En un momento de la Historia como el actual, situarnos en la realidad del MCI requiere espacio y desarrollo que vamos a tratar de sintetizar.
Independientemente de las condiciones objetivas que la crisis general del capitalismo puede propiciar, nos encontramos con un cierto vacío de liderazgo y de vanguardia en la recuperación de la unidad de las organizaciones comunistas y revolucionarias. Referencias y faros no faltan, pero la bandera que agrupa, ordena y conduce a la tropa en la batalla final, todavía no es asida de manera clara y descaradamente transformadora de la realidad que soportan miles de millones de personas. No obstante, no cuestionará el PCPE las dificultades en la construcción del socialismo que varios estados vienen acometiendo desde mediados del siglo pasado, la URSS se forjó en un proceso determinado de la lucha de clases que puede encontrar analogías hoy, pero nunca la fotocopia.
Así pues, la implosión de la URSS fue el punto final de la evolución en que se debatía un deterioro progresivo que algunos han situado su gestación en el XX Congreso del PCUS celebrado en febrero de 1956. La evidencia del recorrido de esas décadas es que el imperialismo empleó todos los métodos y medidas posibles para impedir que los pueblos decidieran libremente su destino, su soberanía e independencia. La llamada Guerra Fría acumuló cientos de millones de víctimas en forma de asesinatos, crímenes, desplazamientos, segregación, torturas, cárceles...; el “método Yakarta” se convirtió en plantilla para la preparación de la represión que se ejecutaría desde distintos niveles.
A esta situación de orfandad se produjo una respuesta ilusionante. En febrero de 1998 se convocó el primer Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO) en el que el PCPE participa entonces, y ha estado presente en las 22 convocatorias que hasta el momento han tenido lugar en las distintas sedes que son anfitrionadas por el partido comunista correspondiente.
Pero la ilusión devino en formalidad y hábitos que, lamentablemente, se mantienen todavía. El PCPE desde hace muchos encuentros ha procurado advertir de una dinámica errónea que desemboca en inercia y, por tanto, languidece hacia un burocratismo donde el hedonismo aparece en distintas contribuciones (artículo de cada partido) sin rigor ni ciencia. El PCPE no desmerece este espacio ni otros que se conformen sobre la base de alinear fuerzas comunistas.
Si la unidad comunista resulta indispensable para articular el MCI, en estos espacios de los encuentros no se produce debido a diferencias en los propósitos que obstaculizan la recuperación de lo que supuso en su momento la organización de la vanguardia del internacionalismo proletario. El intervencionismo desde fuera en distintas organizaciones ha aparecido para, objetivamente, hacerle el trabajo sucio al imperialismo. Una actitud infame opera para “ocupar” un partido y regresar al pasado feudal como mera “servidumbre de la gleba” para desempeñar un rol inoperante, inútil, incapaz, ingenuo, en la lucha de clases; ¿será una táctica errónea o será un horror de táctica?; si es esto último, ¿cuál es la estrategia? En la confusión de uno y otro, se sumerge la inevitable coincidencia con el enemigo, el imperialismo, y con ello la traición, la mentira, el engaño; el cinismo y la hipocresía alimentan al converso como personaje siniestro. El PCPE sufrió esa experiencia y, con el apoyo de los amigos a nivel nacional y, sobre todo, internacional, consiguió derrotar el intento de ocupación para salvaguardar sus principios marxistas-leninistas y disponer de la independencia y soberanía partidaria para trabajar con las masas. El relato de esta batalla es lo suficientemente extenso como para que no quepa en este sucinto artículo.
El PCPE continúa trabajando en el estado español y en la esfera internacional para desactivar este proceso errático que proporciona oxígeno extra a un enemigo debilitado que se expresa con suma violencia en su agonía. El capitalismo, en su fase final imperialista, degenera en un monstruo al que poco le importa la vida humana.
Es por ello, por lo que la formulación del Frente Mundial Antiimperialista (FMA) fue uno de los puntos que ensamblaron al PCPE en su fundación hace 40 años. Desde entonces, el trabajo para explicar el contenido político del FMA no ha conseguido amalgamar en la práctica la receptividad encontrada en diferentes partidos comunistas y organizaciones revolucionarias. Viene cuajando un discurso de este calibre en diferentes partidos, pero aún no ha madurado la propuesta final de organización y de convocatoria. El tiempo apremia y arrecia la obligación de los comunistas.
El PCPE viene determinando en sus tesis congresuales que “el desarrollo científico-técnico dispone el avance de la humanidad en la construcción de la sociedad socialista”; las condiciones en este campo están dadas, y debemos proceder golpeando todos en el mismo sitio hasta derribar el pilar que sostiene el edificio del capitalismo. El desarrollo de las relaciones de producción tejerán la enseña de la Nueva Sociedad eliminando la opresiva sociedad que mantiene su hegemonía todavía en muchos estados.
El Eje de la Resistencia palestina, que tuvo el arrojo de demostrar al mundo el genocidio planificado que se viene produciendo contra este pueblo desde 1947 por la entidad sionista, debería convertirse en el detonante de un FMA que no tiene por qué organizarse con esta nominación, pero cuya función debe ser la de entender cualquier lucha local de cualquier sector de cualquier estado como una manifestación de la lucha de clases que debemos establecer para la victoria; “el combate es hasta la victoria”.
El marco de la Internacional Comunista que supo y pudo enfrentarse al nazismo y al fascismo victoriosamente, debe ser el espejo para visualizar la oportunidad de evitar dejarnos la factura que la URSS tuvo que pagar entre muertos, aldeas destruidas, ciudades arrasadas e infraestructuras desaparecidas.
Hoy Palestina, ayer Sudáfrica, anteriormente Indonesia, golpes de estado, bloqueos, torturas, amenazas, sanciones, robos y demás medidas usurpadoras, forman parte de la arquitectura construida por los vencedores.
Dice un proverbio africano que “hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador”. Se impone la necesidad de escribir la historia de los pueblos por los pueblos.
Víctor Lucas