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Algo huele a podrido en Rivas. Si titulábamos la primera entrega de estos artículos sobre el escándalo de la gestión municipal de IU en Rivas con un guiño de regusto literario –“Crónica de una infamia anunciada”1–, no nos resistimos a continuar el mismo estilo en esta segunda entrega, tras la continuación del vodevil ofrecido por el oportunismo ripense, y parafraseamos al príncipe danés de Shakespeare, porque, sin duda, visto lo visto hasta el momento, algo y mucho huele a podrido en Rivas.

En el artículo “Crónica de una infamia anunciada”, recogíamos algunos de los datos que el informe de la Cámara de Cuentas sacaba a la luz pública en noviembre, donde se detallaba cómo la Empresa Municipal de Vivienda de Rivas Vaciamadrid, gestionada por la empresa privada Habyco XXI, incurría en todo tipo de irregularidades presuntamente infractoras de ley, destapando un agujero de más de 20 millones de euros.

Detrás de esta noticia estallaba otra de diferente carácter, el enfrentamiento interno –y desde entonces público– de las distintas facciones en pugna por el poder en el seno de Izquierda Unida de Rivas y del Ayuntamiento que gestionan, que venía a reflejar el mismo enfrentamiento absolutamente indisimulado de la organización reformista en Madrid y en tantas partes del Estado.

En este caso, teníamos al alcalde y exalcalde de Rivas, José Masa y Fausto Fernández respectivamente, por una parte, miembros de Izquierda Abierta –la formación de Llamazares–, frente al ya exconcejal Pedro del Cura –arropado por el PCE de Rivas, y las plataformas internas Cambiar IU-CM y Frente Amplio–. Cada cual con sus respectivos acólitos y lugartenientes tras ellos.

A los golpes de ceses institucionales por parte de los exalcaldes, respondían los otros con campañas públicas y referéndums internos contra estos. Todo un poco aburrido. Quizás lo más jugoso llegó cuando se filtró a la prensa nacional que el honestísimo P. del Cura acumulaba de forma un tanto sospechosa varios pisos de protección oficial en titularidades adjudicadas a varios miembros de su familia y entorno más cercano, y que él mismo se había conseguido un fabuloso ático de 200 metros cuadrados mediante la ilegal unión de dos de estos pisos VPO. Esto, sumado a viejas polémicas que colocaban a del Cura en tesituras similares, retratan la “alternativa” a los “caciques” Masa y Fernández, de quienes las malas lenguas dicen que les esperan acomodados retiros vacacionales con vistas en el Valle del Jerte… Parece que el lema para las últimas elecciones municipales de IU Rivas daba en el clavo: “Somos diferentes”.

Ante tal panorama, ¿cómo no recordar aquella amarga afirmación del príncipe Hamlet? De las inmediaciones consistoriales de Rivas emanan efluvios de un hedor insoportable. No se trata sencillamente de que la corrupción institucional impera por doquier –que lo hace– sino de una podredumbre que emana del peor de los engaños, del cuarteado disfraz de quien se viste con las galas del progreso, e incluso de la revolución, para ocultar el uniforme del fiel servidor de un sistema, el capitalista, criminal, y que no permite a quien acepta gestionarlo más que una forma de hacer las cosas.

Unos y otros, los más derechistas y los que se dicen menos derechistas, ambas facciones enfrentadas en Rivas en el seno de IU, se envanecen en su honestidad y hasta en su idealismo quijotesco frente al oportunismo y la corrupción representados por sus íntimos enemigos. Sin embargo, corrupción es corrupción. Y oportunismo es oportunismo. Y todos ellos tienen equilibradas dosis de una y otra cosa. Actualmente, ambas facciones parecen haber llegado a un acuerdo tácito de tensa calma, un armisticio hipócrita entre idiotas a la espera de nuevos ruidos y furias.

Lo que se pone de manifiesto, más allá de las miserias personales de cada uno de los protagonistas de la trama ripense, es una forma de presentarse a la sociedad, un fenómeno muy concreto que es el del oportunismo social-reformista –socialista y revolucionario de palabra, pero reformista de hecho–, o como se les llamaba y conocía antiguamente: los mencheviques de toda la vida. El PCE-IU encarna este fenómeno histórico en España. Cuando alcanzan ciertas cotas de poder, todo su discurso de ruptura sistémica queda precisamente en lo contrario, en apuntalamiento del sistema. Todo el municipalismo, la democracia participativa y demás ambigüedades engaña-obreros quedan cual mosaicos farisaicos en el cortijo.

Las miserias del oportunismo en Rivas son el reflejo de una miseria real y trágica, la del despido de trabajadores, recortes de salarios y expolio de bienes y servicios públicos –desde el suelo a la educación–. Izquierda Unida, en su conjunto, es responsable de ello. La joya de la corona, la “aldea gala” parece, más que nunca –y nunca mejor dicho– un pantano.

En Rivas, continúen por donde continúen los enfrentamientos entre unos y otros oportunistas, los que saldrán perdiendo son los y las trabajadores/as del municipio. Son ellos los que no facturan millones sin justificar, ni tienen áticos de 200 metros cuadrados. Más pronto que tarde será necesario, vital, despertar del sueño reformista. Casos como el de IU-Rivas son una buena alarma despertadora, no la dejemos sonar cinco minutos más.

Alfonso Reyes y Eduardo Corrales


1 http://www.unidadylucha.es/index.php/estado/558-rivas-vaciamadrid-izquierda-unida-y-las-miserias-del-oportunismo-i

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