El enemigo brutal

nos pone fuego a la casa:

el sable la calle arrasa,

a la luna tropical.

Pocos salieron ilesos

del sable del español:

la calle, al salir el sol,

era un reguero de sesos.

Estos versos de Martí, haciendo referencia a la brutalidad de las tropas españolas frente a la lucha independentista cubana, pueden servir de introducción para hacer algunas consideraciones sobre el derecho a la libre autodeterminación en la actual Unión Europea.

En el extremo contrario a lo que es la UE, en relación al derecho a la libre autodeterminación de los pueblos y naciones, tenemos ejemplos cercanos de enorme fuerza ilustrativa.

La Yugoslavia socialista, o la URSS de Lenin y Stalin, resolvieron con una gran capacidad político-ideológica la cuestión del derecho de autodeterminación en realidades políticas de enorme complejidad. La posterior intervención de la UE trajo como resultado la guerra y desmembramiento de Yugoslavia, y la actual guerra en Ucrania, entre otras cosas. Justo todo lo contrario de los precedentes históricos citados, que resolvieron la cuestión de forma totalmente pacífica, construyendo realidades políticas armoniosas entre diferentes pueblos.

Los pueblos, constituidos o no como naciones, tienen el derecho democrático a la libre autodeterminación. Es decir, a decidir cómo quieren organizarse en su futuro. Como tal derecho democrático es inalienable, es decir, nadie puede pretender que se renuncie al mismo. Este derecho a la autodeterminación se puede dar en dos planos históricos diferentes: cuando el ejercicio de ese derecho conlleva el tránsito a la construcción de una entidad nacional, y también cuando ese ejercicio sencillamente permite acordar/construir colectivamente una determinada posición política, no necesariamente vinculada a un cambio en la forma concreta del Estado.

La construcción de los estados-nación en Europa fue un paso histórico fundamental en el violento proceso de implantación del sistema capitalista y su dictadura de clase. Eso que se suele llamar “las revoluciones burguesas de 1848”, y que cada día se analiza más como un robo de la emergente burguesía a la clase obrera, quién fue la auténtica artífice de los cambios radicales en el proceso de demolición del Antiguo Régimen. La burguesía tomó para sí todo el poder político robando, marca de origen.

En Alemania, Francia, Italia, …., los acontecimientos se desarrollaron en esas coordenadas. España fue rancho aparte, ¡cómo no!

Factores políticos, económicos y culturales particulares marcaron un fracasado y contradictorio proceso de construcción de la nación española. Así la actual España es un Estado plurinacional, que no ha resuelto el proceso de la libre autodeterminación de los pueblos y naciones que la conforman.

Entonces la cuestión que ahora nos corresponde abordar es: ¿la UE, como proyecto imperialista, dirigido por el capital monopolista, es capaz de respetar el principio democrático del ejercicio de la libre autodeterminación?

Tajantemente NO.

La UE, que es una realidad política hegemonizada por el capital monopolista, sometida al dictado superior del imperialismo yanki, y en alianza con el sionismo internacional, no puede permitir que en su interior se abra un proceso en el que determinadas partes integradas puedan ejercer el derecho a decidir sobre su opción de separarse, y construirse como una realidad independiente y soberana. La dictadura del capital monopolista, y su brazo militar OTAN, necesitan la sumisión absoluta de todas las particularidades al interés dominante, en la lógica de la virulenta disputa internacional.

En la actual pugna interimperialista, en una situación de creciente confrontación militar con próximos escenarios de guerra directa, el gran capital monopolista impone su dictado, y nadie puede decidir por sí mismo. En España tampoco, y para eso es fundamental la monarquía de los Borbones, que tiene una larga experiencia histórica en manejar el sable del español y llenar la calle de sesos.

El último simulacro de autodeterminación en territorio europeo fue la creación de Kósovo. Respondiendo a las necesidades del imperialismo yanki de disponer de un títere absoluto, para instalar una nueva base de su logística militar. La Krajina le fue robada a los serbios a golpe de misiles OTAN.

Igual que, en el cercano pasado, España recurrió al más brutal terrorismo de Estado, a la tortura y a los asesinatos selectivos, para derrotar al Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Igual que se aplicó el 155 a la situación fuera de control en Catalunya. Igual que se regaron los barrios populares de Canarias con heroína en los años ochenta frente al ascenso de un potente movimiento nacional-popular. En todos los casos, la dictadura del capital tiene claro que no existe derecho a la libre autodeterminación de los pueblos y naciones en la UE. Tampoco en España.

Quienes en estas Elecciones al escuálido Parlamento Europeo hacen demagogia con su discurso de las libertades y de la democracia en la UE no son otra cosa que flautistas de Hamelin que llevan a los engañados pueblos del continente al sometimiento a las órdenes de la dictadura de los monopolios.

En el próximo escenario de guerra directa, que los monopolios están configurando ya en el espacio de la UE, esas libertades, y la misma democracia burguesa, caerán arrolladas por la lógica de la Declaración del estado de guerra. Con esa coartada, establecida por las instituciones de la dictadura de los monopolios, el ejercicio del derecho a la libre autodeterminación pasará a estar calificado como un delito contra la seguridad y la paz en la UE.

Nunca se reconoció el derecho a la libre autodeterminación en el seno de la UE. En poco tiempo será un delito castigado con las más altas penas.

Frente a esa lógica dictatorial y represiva la propuesta política de la Coalición electoral PCPE-PCPC es el reconocimiento, sin restricciones, del derecho a la libre autodeterminación. Y a favor de una construcción política en el espacio europeo, hasta los Urales, que sea unión voluntaria, libre y soberana, hacia una Europa socialista, como primera fase de la posterior sociedad comunista que creará la base material necesaria para dar nacimiento a una sociedad superior, y construir lo que siglos de capitalismo nunca tuvo la más mínima posibilidad de resolver. Una sociedad de productores libres asociados.

Las aspiraciones de los pueblos a la libertad y a la soberanía no se pueden confinar jamás, ni tan siquiera en una superestructura lujosamente instalada en sus palacios de Bruselas. Los pueblos siempre alcanzarán sus derechos, y vencerán.

C. Suárez

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