la Transición.

No olvidemos aquellos monumentos de la Transición que glorificaban a las víctimas de la guerra, homologando a las víctimas y los verdugos, a republicanos y verdugos para solapar el genocidio que perpetró el fascismo en España.

La cuestión consiste en enmascarar la lucha de clases en los conflictos sociales y relativizar los desmanes del fascismo. Ello conlleva a blanquear el franquismo que pervive, el resultado lo tenemos con los lunpen-fascinerosos voxeros.

Mientras tanto la socialdemocracia de Soros, como es la Cadena SER, persiste a través de la prestidigitadora Nieves Concostrina  y su crítica del franquismo para legitimar la falaz Transición gatopardiana, insiste en la falacia de la memoria democrática de que la república representó el régimen burgués, obvia el papel del Frente Popular y del PCE de José Díaz a la hora de combatir el fascismo y el proyecto oligárquico burgués que pervive todavía. En esta línea podemos citar “Las trece rosas” de Jesús Ferrero, al convertir la novela en una pantomima literaria.

La película de Benito Zambrano recoge con plena honestidad lo que representa la novela “La voz dormida” de Dulce Chacón, cuyos personajes femeninos, mujeres protagonistas luchadoras realmente empoderadas de conciencia de clase, nada que ver con “Amar en tiempos revueltos” de las soporíferas sobremesas somnolientas.

La novela de Dulce Chacón nos lleva a la fiabilidad de novelar los testimonios de mujeres que lucharon contra el fascismo y fueron víctimas del fascismo sin ambigüedades, ambages, florituras ni traicioneras falsedades.

Miguel Ángel Rojas

Las odas de Horacio en la Antigua Roma representaban el embellecimiento artificial por parte de la clase de los patricios  y su dominación social dentro de lo que el poeta latino concebía como poesía ut pictoris. Las estrofas idílicas campestres sublimes que enmascaran la barbarie de la sociedad esclavista romana.

El viaje de las odas horacianas a las odas y églogas garcilasianas recorren siglos hasta aterrizar en el petrarquismo de nuevo cuño y el animismo como categoría de dominación ideológica de eso que la historiografía burguesa denomina como renacentista. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Renacimiento?

Las odas nerudianas del libro Navegaciones y regresos nos trasladan a una cotidianidad  propia de la vida y el mundo inmersos en una maraña de contradicciones. La celebración de la alegría de vivir en términos picassianos en un mundo lleno de turbulencias, un mundo de cambios y esperanzas. No tiene nada que ver con la cotidianidad posmoderna  de idílico idealismo individualista.

Neruda se sumerge en el mundo y nos hace emerger la vida a través de las odas. El título de Navegaciones y regresos nos evoca el viaje mítico de Odiseo y su regreso a Ítaca,  aunque en este caso dista del hieratismo idealista de Kavafis. Las odas nerudianas nos trasladan siguiendo la senda de Bertolt Brecht. Recordemos los versos brechtianos: «De todos los objetos/ los que más amo son los usados». De esta manera podremos comprender a Neruda inmerso en sus odas como “Oda a las cosas”, donde se reafirma en amar las cosas, las cosas diminutas, la belleza del planeta lleno de llaves, saleros, anteojos, clavos o escobas. Especialmente le dedica una oda a las cosas rotas en el sentido machadiano, el del Machado de poemas como los que dedica a las moscas o a un olmo seco, en el caso de Neruda poemas exentos de melancolía atávica.

El libro nos abre numerosos mundos, multitud de rincones del mundo  como la gran muralla en la niebla, la isla de Ceilán, pero también por enseres o animales como el caballo, el elefante o el gato. Neruda canta la grandiosidad de la sencillez de la obra ingente de Lenin.

Miguel Angel Rojas

En la actualidad  han surgido modas como las de convertir la literatura y las elucubraciones “filosóficas” en mercancías de autoayuda, proliferan una especie de gurús de la resiliencia, esa palabra mágica promovida, al igual que la de la distopía y la espectacularización orwelliana, especialmente a partir de la pandemia. Nos inundan una especie de recetarios a través de falsimedia de los medios de comunicación controlados por el Ibex 35 y las transnacionales de la anglosfera para una felicidad de papel de celofán en un mundo feliz, el mito de la caverna, recordemos a Saramago, los mundos de yupy en la Era del genocidio en Palestina. ¡Si Adorno levantara la cabeza tras Auschwitz y Gaza! Asistimos a unos tiempos de estupidización intelectual de la dulcificación  más babosa de la realidad más brutal.

