El pinkwashing, o lavado rosa, es la estrategia de marketing que usan marcas, empresas, gobiernos y partidos para mejorar su imagen fingiendo una simpatía hacia el movimiento LGTBI.
Hemos visto ya varias veces como el capitalismo, ya sea a través de corporativismo empresarial o de mejorar la imagen de gobiernos que están tomando posición en guerras, imita planteamientos de resistencias que son cercanas para quienes desarrollamos el antiimperialismo y anticapitalismo, como el feminismo o los derechos LGTBI. Estas posiciones pueden acabar dentro del sistema si dejamos que las empresas tomen nuestras fechas de lucha como fiestas y ocasiones para promocionar descuentos. Y en este caso, toca hablar de cómo el estado ilegítimo de Israel juega con el pinkwashing para mejorar su imagen y empeorar la de Palestina y la población árabe.
Desde que se reavivó el conflicto en Gaza el 7 de octubre, una de las campañas que ha usado el ente sionista para mejorar su imagen ha sido usar a Dana Internacional, una de sus artistas más conocidas, que afirmó en una entrevista: “quien no condena a Hamas, está en contra de la comunidad LGBTI”. Este es solo un ejemplo de los muchos de esta ficción que establecen, en la cual se dibujan como la defensa de los derechos LGTBI y occidentales, frente al mundo árabe.
El orgullo de Tel Aviv es famoso, con sus carrozas, su turismo gay, presencia en Eurovisión; todo ello lo establecen como un oasis de derechos en la tierra que ocupan. Ya sabemos que las guerras imperialistas también suponen una batalla de imagen pública y, en este caso, han usado de excusa los derechos LGTBI para practicar el genocidio a un pueblo entero. Sabemos que nuestros derechos LGTBI les dan igual y este día del Orgullo saldremos a reivindicar que esos no son nuestros derechos y que el pueblo palestino no es quien los pone en riesgo.
Pero, fuera del discurso antisemita pro derechos del colectivo LGTBI, ¿cuál es la realidad del sionismo frente a esto?
El gobierno de Netanyahu es abiertamente ultraderechista y ultraortodoxo, desde su llegada al poder las agresiones hacia el colectivo LGTBI han aumentado en un 75%, los discursos LGTBIfóbicos en los medios de comunicación han subido un 35%, entre los que se incluye a miembros del gobierno. Continúan llevándose a cabo enmiendas a la ley anti discriminación, terapias de conversión a menores y el matrimonio igualitario sigue sin estar permitido. Mientras ofrecen un ambiente de fiesta al colectivo LGTBI extranjero, niegan y persiguen a quienes allí viven. Durante la invasión en Gaza estamos pudiendo ver imágenes de soldados israelíes sacado la bandera de Israel con un contorno de arco iris y la bandera LGTBI donde se leía “en nombre del amor”.
Nuestra identidad de género y nuestra orientación sexual no son excusas ni lavados de imagen de ningún genocidio.
¡Por un orgullo crítico, por un orgullo en solidaridad con la resistencia palestina!
Rosa Collar