La Secretaría de Movimiento Obrero y Sindical del PCPE quiere hacer llegar al conjunto del pueblo trabajador nuestra posición, ante el crimen cometido por los poderes políticos y empresariales en Valencia.

En primer lugar, desde esta Secretaría y el conjunto de la militancia comunista del PCPE, trasladamos nuestro más sincero pesar por los cientos de trabajadoras y trabajadores que han perdido la vida en Valencia, víctimas de una gestión criminal de políticos y empresarios para quienes prevalece el interés monetario y el beneficio propio sobre las vidas humanas.

En este articulo no pretendemos centrar nuestras valoraciones en aspectos de carácter técnico, aunque por otra parte sí deberemos de abordar, ya que lo sucedido en Valencia gran parte ha sido consecuencia de una gestión política del suelo o urbanística centrada exclusivamente en los intereses de especuladores y explotadores capitalistas. Especuladores que, aprovechando las políticas de desarrollo urbanístico que el capitalismo ha implantado en esa zona, como en cualquier otra del estado español, orientadas principalmente a favorecer la obtención de suelo barato, sin importarles en absoluto las consecuencias que tales acciones urbanísticas puedan acarrear por la destrucción del medio ambiente así como los riesgos de urbanizar sobre terrenos no aptos para ello, como laderas, barrancos, ramblas y cauces, que históricamente sirvieron para llevar las aguas al mar o zonas de humedal y donde cualquier situación climática adversa puede, como así ha ocurrido, propiciar verdaderos desastres.

Si al desastre provocado por los capitalistas, ávidos de riquezas, por la perversa política urbanística diseñada en su propio beneficio, se une el priorizar el beneficio particular de estos explotadores quienes dudan en poner en riesgo la vida de trabajadoras y trabajadores si con ello salvan sus ganancias, obtendremos el cuadro completo de lo sucedido.

El capitalismo con su burguesía grande y mediana nos ha demostrado en más de una ocasión que para este sistema sobre todo prima su tasa de ganancia sobre la vida de las masas trabajadoras que han de venderles su fuerza de trabajo, que para ellos no tiene más valor que su rentabilidad inmediata.

Recordemos lo sucedido con la epidemia por la COVID, cuando en plena crisis se encarceló a todo el pueblo, pero jamás paró la maquinaria de producción y reproducción capitalista, pues millones de obreras y obreros se vieron obligados a continuar acudiendo a sus puestos de trabajo. Los únicos que se beneficiaron por las ayudas y medidas estatales fueron los empresarios

La clase obrera y las masas trabajadoras de las zonas inundadas en Valencia han sufrido un alto nivel de opresión capitalista, donde diferentes actores políticos y empresariales, han jugado un papel que nosotros consideramos por una parte lamentable y por otra, más grave, criminal. Desde lanzar la alarma demasiado tarde, cuando ya todo el desastre ya había ocurrido, a pesar de los avisos de las agencias meteorológicas, pasando por el canallesco comportamiento de los empresarios, que obligaron a seguir trabajando a sus plantillas a pesar de lo que estaba ocurriendo, llegándose en algunos casos al extremo de confiscar los teléfonos móviles del personal trabajador para que no pudieran dar fe de lo que ocurría. Más miserable no se puede ser.

Hemos situado una escueta caracterización de la lógica y moral de los capitalistas, pero no por escasa o austera, en ella se oculta la lógica de clase explotadora, extractora de riquezas y plusvalía. Ante esto, queda muy claro que tanto patronos como sus gobiernos, con su criminal actitud, son los máximos responsables de la muerte de compañeras y compañeros.

Pero si la burguesía capitalista ha realizado una gestión lamentable y contraria a los intereses y vidas de nuestros hermanos y hermanas de la clase obrera y masas trabajadoras, no es menos grave la actuación que algunas organizaciones sindicales, así como la inoperancia de otras.

Desde posiciones de clase, señalamos la servil actuación de algunas organizaciones sindicales, quienes conocedoras del peligro inminente que corrían miles de trabajadores y trabajadores en sus tajos y en sus desplazamientos, no activaron los mecanismos de seguridad y prevención laboral que se recogen en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (Artículo 21). Es más, no funcionaron ni comités de empresa, ni delegados/as de personal, ni los delegados de prevención.

La gran mayoría de comités de empresa y secciones sindicales están copados por compañeros y compañeras afiliados a CCOO y UGT, quienes, desde el desempeño de una política de modelo sindical servil con la patronal, jamás se atreverán a desobedecer las órdenes del patrón, a pesar de que existen normas legales que amparan dicha desobediencia en caso de peligro grave inminente. Son muchos años ya de colaboración interclasista, años de paz social y olvido de la lucha de clases que, de hecho, los convierte en meros operadores del sistema que los explota.

Una acción decidida de estos sindicatos y/o representantes de los trabajadores, paralizando de inmediato la actividad laboral y tomando las medidas adecuadas antes de que el cielo se desplomase sobre Valencia en virtud de las alarmas y datos que las agencias meteorológicas venían lanzando, hubiese salvado muchas vidas. Pero no hicieron nada, incluso cuando ya las aguas inundaban sus centros de trabajo o las calles por las que debían transitar, las trabajadoras y trabajadores no pudieron abandonar su centro de trabajo por las coacciones y temor a las represalias patronales.

Qué decir, de quienes, desde una posición declarada contraria al sindicalismo de pacto social, tampoco son capaces de activar su sentido de clase, ante situaciones contrarias a los intereses individuales y colectivos de la clase obrera, más cuando esta está en eminente peligro de su integridad física y vidas. Debemos situar que, esta otra lógica sindical esta atenazada por años de inoperancia activa que, les imposibilita ver por si solas/os, y tomar las iniciativas prácticas que posibiliten una verdadera confrontación capital/trabajo, más explícitamente, intereses contrarios del patrón y las y los trabajadores.

La historia no es un reloj al que podamos hacer retroceder, todos los elementos que determinan la vida en la tierra transitan en un espacio tiempo que no deja resquicio por el que hacer retroceder su avance. Los cientos de fallecidos, las pérdidas humanas, nada ni nadie las pueden reponer, este crimen se escribe en las páginas de la clase obrera y no habrá perdón para quienes de forma activa o pasiva fueron culpables.

Este lamentable y penoso hecho, deberá de sernos válido para tomar la decisión de generar los mecanismos organizativos que impidan que tales hechos se repitan, al tiempo que organizadamente obligamos a que se lleven a cabo acciones jurídico-penales que depuren responsabilidades, llevando a la cárcel a todos los responsables, patronos y políticos.

Sí, debe ser la clase obrera organizada, como sujeto revolucionario, quien ponga freno a la sobreexplotación criminal de la burguesía. Hoy se demuestra que otro sindicalismo es urgentemente necesario, trabajadoras y trabajadores deben luchar por un sindicalismo de clase y revolucionario que, como objetivo central tenga la defensa de los intereses de la clase obrera y de las masas trabajadoras ante la sobreexplotación y represión de la burguesía. Un sindicalismo que genere conciencia de clase y que debe situar a la clase obrera como sujeto principal, para poner fin a esta sociedad decadente.

El PCPE tiene como objetivo principal recuperar el protagonismo de las masas trabajadoras en todo lo referente a sus intereses, dirigiéndolas en el camino que la historia le señala hasta conseguir una sociedad libre de explotación y opresión. Una sociedad socialista.

Secretaría de Movimiento Obrero y Sindical

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