Nota de Redacción UyL: Tras veinticinco fragmentos continuados, este mes culminamos los extractos de esta gigantesca obra para el proletariado internacional, con un texto de plena actualidad. No solo debido al apoyo de la socialdemocracia europea a las guerras del imperialismo y la OTAN en todo el planeta (sostenimiento del ente sionista en Asia Occidental y de la Ucrania fascista de Zelensky, colaboración en el hostigamiento contra Cuba Socialista, la RPD de Corea o Venezuela bolivariana, entre otros muchos...), sino por la necesidad urgente de que el Movimiento Comunista Internacional (MCI) tome una posición activa en la lucha de clases internacional. Aunque aún lejos de las necesidades existentes, el PCPE sigue avanzando favorablemente en esta urgente tarea, de la que ya salen acuerdos de trabajo concreto.

El 4 de agosto de 1914 la socialdemocracia alemana votó en el parlamento los créditos de guerra, votó en pro de la guerra imperialista. Y exactamente lo mismo hicieron, en su aplastante mayoría, los socialistas de Francia, de Inglaterra, de Bélgica y de los demás países. Los jefes de los partidos socialistas, traicionando al proletariado, se pasaron a la posición del socialchovinismo y abrazaron la defensa de la burguesía imperialista.

A la Segunda Internacional la habían echado a pique los oportunistas, contra los cuales hacía ya mucho tiempo que venían poniendo en guardia los mejores representantes del proletariado revolucionario. A expensas de las ganancias que arrancaba de las colonias y de la explotación de que hacía objeto a los países atrasados, la burguesía imperialista corrompía sistemáticamente mediante una política de salarios elevados y de otros gajes, a una minoría escogida de obreros calificados, a la llamada aristocracia obrera. Al estallar la guerra estas gentes, temerosas de perder su posición privilegiada, se hicieron enemigas de la revolución, convirtiéndose en los defensores más rabiosos de su burguesía y de sus gobiernos imperialistas. De oportunistas se convirtieron en socialchovinistas, predicaban la paz de clases entre los obreros y la burguesía dentro del país y la guerra con otros pueblos en el exterior.

Los centristas Kautsky, Trotski, Mártov y otros, apoyaban de hecho la guerra, pues no a otra cosa equivalía su propuesta de no votar contra los créditos de guerra, limitándose a abstenerse de esta votación. Desde los primeros días de la guerra, Lenin comenzó a agrupar fuerzas para crear una nueva internacional, la Tercera Internacional. A comienzos de septiembre de 1915 se reunió en Zimmerwald la primera Conferencia de los internacionalistas. En 1916 se consiguió reunir en el pueblo suizo de Kienthal la segunda Conferencia de los internacionalistas, que se conoce con el nombre de segunda Conferencia zimmewaldiana.

Los bolcheviques eran partidarios de la lucha revolucionaria activa por la paz hasta llegar al derrocamiento del poder de la belicosa burguesía imperialista. No eran contrarios a toda guerra. Eran contrarios solamente a la guerra anexionista, a la guerra imperialista. Lenin ha enseñado siempre que no cabe derrocar el capitalismo sin la revolución de la clase obrera.

Lenin llegaba a la conclusión de que era perfectamente posible para el proletariado romper el frente imperialista por un sitio cualquiera o por varios; de que el triunfo simultáneo del socialismo en todos los países era imposible dada la desigualdad del desarrollo del capitalismo en ellos.

La importancia incalculable de la teoría de Lenin sobre la revolución socialista no estriba solamente en haber enriquecido y desarrollado el marxismo con una nueva teoría. Además da una perspectiva revolucionaria a los proletarios de los distintos países, en que desarrolla su iniciativa para lanzarse al asalto contra su propia burguesía nacional.

La burguesía estaba vitalmente interesada en presentar ante la opinión general la guerra imperialista como una guerra de todo el pueblo.

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