Sartre ignoró la concepción del materialismo dialéctico y del materialismo histórico a la hora de no  entender la ideología y la lucha de clases a partir de la dominación ideológica de la clase dominante burguesa. Hemos de situar las aportaciones de Gramsci en torno al intelectual orgánico y la teorización en torno a los aparatos ideológicos de Estado de Althusser, como ejes a la hora de concebir la lucha ideológica.

El libro Intelectuales de consumo, del profesor de Literatura José Antonio Fortes, representa una obra imprescindible para entender el proceso de involución de la intelectualidad pequeño burguesa española, a la hora de convertirse en meros pajes de la hegemonía cultural imperialista posmoderna y sorosiana, una intervención muy calculada en el proceso de domesticación burguesa a través de la transición del régimen borbónico en España en el periodo finisecular del siglo XX y los inicios del siglo XXI.

Miguel Ángel Rojas

Alexei Maximovich Pechkov, quien adoptó el pseudónimo de Gorki, había nacido en 1868 en la década en la que fue abolida la servidumbre en los campos del imperio ruso. La burguesía  comenzaba a apropiarse de la propiedad agraria en disputa con los vestigios de la propiedad de la aristocracia zarista. Lenin escribiría una obra como El desarrollo del capitalismo en Rusia en las postrimerías decimonónicas.

La vida de Gorki representa la época de la decadencia del zarismo. Sufrió maltrato del abuelo y de la madre, quien a su vez era maltratada por su segundo cónyuge: una vez el pequeño Gorki se enfrentó al padrastro en defensa de su madre. Adoraba a su abuela de quien dijo que su amor desinteresado por el mundo le llenó de vigor para una vida difícil, ella le contaba historias de bandidos buenos, hombres magnánimos, del espíritu maligno y sobre animales.

Quedó huérfano y tuvo que trabajar desde pequeño para sacar la familia adelante, sufriendo maltrato de sus patronos que le prohibieron leer libros. Al trasladarse a Kazán, estableció sus primeros contactos con militantes revolucionarios. Conoció a un pequeño propietario de una tienda de ultramarinos, poseedor de la biblioteca de libros prohibidos más surtida de la ciudad.

El joven Máximo intentó suicidarse con un revólver, sin embargo el deportado político Romas, quien lo comprendió y le abrió las puertas de la vida, lo ayudó a levantarse. Participó junto a Romas en despertar a los campesinos explotados por los kulaks.

Trabó amistad con prisioneros, deportados, los cuales leían mucho, estudiantes expulsados de la universidad, seminaristas, funcionarios del Zar, oficiales de la marina. El escritor deportado  Korolenko le dio la primera lección del arte de escribir.

Escribió la novela La madre en 1907, un clásico de la literatura universal, llevada a la cinematografía en 1926 por Pudovkin, la visión de la protagonista y los cambios y transformaciones que experimenta el personaje nos lleva a una lección extraordinaria del proceso que experimentan los personajes  reviviendo la mejor tradición de Gogol, Turgueniev, Dostoievski y Tolstoi a la hora de vislumbrar las perspectivas de los mayores cambios de la Historia.

Miguel Ángel Rojas

Fiel muestra de literatura imprescindible son las líneas que recorre esta revista, que lo son también por las profundas y radicales contradicciones que se dan en las luchas de clases de 1984 a la actualidad.

Arranca con el Congreso de Unidad Comunista, respuesta congruente a la traición Eurocomunista iniciada en 1956 con el llamado a la Reconciliación Nacional y el  lodazal de la conciliación de clases, que vio nacer un Partido marxista-leninista, internacionalista, solidario del bloque socialista, republicano y comprometido con el derecho a la autodeterminación de los pueblos (también en España)  denominado PC.  y poco después PCPE.

La burguesía está preocupada por rescatar el papel de las mujeres en el arco de su dominación de clase capitalista a lo largo de la Historia y pretende que la labor de mercenarios al servicio del Capital se feminice, dígase: ministras, presidenta del Fondo Monetario Internacional, directora del Banco Central Europeo o la mercenaria Ursula Von der Leyen como gestora del imperialismo europeo de la UE.

La pequeña burguesía también pretende que las mujeres pequeño burguesas cada vez tengan más relevancia en su papel de subalternas al servicio de la burguesía y de contrapartida, que la pequeña burguesía tenga su lugar subsidiado por la burguesía.

