No se requieren grandes esfuerzos para ver la relación continua entre los amos del cortijo, la represión y el movimiento obrero.

A lo largo de la historia de España los ejemplos han sido muchos y sangrientos, desde la represión en Barcelona cuando la Huelga de la Canadiense, donde la patronal llegó a contratar a pistoleros para acabar con los “alborotadores” (hasta 8.000 hombres armados hubo en Barcelona vigilando los movimientos de los obreros).

Después vinieron la represión en Asturias, en Andalucía, durante los años 30 del pasado siglo, como muestras más sanguinarias, y siguieron en los años 40 hasta los 70 dentro de la dictadura nacional católico fascista.

Siguió la democracia española del 78, con más represión. La reconversión industrial la sufrieron todos los obreros y la represión siguió con la misma o más fuerza. La misma falta de respeto a los derechos fundamentales, la misma propaganda fascista en los medios de comunicación acusando a la clase obrera de violenta por defender sus puestos de trabajo. Con un matiz aún mas triste, la mayoría de esa reconversión se hizo con la privatización de empresas que habían sido públicas, así que la clase obrera actuaba en defensa no sólo de sus puestos de trabajo sino también de lo que era de todos.

La entrada en Europa quedó plasmada en convenios, tratados, acuerdos y papeles miles, y en papel mojado quedaba todo, resulta que la represión continuó y continuó hasta llegar a la famosa Ley Mordaza, que para colmo de sarcasmo se llama Ley de Protección de la seguridad ciudadana.

Los palos siguen cayendo sobre la clase obrera. La represión no es sólo física, ahora se añade la represión económica. Mientras que bajan los salarios y se empeoran las condiciones laborales se sube el salario a las fuerzas de represión, con aumentos nunca vistos, pero, además se permiten rodear el Congreso. Sí, las fuerzas represivas representadas por la extrema derecha más rancia: JUSAPOL, rodeó el congreso, enmascarados y nadie hizo nada. “Querían aún más subidas salariales para seguir golpeando a la clase obrera”.

Bien, como decimos, a la represión física a fecha actual, con casos tan flagrantes como intentar encuadrar a los huelguistas como terroristas para aplicarles leyes aún más duras, o considerar el derecho a la huelga como un exceso violento como el caso de los trabajadores de Amazon en Madrid, o como tantos otros. Como dijera Charly García: Filosofía barata y “pelotas” de goma.

Aunque el gobierno más pijoprogre de la historia suprimió el artículo 315.3 del Código Penal (que se incluyó con la famosa Ley Mordaza), que castigaba con la pena de prisión de un año y nueve meses hasta tres años o con la pena de multa de 18 a 24 meses a quienes actuando en grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionaran a otras personas a iniciar o continuar la huelga, aún queda el resto de la Ley que castiga a quienes les de la gana, puesto que la palabra del agente es prueba suficiente, por resistencia a la autoridad, imponiéndole sanciones pecuniarias que pueden llegar hasta los 600.000 euros o por falta de respeto a los agentes.

Así continúa la represión a fecha de hoy, promesas incumplidas de un gobierno socialdemócrata con tintes franquistas (en lo que a represión se refiere que en lo de los géneros es muy progre) muy acorde con la situación de la actual Unión Europea. Más represión más beneficios para el capital.

Frente a ello, solo queda la consigna “Solo el pueblo organizado salva al pueblo”.

Juan Luis Corbacho

 

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