Del 5 al 15 de este mes de diciembre tiene lugar en La Habana la 45 edición del festival de cine más esperado de toda América Latina. Como cada año el festival habanero se propone, según palabras de su directora Tania Delgado Fernández, “reconocer y difundir las obras cinematográficas que contribuyan, a partir de su significación y de sus valores artísticos, al enriquecimiento y reafirmación de la identidad cultural latinoamericana y caribeña”. “Será igualmente, prosigue la directora del evento cinematográfico, la posibilidad de revisar la historia, sus protagonistas y momentos de la cita con el cine latinoamericano a lo largo de cuatro décadas y media”. Así, como en anteriores ediciones, en esta también están previstas las categorías de Largometraje de ficción, Ópera prima, Largometraje documental, Cortometraje, Animación, Guión inédito, Cartel y Postproducción. Por tanto, y pese a las dificultades objetivas que impone el criminal bloqueo norteamericano en todos los terrenos, incluido el del 7º Arte, se prevé, sin embargo, una muestra amplia, rica y enriquecedora. Repleta de encuentros con diversas cinematografías internacionales y de prometedores talleres de los que surgirán sin duda nuevas y útiles experiencias para el futuro.

Un escaparate identitario de la región

De los alrededor de 1400 títulos de películas que los organizadores del Festival han manejado en la preparación del encuentro cinematográfico, sólo unos 190 serán seleccionados finalmente para los once días que dura la reconocida manifestación latinoamericana. Por otra parte, y previamente a la celebración del Festival, este año se ha desplegado un amplio programa de actividades por el 65 aniversario del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficas (ICAIC), una institución cultural fundada tras el triunfo de la Revolución en 1959 con el fin de promover la industria cinematográfica cubana. En este sentido, películas como, por ejemplo, Miel para Oshún (2001) de Humberto Solás que forman parte del acervo histórico del evento, han sido proyectadas con éxito en la capital cubana a lo largo del año que termina.

Desde su primera edición, celebrada el 3 de diciembre de 1979, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano ha sido un esperado espacio de encuentro y diálogo entre cineastas, críticos y público, posibilitando el intercambio de ideas, la exhibición de obras cinematográficas innovadoras y el reconocimiento del talento emergente de los países del continente. Además, el Festival no solo celebra cada año la cinematografía, sino que asimismo promueve una reflexión crítica sobre la realidad social, política y cultural de América Latina, convirtiéndose de ese modo en un verdadero escaparate del espíritu y la identidad de la región. Deseos que se verán de nuevo confirmados por miles de cinéfilos, realizadores y críticos con su interés por una de las muestras del mejor y más comprometido cine latinoamericano contemporáneo.

Rosebud

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