Se publicarán una serie de entrevistas protagonizadas por mujeres trabajadoras que nos contarán y valorarán por sí mismas este año tan difícil y duro, especialmente para ellas. Más allá de opiniones expertas, estadísticas y análisis ajenos, ofreceremos en el Unidad y Lucha mujeres diversas: de distinta profesión, edad, residencia, situación laboral o personal, que nos contarán cómo han vivido este año y cómo ven el futuro.

Hay una larga serie de discriminaciones e injusticias que sufrimos las mujeres, en el capitalismo, sistema, basado en la explotación de un ser humano sobre otro y en la violencia como método de apropiación de recursos y cuerpos. A la explotación compartida por el conjunto de la clase obrera, con la contradicción intrínseca capital-trabajo a la mujer trabajadora se le suma la impuesta por el patriarcado en su alianza con el capitalismo, se le impone así la reproducción de la clase y la responsabilidad de los cuidados creando las bases materiales para que la mujer trabajadora sufra en mayor medida la opresión y la violencia machista.

"Me convertí en una denunciante, ahora soy un blanco,...Pero estoy dispuesta a ser un blanco", en lugar de ser parte de lo que calificó como un sistema "inhumano". Declaraciones de la enfermera Wooten durante una conferencia de prensa denunciando histerectomías sin permiso y negligencias médicas en una prisión para migrantes.

Esta denuncia enturbia aún más la nefasta reputación de los centros de detención para inmigrantes en Estados Unidos. En ella se señala al doctor M. Amin, un médico de un centro en el condado de Irwin -en Georgia- por presuntas esterilizaciones ilegales a detenidas de origen hispano, además de por la destrucción de registros médicos y por haberles denegado las pruebas de la Covid-19. Diversas organizaciones en defensa de derechos humanos y apoyo a los inmigrantes interpusieron la denuncia en nombre de Wooten y migrantes detenidos.

Ni el feminismo ni las políticas gubernamentales en busca de la equidad de género, escudan hoy a la mujer ante una cotidianidad que las coloca frente al fogón, la educación de los hijos y los cuidados.

Levantarse temprano, preparar el desayuno, supervisar la educación a distancia, sentarse frente a la computadora, intentar trabajar, salir a comprar alimentos, cocinar, fregar, lavar, limpiar, quizás sea el orden del día de muchas de las mujeres en situación de pandemia.

[Versão espanhol]

En Brasil y en todo el mundo, asistimos a cambios profundos en las relaciones capital-trabajo. Brasil está experimentando un vertiginoso aumento del número de desempleados, recortes salariales, retirada de los derechos laborales y precariedad de vida de la clase trabajadora. En medio de unas 140.000 muertes (en cifras oficiales) por Covid-19, los funcionarios del gobierno caminan de la mano de los capitalistas y avanzan sobre la población que trabaja y depende de los servicios públicos. En este grave momento que atravesamos, cuando se hace más evidente la necesidad de servicios de salud pública, educación y asistencia social, enfrentamos el impago y el intento de reducir el valor de las ayudas de emergencia, el desguace asesino del SUS (Sistema Único de Salud) y el avance en precariedad, militarización y privatización de la educación pública.

 

Suele haber una intensa confrontación en torno al feminismo. Incluso desde posiciones antagónicas se acaba definiéndolo como un movimiento homogéneo, negando que al igual que la sociedad, en su seno hay lucha de ideas y diversas concepciones que responden claramente a una posición e interés de clase.

En 1973 la Corte Suprema de EE.UU. sentó el precedente del derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente un embarazo en las primeras semanas de gestación. Sucedió gracias al caso Roe vs. Wade, donde se dictaminó, además, que los médicos serían los guardianes del orden legal ante tales asuntos.

Las argentinas miran con esperanza a un proyecto de ley que reconocería el derecho de las mujeres a un aborto legal y seguro. Una iniciativa similar fue rechazada en el 2018 por el Senado. Foto: Agustina Girardo

Otro juicio que sentó cátedra tuvo lugar entre 1997 y 1998 en la Corte Penal Internacional convocada contra Jean-Paul Akayesu, exalcalde de Taba, Ruanda, acusado de genocidio. El proceso documentó por qué la violación sexual es también un delito de crimen contra la humanidad y de tortura, el cual incluye “cualquier agresión que adquiere un carácter sexual, aunque no implique penetración”.

El 28 de septiembre de 2020 se cumplen 30 años del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe que proclamó el Día por la Legalización y Despenalización del Aborto. Esta fecha ha sido asumida de forma creciente por el movimiento feminista en todo el mundo para luchar por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Pero no ha sido hasta 2016 que un comité de la ONU ha reconocido el aborto como un derecho humano.

En el estado español, el gobierno del PSOE de Zapatero, hace 10 años que aprobó la vigente Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) la cual, por fin, elimina los supuestos de la Ley de 1985 para considerar el aborto fuera del código penal y los sustituye por plazos, tras los cuales se sigue penalizando el aborto a pesar de la mejora que supone en relación a la anterior Ley.

La crisis sanitaria  y el estado de alarma han puesto a prueba la permanencia de miles de mujeres en el trabajo asalariado. Caracterizado el mercado laboral por la precariedad, mala remuneración y alta tasa de temporalidad, el trabajo femenino se encuentra  en unas condiciones a años luz del masculino. Nosotras  somos  mayoría en el trabajo eventual, la contratación a tiempo parcial y en sectores altamente feminizados, como el comercio o la limpieza y  tenemos sueldos inferiores a otras profesiones en las que predominan los hombres, como la construcción o la industria.

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