El extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas, que se ha realizado bajo la brutal explotación de la clase obrera en el capitalismo, ha creado ya la base material para la construcción de la sociedad socialista. Ese altísimo desarrollo de las fuerzas productivas ha entrado en irresoluble contradicción con las relaciones de producción capitalistas (la propiedad privada de los medios de producción).

Esa es la contradicción estructural que determina la lucha de clases en la actualidad, su momento histórico concreto hoy.

Expresión del grado de desarrollo de esa contradicción irresoluble es que el sistema capitalista tiene que recurrir -una y otra vez- a la destrucción de una parte de esas fuerzas productivas, para tratar de seguir perpetuando las actuales relaciones de producción. Seis millones de obreros y obreras en paro en España, y casi treinta millones dentro de la UE, es la expresión más lacerante de esa lógica interna del actual sistema de dominación.

Hay un sector de la clase obrera, y otros sectores populares, que carece de una base científica para realizar este análisis esencial y, por ello, tratan de buscar salidas a su deteriorada situación tratando de realizar retoques del actual sistema de dominación, en la creencia de que ello les permitirá liberarse de las inexorables leyes del desarrollo histórico. Esa es la base del oportunismo y sus distintas expresiones reformistas. Por eso la lucha ideológica se convierte en herramienta imprescindible para avanzar en el camino para crear las condiciones subjetivas de la revolución.

Hace cien años la socialdemocracia creyó que tenía que asumir la defensa de su burguesía, y apoyó el inicio de una brutal guerra imperialista, que solo llevó dolor y miseria a la clase obrera que, entonces, creía en su representación política de los intereses de clase. No fue suficiente esa experiencia histórica -y otras posteriores- para que las distintas socialdemocracias actuales sigan con el engaño a la clase obrera, prometiéndole un escenario de soluciones mediante una gestión “decente” del capitalismo.

Las clases dominantes que integran el bloque de poder del sistema imperialista de la UE desarrollan todo tipo de iniciativas para tratar de mantener a la clase obrera y sectores populares bajo su dominio ideológico, para facilitar a los grandes monopolios las mejores condiciones para su lógica de acumulación de capital. Son esos grandes monopolios -cada día más reducidos en número, y mayores en dimensión- quienes imponen su férrea dictadura sobre toda la sociedad en la UE.

La democracia formal, que en un momento histórico determinado -frente al Antiguo Régimen- otorgó legitimación y apoyo social a la burguesía para su acceso al poder y convertirse en clase dominante en el poder, se constituye hoy en grave obstáculo para la lógica de acumulación del capital y, por ello, el capitalismo está procediendo a liquidar todas las estructuras de esa democracia formal, tal como la hemos conocido hasta hoy. Así, la dictadura del capital va tomando un aspecto cada vez menos disimulado, y trata de sostenerse sobre la base del mayor ejercicio de la violencia, del estado policial y de la guerra.

En este proceso el poder político se sitúa cada vez más alejado de la base social, e implanta un sistema de espionaje universal en tiempo real, no dejando espacio al más mínimo resquicio de privacidad para las personas y/o colectivos de lucha, e implanta un sistema de violencia sustentado en la acción impune de cuerpos policiales y militares de élite, con capacidad para realizar cualquier tipo de crimen contra quien organiza la lucha contra el actual sistema capitalista dominante.

Multipolaridad no es paz

Las teorías de la multipolaridad, que pretenden que la diversidad de polos imperialistas conduce a unas mejores condiciones de vida y de lucha para la clase obrera, son totalmente erróneas. Las pugnas interimperialistas no generan nunca una situación de equilibrio, sino que agudizan los riesgos de confrontaciones armadas de mayores dimensiones empujados por la disputa feroz por el control de los recursos, y de áreas geopolíticas para intervenir sus mercados y aumentar la explotación de la clase obrera.

Consecuencia de esa dominación absoluta de los monopolios, se produce el proceso de proletarización de amplias capas, y el empobrecimiento de la clase obrera y sectores populares.

¿Es posible revertir estas tendencias del sistema capitalista, en su fase imperialista, desde dentro del sistema capitalista?

No. Sencillamente no, porque es antidialéctico, porque es el desarrollo que imponen las leyes del desarrollo histórico, determinado por las fuerzas motrices de la formación capitalista.

Cómo salir: luchando

La lucha por la SALIDA del euro, la UE y la OTAN, se conseguirá organizando la lucha de la clase obrera -y otros sectores populares- por el poder obrero y por el socialismo-comunismo.

El programa de esta fase de la lucha, que tiene plena vigencia aquí y ahora, se centra en organizar el combate contra los ejes políticos fundamentales del bloque imperialista hoy en el poder en los países miembros de la UE. El objetivo es organizar a la clase obrera y, también, a otros sectores populares, cuyos intereses chocan frontalmente con las políticas de la UE.

Siendo los monopolios el sujeto que impulsa el proyecto imperialista, los cuales necesitan de una mayor capacidad de explotación de la clase obrera, los ejes del combate serán contra esos monopolios y contra las políticas que los mismos imponen a través de la herramienta política que es la UE, su Comisión y su Parlamento, el BCE y su socio principal el FMI.

Ejes principales del programa político son:

  • Contra el capital financiero (BCE, FMI, Compañías de seguros, bancos, etc.): Nacionalización de la banca y las compañías de seguros.
  • Contra el aumento de la explotación y la reducción del precio de la fuerza de trabajo: defensa de la negociación colectiva, defensa del poder adquisitivo de los salarios, derogación de las contrarreformas laborales y control obrero de las empresas.
  • Contra las guerras imperialistas en que participa la UE: lucha de masas contra la guerra imperialista: Mali, Siria, Sáhara, R. Centroafricana, Afganistán, Palestina, etc.
  • Contra las políticas migratorias: Internacionalismo proletario, defensa de los derechos de la población inmigrante, final del saqueo imperialista del continente africano.
  • Contra el estado policial y el espionaje universal del pueblo: disolución de los cuerpos represivos, anulación de toda la legislación que legitima la cibervigilancia, el espionaje y el archivo de todo dato personal de quienes luchamos por el socialismo-comunismo.
  • Contra las políticas energéticas agresivas con el medio ambiente: prioridad para las energías limpias, nacionalización de todos los grandes recursos energéticos.
  • Contra las políticas agroalimentarias: defensa de las producciones existentes, control de precios a ganadería y agricultura, contra las leyes que facilitan a los monopolios el control absoluto del sector en la producción y en la comercialización.
  • Contra la distribución internacional del trabajo que impone la UE: defensa de un modelo económico autocentrado, basado en el desarrollo de las capacidades productivas del país.
  • Contra la política cultural servil y domesticada: defensa de la producción intelectual que responde al compromiso con la clase obrera y con sus luchas de emancipación y por el socialismo.

Estos ejes políticos y económicos principales permitirán articular a la clase obrera, como núcleo central, y a otros sectores afectados por estas políticas imperialistas al servicio de los monopolios.

Ello se concreta en un Frente Obrero y Popular por el Socialismo, en el que la clase obrera lleva la dirección política, organizada bajo el liderazgo del Partido Comunista.

Carmelo Suárez

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