Melba Hernández estudió Derecho, pero su vida fue algo más que para ser abogada; su vida sirvió para llevar a la práctica el legado de José Martí, que antecede a la Constitución cubana: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de toda Cuba a la dignidad plena del ser humano".
Melba siempre supo distinguir al enemigo de clase, participando, como parte de la vanguardia revolucionaria, en el combate a la tiranía batistiana, e integrándose en el Movimiento 26 de julio desde sus inicios.
El Moncada fue para ella como un nuevo nacimiento. A sí misma se alumbró entonces a la Historia de las luchas de los pueblos, la del cubano y las de tantos otros en el mundo. Vio allí a sus compañeros masacrados, y tirados luego a las cunetas de Santiago, y sintió la deuda, de lealtad y honor, que tenía con ellos.
Tras el fracaso de la acción, Melba fue encarcelada, junto a la compañera con la que tomó el Hospital Saturnino Lora de Santiago para intentar establecer allí uno de los puntos de apoyo del asalto.
Sin embargo, su condena real, pese a no ver la luz salvo en las jornadas de visita (pues la hicieron permanecer en su celda todas las horas y todos los días de su cautiverio), fue tener que frenar la lucha que sabía iba a llevar al pueblo cubano hasta la victoria.
Junto a Haydé salió de prisión en 1954. Melba, casi a renglón seguido, formó parte del grupo que imprimió y distribuyó el manifiesto "A Cuba que sufre", en el cual Fidel y sus compañeros, aún presos, afirmaban al pueblo su decisión irrevocable de continuar la lucha contra el dictador de Fulgencio Batista.
Absuelta por la Historia
Junto a Lidia Castro y su inseparable Haydée, recopiló y organizó las notas que Fidel iba sacando de la cárcel, escritas con zumo de limón y que luego conformarían el texto de su alegato de defensa en el juicio del Moncada. Así, La Historia me absolverá es obra de Fidel, pero también de las mujeres que arriesgaron su vida por salvar el texto histórico del líder revolucionario, que tras completar, imprimieron y distribuyeron clandestinamente.
Melba se fue a Méjico, como le pidió Fidel, y allí, junto a sus compañeros, organizó, no sin dificultades, la expedición del Granma, que llegaría a Cuba en 1956 . Ella no viajó en ese barco, pero en cuanto regresó a Cuba se unió a los guerrilleros de la Sierra Maestra. Su puesto de combate estuvo en el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy, dirigido por el Comandante Juan Almeida Bosque.
Melba, Vietnam y el internacionalismo
La labor internacionalista de la Revolución cubana fue un espejo para Melba Hernández, quien fuera Presidenta del Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam del Sur primero, y después de Vietnam, Cambodia y Laos; miembro del Presidium del Consejo Mundial de la Paz; Secretaria General de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL); embajadora de Cuba en la República Socialista de Vietnam y en Kampuchea, y directora del Centro de Estudios sobre Asia y Oceanía
Melba Hernández Rodríguez del Rey falleció hace escasos días. Tenía 82 años.
Su último aliento también fue de lealtad a la Revolución y a quienes cayeron por ella. Quiso que la incineraran y que sus restos fueran depositados, en Santiago, junto a sus compañeros, muertos o vilmente asesinados por los esbirros de Batista, durante el asalto al Moncada.
Ahora ya no les debe nada, porque ella terminó su vida CON LA REVOLUCIÓN por la que ellos entregaron la suya.
ML. González