Los datos sobre pobreza que se han publicado este año 2024 sitúan a España en sus peores cifras, tanto generales como en lo que a pobreza infantil se refiere, durante el pasado año 2023.

Recordemos que en 2020, año de pandemia y confinamiento, parecía que nunca se iba a superar el malestar social que vivimos entonces. Aunque, de algún modo, ya se podía intuir en esos momentos que esa situación excepcional fue utilizada para maquillar y justificar datos económicos previsibles y que ahora estamos padeciendo.

Siguiendo con la manipulación de datos, la subida de los precios que empezó un año después de la pandemia, parecía que tenía su origen en Rusia, de la mano de su «malvado» presidente, que con sus amenazas provocó la subida de los carburantes.

De hecho, el Banco Mundial hace este mismo análisis a nivel global. Según sus datos, 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2,15 USD al día, y el objetivo de reducir la pobreza incluido en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de la agenda 2030 de la ONU, se ha frenado durante el periodo 2020-2023 a causa de la pandemia, el cambio climático y los conflictos armados, que han hecho aumentar esos índices de pobreza.

Por otra parte, los datos sobre España que nos arrojan los medios, nos hablan del indicador AROPE (riesgo de pobreza y/o exclusión social, por sus siglas en inglés) de la Unión Europea que no solo se limita a medir la pobreza en términos económicos o de renta, si no también de carencia material y baja intensidad de trabajo en el hogar.

Según este indicador, en España hay unas 12,7 millones de personas que están en situación AROPE, es decir, que la tasa AROPE ha subido hasta situarse en el 26,5% y, si se atiende a la cifra infantil, esta se sitúa por encima con un 33,9%, siendo la franja de edad de entre los 13 y los 17 años la más perjudicada. Este aumento se concentra en la carencia material. Por ejemplo, en el número de personas que no pueden mantener una temperatura adecuada en su hogar o que no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días. Pero el dato más alarmante es que un 48,5% de la población española (eso es, casi la mitad) llega con dificultad o no llega a fin de mes.

Y es que el capitalismo, desde sus inicios se resiste a reconocer los derechos sociales para no tener que planificar su financiación, y, en estos tiempos de monopolios globales que nos roban eludiendo el pago de impuestos por no pertenecer a ningún estado, la manipulación intencionada de los datos, simplemente significa que la realidad no es la que nos quieren dibujar.

No son el cambio climático, ni la pandemia, ni siquiera los conflictos armados, las causas de la existencia de una pobreza estructural que, por mucho que se empeñen, no disminuye, si no que aumenta sin parar en todo el planeta.

El origen de la pobreza y la exclusión social están en la existencia del beneficio privado, de la explotación de unos seres humanos sobre otros. En definitiva, el causante de la pobreza es el CAPITALISMO.

Mientras que las fuerzas socialdemócratas plantean tibias medidas de redistribución de la riqueza (impuestos a multinacionales...) y la contemplación de algunos derechos sociales (Ingreso Mínimo Vital…). La etapa actual del capitalismo en crisis ha demostrado las limitaciones de estas medidas, que en su mayor parte no han pasado de ser promesas electorales incumplidas.

Si bien es cierto que no nos oponemos a las medidas que se puedan implantar de carácter progresivo, desde el PCPE de ninguna manera engañaremos al pueblo trabajador haciéndole creer que de esta forma se resolverá el problema cada vez más grave de la pobreza, pues solo a través del derrocamiento revolucionario del régimen capitalista y de la superación de este por el socialismo, podremos generar las condiciones para que ninguna persona siga viviendo bajo la miseria, mientras existan los recursos materiales para erradicarla.

Glòria Marrugat

uyl_logo40a.png