El anual mensaje de Navidad del Borbón, Felipe VI, estuvo marcado por una idea principal: la defensa del Estado. Esta idea es repetida anualmente, como es lógico, pero el presente año ha sido expuesta de forma mas clara y rotunda, señalando abiertamente los límites hasta donde se puede llegar dentro del Régimen del 78.
La gestión criminal de la Dana de Valencia obliga a ello. Reiteradamente desde el PCPE se ha analizado y expuesto que la gestión criminal de esta es un asunto de Estado. Los lemas que se quedan en el “Mazón Dimisión” tienen como único objetivo un nuevo Botànic, un gobierno del PSOE y satélites como, principalmente, Compromís. En esta opción converge la totalidad de la socialdemocracia, gran parte de los sindicatos llamados de clase y los autodenominados movimientos sociales. Los lemas que señalaban a Sánchez y Mazón únicamente, sin señalar al Estado y su clase dominante, han quedado dentro de los parámetros del fascismo. Los dos, socialdemócratas y fascistas, obvian el papel del Estado.
El Borbón es consciente de la situación, más aún cuando han sido los voluntarios y volunarias quienes han caracterizado esta gestión como responsabilidad del Estado, siendo este su valor político y no el de quitar barro, que es a lo que lo quiere reducir la socialdemocracia. Esta caracterización por parte de las y los voluntarios, ese instinto de clase que ha marcado al Estado como responsable, es lo que ha provocado las reiteradas visitas del máximo representante del Estado, el Borbón, a las zonas afectadas y el colocar a dos militares para gestionar la reconstrucción, siendo una de sus funciones las relaciones con el Estado. Esto va de salvar el Estado.
La gestión de la Dana se une a los elevados niveles de pobreza y depauperación crecientes entre la clase obrera y los sectores populares. A esto debemos unir los recientes datos de noviembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que apuntan a que alrededor del 50 % de los españoles desconfían de las instituciones del Estado, al igual que de los partidos y sindicatos del sistema.
Esto ha motivado que el discurso del Borbón tenga un denominador común: el bien común, plasmado en el Estado y la Constitución de 1978. Destacar tres frases del discurso que sintetizan la postura ideológica del mensaje:
“Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo”. En esta frase se busca reorientar toda la movilización entorno a la Dana dentro de los parámetros de ayuda al Estado, elemento fundamental y que práctica de forma estratégica la socialdemocracia desde el final de la histórica huelga de 1988: todo movimiento social y ciudadano, el cual se le debe despojar de cualquier contenido de clase, debe ser para mejorar el Estado y régimen del 78.
“El consenso en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo público. No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido”. Esta frase se puede sintetizar como: todo dentro del Estado, fuera de este solo queda la Guardia Civil y todas las fuerzas represivas del Estado.
“Es en ese acuerdo en torno a lo esencial desde donde debemos abordar los asuntos que nos preocupan y que nos afectan en modos diferentes a nuestra vida colectiva.” A partir de aquí señala lo que para él son los problemas de la sociedad española y que sintetiza en vivienda para los jóvenes, inmigración, el contexto internacional, el cambio climático y la democracia. Es decir, señala los problemas de la pequeña burguesía y la clase obrera desclasada con aspiración a ese imposible llamado “clase media”. Señala los problemas de las clases sociales a las que necesita para recobrar la confianza general en las instituciones del Estado, aprueba sus luchas y cree que deben mejorar al Estado.
El Borbón lo tiene claro: necesita el apoyo de las clases medias y obreros desclasados para recoser las costuras del 78, profundizar en la UE y en el lacayismo a la OTAN. En esta empresa tiene grandes aliados, toda la socialdemocracia parlamentaria está con él, más allá de determinadas críticas para su propio público de partidos como el BNG o Sumar que parece ser que esperaban que Felipe VI proclamara la República de los Soviets. También tiene otros aliados: todas aquellas organizaciones, aunque se autoproclamen revolucionaras, que centran sus luchas en reivindicaciones parciales y que solo buscan arrancar migajas del Estado. Estas luchas, aunque sean necesarias y se deba participar en ellas, deben crear organización y conciencia de que más allá del problema concreto y su solución parcial, solo en un Estado dirigido por la clase obrera tendrá una solución real.
Es necesario que cada militante del PCPE incida en estos aspectos en cada frente de masas y sindicato. Es necesario, fuera del dogmatismo, hacer esta labor ideológica: los primeros en trabajar en las luchas concretas y obtener victorias, aunque sean parciales; los primero en señalar siempre al Estado y realizar esa batalla ideológica en el campo de lo real y los primeros en sostener las organizaciones populares para elevar el nivel general de la lucha. Tenemos nuestra apuesta por el Frente Obrero y Popular por el Socialismo, tenemos en breve el XII Congreso del Partido, vamos a por ello.
Alex Moreno