9 de abril de 1911 en Catral (Alicante) nace una mujer extraordinaria, en una época donde los grandes ejemplos de luchadoras infatigables por la causa de las trabajadoras, nos deja muchos nombres y vidas. La suya es una de esas historias, que poco a poco se van rescatando para la memoria colectiva y que iluminan el camino de la resistencia contra la opresión.
De origen pobre y familia numerosa, fue a la escuela y la maestra propuso al padre “quedársela” a fin de darle una carrera, no sucedió tal cosa. Con 9 años Teresa empezó a trabajar en la industria conservera de la cercana población de Almoradí. Sus primeros trabajos fueron repartiendo agua a las trabajadoras de la fábrica, para pasar a puestos más cualificados al saber leer, escribir y hacer cuentas.
La lucha por mejorar las jornadas y los sueldos la llevó a organizar en Almoradí, el primer ”Sindicato de Obreras Conserveras, Agricultoras y similares” como también sucedió con el sindicato “La feminista” en la fábrica de tabacos de Alicante, pues recordemos que por aquellas fechas las organizaciones obreras no admitían mujeres en sus filas y había un encendido debate sobre la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo asalariado.
En 1931 se afilia al PCE y formó parte de su Comité Provincial. Al iniciarse la guerra fue destinada al aparato de agitación y propaganda y se dedicó a recorrer los pueblos dando mítines y recabando ayuda material para enviarla al frente. De esa etapa le viene el sobrenombre de “la pequeña pasionaria”. También creó en su ciudad la Organización de Mujeres Antifascistas y, con el resto de sus integrantes, dedicaría largas jornadas a la confección de prendas de abrigo para los combatientes.
El 28 de marzo de 1939 abandonó su tierra y consiguió embarcar en el Stanbrook, viejo carbonero que partiendo del puerto d´ Alacant, salvó a un puñado de hombres y mujeres de ser fusilados por los franquistas o de perecer en el improvisado campo de “Los Almendros”.
El trayecto es descrito por la hija de Teresa “mi madre contaba que era un barco carguero donde no te podías sentar. La gente iba sentada en el suelo. Los aseos no funcionaban, los pasajeros se bajaban los pantalones y lo hacían por la borda, si alguno caía no paraban a recogerlo. Al poco de zarpar comenzaron a caer las bombas”. La llegada a Orán supuso el inicio del exilio y el internamiento en campos de trabajo forzado que en Francia o Argelia era el destino del exilio español, a uno de esos campos fue a parar Teresa.
Tras arribar a la URSS, en Járckov nació su primer hijo, fruto de una de aquellas “uniones ficticias” que finalmente no se deshizo. Al año, el marido se presentó voluntario para combatir al nazi-fascismo que asolaba el continente y ella con su pequeño hijo fue a Kokand (Uzbekistán) allí trabajaría como costurera de ropa para el frente y de recolectora de algodón. Tras la guerra se instala en Crimea y nace su hija.
Regresa en 1971 y tras 5 años desterrada en Cartagena finalmente se establece en Almoradi, en donde calladamente nos dejó en 2001.
Ana Muñoz