Ayer nuestras compañeras, las delegadas de las residencias y centros de dia de Gipuzkoa, las trabajadoras del Servicio de Ayuda al Domicilio de Alicante y las Kellys de Málaga, que no pudieron estar con nosotras pero nos enviaron un mensaje audiovisual, nos lo dejamos muy claro. Las mujeres hemos de tomar conciencia de que sin reivindicación, lucha, unidad y solidaridad, sufrimiento y perseverancia no le arrancamos ni un euro a la patronal.

La jornada de ayer nos enriqueció con las experiencias de lucha de las compañeras que nos contaron el estado de desarrollo de sus conflictos, que van desde plantar a las administraciones en las mesas de negociación, a la visibilización del problema mediante movilizaciones y por último, la huelga. Esta herramienta que sabemos es la primordial para la clase obrera. Con la huelga le decimos al patrón que quienes trabajamos para generarle los beneficios, paramos y dejamos de generárselos. Las compañeras de ELA y de CCOO lo tienen claro, saben que cada dos años que se ha de negociar el convenio, van a la huelga, por que no les dejan otra salida. Y por ello nutren con sus aportaciones la caja de resistencia que les servirá para sustentarse económicamente durante las jornadas de huelga.

“Hazme caso o te cuento menos cajas” o “Putas, os vamos a mandar a Marruecos, cojones, que en vuestro país estáis muertas de hambre” son algunas de las vejaciones que muchas temporeras de la fresa sufren a diario por parte de sus capataces, que les hacen la estancia en sus puestos de trabajo un auténtico “infierno en la tierra”.

Más de 10000 jornaleras llegan cada año a las plantaciones de Huelva para trabajar en la recolección de frutos rojos mediante la contratación en origen, programa de colaboración entre España y Marruecos que convierte los flujos migratorios en un beneficio para ambos países así como para La Unión Europea, que permite el tráfico humano con estas mujeres, contratadas legalmente como mercancías. Muchas de ellas serán víctimas de amenazas, acoso sexual, humillaciones y de unas pésimas condiciones laborales.

Ya conocemos la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra  por el llamado caso de “la manada” ante el recurso interpuesto por la fiscalía y la acusación particular, tras una de las sentencias más machista, injusta y patriarcal que se ha dictado en los últimos tiempos en el territorio español.

Nuevamente la justicia burguesa ante los innegables hechos, y decimos innegables porque fueron grabados por los propios agresores y se dan por ciertos en la sentencia, se muestra incapaz de dictar una sentencia justa y ejemplar, y mantiene la condena a 9 años de prisión,  reiterando así, que lo que sucedió en la madrugada del 7 de julio en Pamplona se trató de un abuso sexual y no de una violación, que es lo que realmente sucedió, una agresión con violencia e intimidación.

La única diferencia entre esta sentencia y la anterior  es que este Tribunal Superior, para salvar las formas, ante la presión social atiende el recurso de la víctima y ordena a la Audiencia Provincial que dicte una nueva sentencia por un delito contra la intimidad de la mujer, “ya que fue grabada mientras la forzaban”.

El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general (C. Marx y F. Engels, La sagrada familia.).

Si hacemos un balance de este 2018 en cifras, ahora que estamos acabando el año, no encontraremos cambios significativos en los que a la situación de las mujeres trabajadoras en el territorio español con respecto al año pasado.

Según los últimos datos de las EPA publicados en septiembre, en datos macro, en nuestro país existe un 13,5% de parados frente a un 14,9% de paradas, por lo que hay una diferencia del 3% entre mujeres y hombres. En 2017, la tasa de paro de los hombres se encontraba en un 15,0% y la de las mujeres en un 18,4%, es decir, la diferencia era prácticamente la misma.

Las mujeres seguimos teniendo los empleos más precarios con contratos mayoritariamente de media jornada o jornada reducida y, somos empleadas, mayoritariamente, en trabajos altamente feminizados, por ejemplo, el 97% de las empleadas del hogar son mujeres, en los que la diferencia salarial con respecto a los trabajos altamente masculinizados llega, en ocasiones, a los 700 euros. Y, hablando de salarios, la brecha salarial está, en estos momentos, en el 37% en España, según datos oficiales, y, por experiencia, sabemos que los datos oficiales están siempre muy lejos de los datos reales.

Brasilia.- De cada 10 feminicidios ocurridos en 23 países de América Latina y el Caribe en 2017, cuatro se cometieron en Brasil, de acuerdo con las estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El informe de esa organización revela que el pasado año al menos dos mil 795 mujeres fueron asesinadas en el continente, en crímenes motivados por la identidad de género. De ese total, mil 133 se perpetraron en el gigante sudamericano.

Respecto al ranking de naciones, a partir de un cálculo de proporción, el organismo vinculado a las Naciones Unidas indica que “sin paralelo” El Salvador encabeza la lista al presentar una tasa de 10,2 ocurrencias cada 100 mil mujeres.

Después aparecen Honduras (5,8), Guatemala (2,6) y República Dominicana (2,2). En las últimas posiciones exhiben mejores tasas Panamá (0,9), Venezuela (0,8) y Perú (0,7).

Al totalizar un índice de 1,1 feminicidio cada 100 mil mujeres, Brasil aparece empatado con Argentina y Costa Rica. Los índices más bajos se registraron en Colombia (0,6) y Chile (0,5).

El siglo XX esta marcado por la presencia activa e intelectual de mujeres que, aun con el intento de hacerlas invisibles en el proceso social y político, fruto de la visión patriarcal y clasista de la historia, tuvieron un papel fundamental en las luchas que marcaron el mundo contemporáneo. Enfrentando el prejuicio y la cultura machista fomentada por la naturaleza de la sociedad de clases desplegaron una intensa lucha, en diversos ámbitos, por la emancipación humana.

Una de ellas nació como Ana Lima Carmo el 13 de abril de 1915 en la ciudad de Quixeramobin. Datos circunstanciales pues se definía a si misma como cearense de nacimiento, carioca de corazón y baiana por elección. También eligió su nombre, Ana Montenegro. Con él es conocida y desarrolló su intensa actividad política, social y periodística.

Detrás de cada mujer asesinada por la violencia machista que sufrimos las mujeres en el capitalismo hay una historia. Se trata de historias de maltrato físico o psicológico, y en muchos casos de ambos, historias de abuso, historias de una educación patriarcal basada en la desigualdad de la mujer frente al hombre, historias de aprieta los dientes y aguanta, pero también hay historias de valentía, historias de mujeres que se atrevieron a romper el cerco pero que no lo consiguieron, y que sin embargo, abrieron una camino a cientos de mujeres que padecieron y padecen la violencia patriarcal.

40 son las mujeres asesinadas en España, según las cifras oficiales1, en el momento de escribir este artículo, 29 de ellas nunca había interpuesto una denuncia hacia su agresor, y, de las 11 que sí lo habían hecho, tan solo cinco tenían medidas de protección en vigor, lo que demuestra, una vez más, la ineficacia de la “Ley contra la violencia de género” y de las medidas que se adoptan para erradicar que de una vez por todas se deje de asesinar a mujeres.

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