La violencia de género aumenta en todas las situaciones de guerra. Es más, en otros artículos hemos analizado la utilización de las mujeres como arma de guerra.

En Gaza esta realidad está siendo desproporcionada, se sale de todas las estadísticas y experiencias previas. Según datos de organizaciones en el territorio, en 2014, cuando se produjo una de las peores ofensivas de Israel sobre Gaza, un 39% de las mujeres había sufrido algún tipo de violencia machista.La misma encuesta de enero de este año cifra esta cantidad en un 78% de las mujeres.

Desde hace un año, los ataques del ejército israelí suman más de 41 000 personas muertas en Gaza y Cisjordania, 95000 heridas y casi dos millones de desplazadas, entre las cuales más de 11200 de las personas asesinadas han sido mujeres y niñas.

Una de las formas de violencia que ejerce la entidad sionista contra el pueblo palestino desde hace décadas es el desplazamiento forzoso para la ocupación de sus tierras por colonos israelíes. En situaciones de desplazamiento, las mujeres también enfrentan mayores riesgos de violencia de género, acoso y explotación.

Y esto es así también en Gaza. Para empezar, las supervivientes de la violencia de género en pareja necesitan recursos de imposible acceso en un sistema de salud al borde del colapso (como tratamientos para posibles lesiones, medicinas o apoyo psicosocial). Pero, además, los servicios de protección locales formales, como comisarías de policía y hogares seguros para mujeres, las han dejado en situación de riesgo o, en caso de las supervivientes de la violencia de género, sin espacios seguros ni apoyo.

Todo esto, con el añadido de tener que sustentar las tareas del hogar en una zona de guerra. Esto implica desde llevar pesados cubos de agua a sus tiendas hasta cocinar en fuegos abiertos, al tiempo que asumen responsabilidades adicionales de cuidado. Como las principales proveedoras de cuidados, ellas luchan para proveer alimento a sus familias a pesar de la escasez, priorizando con frecuencia asegurar el consumo de alimentos por sus familiares sobre ellas mismas.

El acceso a una atención sanitaria sexual y reproductiva adecuada se ha vuelto prácticamente imposible. Esto se refleja en la falta de anticonceptivos, así como de condiciones que permitan una correcta gestión menstrual o en la falta de cuidado prenatal y postnatal, lo que ha provocado una mayor mortalidad entre las mujeres y sus bebés.

Los arrestos y detenciones israelíes de palestinas y palestinos se han intensificado drásticamente tras el 7 de octubre de 2023. Las mujeres detenidas son sometidas a tratos inhumanos y degradantes, se les niega compresas, alimentos y medicinas, y son brutalmente golpeadas.Además también son sometidas a múltiples formas de agresión sexual, como ser desnudadas y registradas por oficiales varones del ejército israelí, amenazadas con violación y violencia sexual, y violadas.

A pesar de todo, las mujeres palestinas han demostrado una resiliencia extraordinaria, asumiendo roles de liderazgo e impulsando esfuerzos de recuperación comunitaria en las condiciones más difíciles articulando necesidades y movilizando recursos.

Aún así, es necesario cambiar la lógica de desinformación que prevalece en los medios hegemónicos y el doble rasero de la comunidad internacional mientras las mujeres palestinas se enfrentan a la muerte. Una vez más, el discurso feminista ha sido instrumentalizado para justificar el imperialismo, jerarquizando la vida de las mujeres basándose en el racismo. Necesitamos un frente amplio y mundial posicionado en las filas del antiimperialismo, construyendo una solidaridad total con la lucha del pueblo palestino por la soberanía y la autodeterminación, y por un alto el fuego inmediato que haga frente a esta situación y la denuncie al mundo.

Gloria Marrugat

uyl_logo40a.png