DESTACADO

Las evaluaciones externas son el aspecto más irrenunciable de la LOMCE”

José Ignacio Wert

 

Las evaluaciones externas, más conocidas como reválidas, son el plato fuerte de la reciente reforma educativa del capital en España.  Pero, ¿por qué las evaluaciones externas son el aspecto más irrenunciable de la LOMCE para su mentor, el ministro Wert? Sencillo, dichas pruebas son instrumento imprescindible para avanzar en el verdadero objetivo de la reforma educativa: la privatización del sistema educativo público.

Con el nuevo sistema de reválidas se persigue controlar el sistema educativo desde la centralidad de los intereses del capital; fomentar  la competencia mercantil entre centros y un financiamiento en favor de la educación privada; clasificar, segregar y expulsar al alumnado según su extracción de clase; y crear rankings de centros educativos para la promoción de los privados. Comentaremos brevemente cada uno de ellos entendiendo que todos ellos están entrelazados entre sí.

Las reválidas son una herramienta clave de control que permiten que el Estado burgués -a pesar de que deje de ser el proveedor y responsable directo del servicio educativo- acumule el poder de decidir los objetivos que han de ser alcanzados por cada alumno. Además este control también se ejercerá en las materias a impartir ya que los centros educativos van a tener que adaptar los contenidos curriculares para que los alumnos puedan aprobar y acceder así a estudios superiores. Por lo tanto, la cacareada autonomía de los centros, como veremos, sólo será en el marco de la competencia mercantil por la adquisición de más financiación.

Con las reválidas se promueve la competencia entre centros como un factor de mejora de la productividad en sentido estrictamente económico (medida por el porcentaje de alumnado con evaluación positiva y el menor gasto posible) y de su adaptación a las necesidades de recomposición del mercado capitalista. Para ello se introducen fórmulas de financiamiento competitivo.  Así se establece que los centros que cuenten con más alumnos y/o mejores resultados (que coinciden con los que escolarizan al alumnado socialmente más favorecido) gozarán de mayores dosis de financiamiento, aumentando así aún más las desigualdades.

Además estos exámenes-reválidas serán aplicados por personal ajeno al centro, desconocedor del alumnado, de su realidad concreta, social y de su forma de aprendizaje. La presencia de los “especialistas externos” es una puerta abierta a la privatización de la gestión de las mismas a cargo de empresas privadas con intereses comunes a centros educativos privados.

Las pruebas que se plantean están ideadas como una competencia estilo empresarial para todos los alumnos. No tienen en cuenta el proceso educativo del alumno, la peculiaridad y las necesidades del individuo, son una foto fija en un momento muy concreto de su estadio como ser educado. Por lo tanto no buscan luchar contra el fracaso escolar sino más bien certificar ese fracaso y utilizarlo como excusa para clasificar, segregar y expulsar del sistema educativo a los alumnos de extracción obrera y popular.

Las evaluaciones externas son también un instrumento clave para fomentar la “libertad de elección” de centro de aquellas familias de extracción burguesa que pueden salir favorecidas del proceso mercantilista. ¿De qué forma? Elaborando rankings de centros educativos, que no es otra cosa que la ordenación y publicación de los resultados obtenidos por los centros. Pero además cuando la evaluación repercute en su financiación lo que se favorece es que los propios centros - los que tienen más demanda - seleccionen a su alumnado. Así la “libertad de elección” se convierte en libertad de selección.  

En conclusión. Las evaluaciones externas son pruebas que afectarán al expediente del alumnado y lo clasificarán, expulsándolo del sistema o determinando la trayectoria a seguir. Aumentarán la segregación clasista y reducirá la igualdad de oportunidades para el alumnado de origen obrero y popular. Por lo tanto lo que se persigue es formar mano de obra para un mercado de trabajo precario al menor coste posible, esto es, disponer de nuestra fuerza de trabajo al servicio del capital.

Ezequiel Blanco

uyl_logo40a.png