Históricamente, el aborto y, más concretamente, su prohibición e inclusión en el código penal ha sido un arma de control sobre las mujeres, por las que nos hemos visto obligadas a recurrir a los medios a nuestro alcance para poder llevarlos a cabo y con suerte no ser condenadas por ello.

En la historia más reciente hemos pasado por varias etapas: despenalización de algunos supuestos, ley de plazos, y la que preparan actualmente en la que se vuelve a los supuestos (aunque no a todos), pero en ninguno de los casos se ha planteado la despenalización total del aborto, su salida del Código Penal y que seamos las mujeres las que decidamos si deseamos o no ser madre o en qué momento deseamos serlo.

Porque no nos engañemos: para el capitalismo, el patriarcado y las iglesias las mujeres seguimos siendo seres inferiores que necesitamos la tutela y protección del hombre en forma de consentimiento de la pareja, informes de especialistas médicos, psicólogos, juristas, etc. ya que creen que no somos capaces de decidir qué es mejor para nosotras mismas. Y ellos, por el contrario, lo tienen muy claro: las trabajadoras, debemos poner nuestra capacidad reproductiva y de cuidados al servicio del capital pariendo hijos que engrosarán el ejército de mano de obra barata.

Porque aquí, como en todo, podemos ver que existe una diferencia en función de la clase a la que la mujer pertenezca: las de clases dominantes históricamente han podido permitirse viajar fuera de España y ser atendidas en buenas clínicas privadas, mientras que las de la clase trabajadora generalmente ponían en peligro su propia vida con métodos caseros y sin ninguna garantía, y ésta es la situación que nos tememos va a volver a ser nuestra realidad.

Aún con la ley de supuestos o la de plazos, tampoco había total libertad de decisión, ya que las objeciones de conciencia de los trabajadores de la sanidad pública obligaba a las mujeres a acudir a clínicas privadas con lo que se vetaba el acceso a un aborto seguro a aquellas que no pudieran obtener el dinero necesario; una nueva discriminación a la mujer con menos recursos.

La única solución válida para las trabajadoras es que seamos dueñas de nuestro propio cuerpo, que se proceda a la despenalización total del aborto, que éste sea gratuito y se desarrolle con todas las garantías en los centros públicos y por supuesto que la decisión sea tomada única y libremente por la mujer.

ABORTO LIBRE, SEGURO Y GRATUITO

Ilu Ordoñez

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