En este contexto, desde nuestra posición comunista hemos de rescatar el papel de las   mujeres en la lucha revolucionaria y en la lucha por el Socialismo como el camino emancipatorio de la clase obrera y de emancipación de la mujer.

En esta ocasión vamos a recomendar el libro “Guerrilleras” de Esperanza Martínez. Quien tuvo un papel activo en la lucha de la Resistencia contra el Franquismo. Fue prisionera política durante quince años siendo víctima de torturas. Mujer militante en la clandestinidad, formó parte de CC.OO. en la clandestinidad y participa activamente en la Asociación Archivo, Guerra y Exilio. Esperanza representa un testimonio vivo de mujeres que lucharon contra el Franquismo, toda una resistencia silenciosa. Hay que reivindicar la memoria de la Resistencia antifranquista, como decía Esperanza:  «Siempre guerrilleras, nunca bandoleras». Esperanza Martínez, un ejemplo de mujer guerrillera, de luchadora obrera y comunista en un momento tan duro como en pleno Franquismo, en la clandestinidad. Hay que rescatar el papel de la mujer en la lucha obrera y antifascista.

Miguel Ángel Rojas

Como escribió Jean Paul Sartre en el prefacio de esta obra, este libro no fue escrito para europeos sino para los compañeros africanos.

Cierto que cuesta, desde nuestra educación acercarse al libro, pero una vez que la empatía te pone en la piel de los colonizados, el resultado engancha. Cada palabra, cada frase, desnuda al colonizador que todos llevamos dentro.

Son siglos de cultura eurocentrista, exportada a América por los conquistadores españoles e ingleses, que permanece aún hoy en el sionismo y que lo hace estar más en boga que nunca.

Esa mentalidad colonialista aún impera por nuestro elenco político. Los Gustavo Bueno, Armesillas, los españoleros del Frente Obrero y tantos otros que se autodenominan izquierdas o incluso comunistas, llevan el lastre del colonialismo español a límites ridículos. Mentes abrazadas al pasado colonial de cuando España era un imperio.

No es mucho mejor en Europa; la Francia e Inglaterra ex imperiales, aún sostienen su chovinismo y su desprecio por quienes fueron sus colonias.

Pero es que la obra de Fanon va más allá; como psiquiatra que era, analiza al colonizado culturalmente, aquel que viviendo en la colonia se aparta de su gente por estar culturalmente arrasado por la metrópoli. El colonizado sufre del mayor de los males que transfiere la metrópoli: el individualismo. Obviamente, ese individualismo es el fiel reflejo del sistema económico que trasciende al colonialismo: el capitalismo. Como escribe Fanon: “El hermano, la hermana, el camarada son palabras proscritas por la burguesía colonialista…”

El hijo bastardo de las tramas negras

Cuando horas después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy un oscuro personaje llamado Lee Harvey Oswald fue detenido y de inmediato acusado de ser el autor de los disparos que acabaron con la vida del Presidente de Estados Unidos (figura sobre la que recae una inmerecida leyenda que lo convierte en el mayor icono de la progresía occidental), el aparato estatal y sus múltiples ramificaciones en los medios de comunicación se apresuraron en dar por zanjado un acontecimiento que amenazaba con provocar demasiadas preguntas incómodas.

Acusar a un hombre que actúa movido por razones inescrutables y perturbadas, más aún cuando este personaje es asesinado bajo custodia policial, sin que nadie mueva un dedo por impedirlo, es una buena forma de pasar página y dejar que la maquinaria de poder de la primera potencia mundial siga en marcha con su proyecto imperialista. Y así es como se asienta la versión oficial de los hechos hasta que en 1996, Norman Mailer, controvertido novelista norteamericano, publica una extensa novela que tras la apariencia de una biografía al uso, ofrece la amplísima visión del personaje del "asesino solitario" cuya trayectoria queda expuesta en todos sus matices, desde el joven ideológicamente desestructurado y más que probable peón – nunca agente – de la CIA, y de las estructuras que delegan en la imaginación popular, condicionada por el sensacionalismo, la formación de un mito. Las relaciones personales de Oswald, su estancia en la URSS de finales de los años 50 que en un nivel narrativo rompe por completo con la imagen convencional y demoniaca que en Estados Unidos se tenía de los ciudadanos soviéticos, su vinculación con las cloacas del estado empeñadas en acabar con la Revolución Cubana a beneficio de los grandes capitalistas y por encima de todo su soledad, son los trazos de una novela extraordinaria que de manera discreta funciona también como una impagable lección de historia.

Juan Mas

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