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Desde que abdicara Juan Carlos I en su hijo Felipe hace unas semanas, hemos escuchado toda una serie de proclamas que tratan de transformar el estallido de movilización en una victoria de uno y otro tipo. Y en este camino han aparecido fundamentalmente dos proyectos: el del referéndum y el de la república socialista.

 

El contexto en el que se desenvuelve la lucha de clases en España actualmente está marcado por la profunda crisis en la que está inmersa el capitalismo. Esta crisis deja seis millones de parados, entre la juventud más de uno de cada dos jóvenes en paro, deja familias obreras desahuciadas de sus casas, muertos en los hospitales porque la falta de recursos y los recortes hacen que no puedan ser atendidos, deja suicidios de trabajadores que ahogados por las deudas prefieren poner fin a su situación, deja malnutrición infantil, y un sinfín de consecuencias derivadas del nudo que la burguesía hace en los cuellos de las familias trabajadoras.

En este escenario asistimos también a una crisis en la cúspide del poder, a una crisis de las instituciones, en la que se enmarca el proceso que desde el  PCPE hemos dado en caracterizar como una segunda transición. Es por ello que deberemos estar atentos al papel que las fuerzas del reformismo cumplen en esta ocasión, aprendiendo de la experiencia del PCE durante la primera transición.

¿Qué papel juega el referéndum en este contexto? En la carencia evidenciada de la existencia de las condiciones subjetivas de la revolución, el esfuerzo principal de las organizaciones revolucionarias comunistas y de las organizaciones sindicales, debe enfocarse en poner las bases materiales para la concienciación de los trabajadores, para la organización de éstos en un frente común hacia la superación de la explotación capitalista.

¿El referéndum ayuda en el avance en esta línea? En términos globales, no. Y vamos a explicarlo. El referéndum sobre la forma de gobierno se sitúa en la elección de monarquía o república. Y es que dirimirá únicamente la forma de gobierno de la burguesía. Las distintas fuerzas que a día de hoy, y desde posiciones del reformismo, están planteando la cuestión del referéndum, no analizan que la disyuntiva vital para la clase obrera no está en refinar el modo de explotación del hombre por el hombre, sino que está en la clásica oposición entre reforma y revolución.

Y es aquí donde se clarifica la propuesta del PCPE, la apuesta decidida por la república socialista, como única formación socio-histórica garante de los intereses de la clase obrera. Pero que no se confunda nadie, esto no significa que no trabajemos en un proceso de acumulación de fuerzas en el que hoy en día juega un papel la reivindicación republicana, y canalicemos ese torrente movilizador en organización obrera y popular. Ese es el reto. No se trata de apoyar el movimiento por el movimiento, y mucho menos actuar de encantadores de serpientes con la clase obrera. No nos vale cualquier república si no cuestiona la propiedad de los medios de producción, no nos vale rememorar la experiencia progresista y de claro avance en términos democrático que supuso la II República española para continuar ese desarrollo histórico sin atender a las condiciones actuales.

¿Quiere decir esto que el PCPE no tome posición si se convocara realmente un referéndum sobre monarquía vs república? ¡Ni de lejos! El PCPE, sin lugar a dudas, pediría el voto para la república, pero no de forma meramente nominal o acrítica, sino lanzando la ofensiva del proyecto político de emancipación de la clase obrera, llenando las calles de reivindicaciones sobre la república socialista, y sobre todo, explicando que la lucha no acaba ahí, ese voto no cuenta para nada si la clase trabajadora no toma conciencia de su papel revolucionario, y se organiza para la construcción del poder obrero en España.

Marina Gómez 

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