El concepto de la conciencia de clase está íntimamente ligado al concepto de la lucha de clases.

En su origen, las organizaciones sindicales obreras surgen debido a que, precisamente, por lo menos una parte de la clase obrera toma conciencia de “sí misma” y cae en la cuenta de que para defenderse del patrón se hace necesario organizar y agrupar fuerzas. En estos momentos históricos aún la clase obrera no ha tomado conciencia de clase “para sí” y sus reivindicaciones no exceden el marco “economicista”: mejores salarios, menos jornada laboral y poco más, y es en este marco donde surgen las primeras organizaciones obreras y los sindicatos.

Dicho esto y situándonos en el marco actual, en el Estado español nos encontramos con una proliferación de organizaciones sindicales que no se corresponde con el número de trabajadoras y trabajadores que están sindicalizados. Esta proliferación obedece a varios factores. Por un lado, la institucionalización de las dos mayores centrales sindicales, CC. OO. y UGT, con su abandono de la lucha de clases sustituyéndola por el pacto social y colaboración con la patronal, ha propiciado que una parte, con mayor o menor nivel de conciencia, de la clase obrera busque otras alternativas sindicales.

Por otro lado, la clase obrera, salvo excepciones, se encuentra sin claros referentes políticos y sindicales que sean capaces de defenderla sin reservas ni titubeos, sin chantajes ni imperativos legales que valgan.

Las organizaciones sindicales que se denominan de clase, en la mayoría de las ocasiones, no llegan a comprender del todo la imperiosa y urgente necesidad de conseguir unificar las luchas que se están dando por parte de la clase obrera en su continuo enfrentamiento con la patronal, limitándose a gestionar su reducido ámbito de influencia con más o menos éxito, pero sin lograr aglutinar amplias masas obreras que sean capaces de presentar un frente único ante las acometidas de la patronal, y, en todo caso, estos sindicatos realizan tímidos intentos de unificar luchas que resultan del todo insuficientes.

Así pues, ¿qué es lo que falta? De acuerdo con la realidad objetiva existente, lo que falta, o aún está en un estado muy embrionario, es el trabajo por parte de los elementos más avanzados y conscientes de la clase obrera, las y los comunistas, en el seno de las organizaciones sindicales existentes para crear el necesario nivel de conciencia entre las compañeras y compañeros que permita que, ante un problema o situación determinada, la respuesta sea lo más unitaria posible entre los sindicatos que existan en la zona. Naturalmente, este trabajo va a resultar más o menos complicado dependiendo de las características de cada organización sindical, pero es una tarea que se ha de acometer sin demora y sin posicionamientos sectarios.

De esta manera, y con la advertencia de que no toda “unidad” nos vale, pues no se puede llegar a esa unidad dejando de lado la lucha de clases, sustituyéndola por el nefasto pacto social donde, al final, la única que pierde es la clase obrera.

La unidad que se necesita es la unidad de acción proveniente de la acción consciente de la vanguardia del proletariado, con las y los comunistas a la cabeza, que, que dejando de lado las distintas siglas sindicales, optan por unificar el escenario de las luchas, agrupando fuerzas y pasando de las reivindicaciones más inmediatas a aquellas que traspasan el limitado marco laboral para convertirse en reivindicaciones políticas de clase.

Sin unidad de acción en el frente sindical, la fuerza de la clase obrera queda dispersa en mil frentes y pierde la mayor parte de su potencial frente a las agresiones del capital, que en estos momentos arrecia de forma exponencial. Solo la más decidida apuesta por unificar luchas en un solo frente puede asegurar la victoria del proletariado, ya que, por experiencia, sabemos que lo que desata el pánico de la patronal es la visión de un proletariado unido, aunque sea temporalmente.

F.J.Ferrer

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