Nalanda (Obralia) fue fundada en el año 2000 por un grupo de grandes constructoras españolas, las mismas que desde hace décadas no tienen personal propio, ni maquinaria, ni medios y que en la ejecución de una obra ponen a un jefe de obra y a un encargado, y el resto lo subcontratan todo.
Es obvio que el negocio es rentable. Ellas son adjudicatarias de las grandes obras públicas (y cuando no hay inversión pública también entran en el sector de la obra privada), sin arriesgar un céntimo. Dado que todo se subcontrata, los precios a los que subcontratan han de ser inferiores a los que ellos mismos han contratado, a cambio tienen un coste de estructura (cada vez más pequeña porque recordemos no tienen casi personal operario) y nada más, porque, además pagan cuando les da la gana, con lo que el beneficio financiero está garantizado. Y ello pese a que la ley de contratos del Sector Público (ley 9/2017) pretendiera rebajar el nivel de subcontratación, aunque a la vez pretendía aumentar la participación de las PYMES a través de la subcontratación…a este nivel estamos, que igual la ley la redactó el desconocido M. Rajoy porque dice una cosa y otra a la vez.
Actúan, por tanto, como una especie de entidad financiera encubierta, y mueven miles de millones de euros.
Pero como nunca es suficiente, en el año 2000 dieron un paso más. La implementación de las leyes de prevención de riesgos, obligaba a mover cada vez más documentos, así que les obligaba a tener administrativos (nada de técnicos de PRL, que por convenio costaban más) para controlar la documentación de las subcontratas, no fuera que por defecto de documentación, la inspección les derivara alguna sanción a ellos… pobrecitos, ellos que ni siquiera tienen personal y tener que asumir una sanción.
Pues nada, en el 2000 fundaron Nalanda. Nalanda sirvió (como otras plataformas CAE) para externalizar un servicio más y obligar, además, a las subcontratas a pagar el mismo control de documentos que la ley les obligaba. Una jugada maestra, sólo pensable en Españistán.
Pero sigamos, que la cosa se pone caliente.
En 2021, ACS (la del tito Floren, ese… el del Real Madrid y los pelotazos urbanísticos con los gobiernos peperos), Ferrovial, Acciona y FCC, vendieron Nalanda a PSG Equity (que no futboleros, que no es el París Saint Germain, por más que le haya vendido Mbappé al Real Madrid de Florentino) por 80 millones de euros. PSG Equity es Providence Strategic Growth Equity y como podéis imaginar es un fondo de inversión, o sea, una maquinaria como otra cualquiera del capital para ganar dinero sin generar nada (especulación pura y dura).
En 2023 Nalanda compra Dokify (otra plataforma creada para lo mismo en 2012), con lo que se hacen de una cartera de clientes muy grande y con presencia en muchos países europeos.
Y como siguen generando sin generar, en abril de este año 2024, Once For All compra Nalanda Global por 300 millones, o sea que en 3 años PSG Equity se embolsilla 220 millones. Y ¿quién es Once for All? Once For All, empresa europea dedicada a soluciones de riesgo y cumplimiento de la cadena de suministro sostenible para el sector de la construcción. Así se definen, pero hay trampa… Once For All está participada por la entidad de capital riesgo (private equity) GTCR Chicago Private Equity Firm.
Y antes de que se nos pierda el objetivo, resumamos: la seguridad implantada por las distintas leyes de prevención está en manos de las constructoras grandes, que a su vez, externalizan el trabajo de ejecución de las obras y el control lo pasan a plataformas que a su vez son de Fondos de Inversión… y para colmo norteamericanos. Sí, ese país donde vale más un gatito que la vida de un obrero.
En fin, que la vida de un obrero es otra partida dentro del balance de los fondos de inversión. Así, cuando hablan de paz, en realidad hablan de paz social, o sea de que no les molesten mientras ganan dinero; cuando hablan de libertad, hablan de libertad de negocios, no de libertades individuales (salvo para cambiar de sexo, que eso deja mucho dinero) y cuando hablan de seguridad laboral hablan de lo que van a ganar con sus fondos.
Recuerden, solo el pueblo organizado salva al pueblo.
Juan Luis Corbacho