Una consigna largamente repetida durante décadas en todos los círculos antiimperialistas o pacifistas del estado español es la de la salida de la OTAN. El rechazo de una parte importante de la población a la pertenencia a esta estructura militar surge desde el mismo momento en que, por parte del gobierno de turno, se propone la adhesión de España a esa estructura militar a principios de los 80 del pasado siglo. Concretamente, el proceso de integración del estado español en la OTAN se inicia en el 1981, con la investidura de Calvo Sotelo, aunque cabe recordar que ya antes, desde 1953, ya se había cedido el uso de cuatro bases militares a los Estados Unidos en el marco de los acuerdos tomados en el Pacto de Madrid. El 12 de marzo de 1986 tuvo lugar un referéndum para consultar a la población si estaba de acuerdo en seguir en la OTAN o salir de ella. Este referéndum se realizó al amparo del artículo 92 de la Constitución Española, por el que “las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”. Este referéndum era un acto meramente consultivo y como tal no jurídicamente vinculante para el gobierno. Esta fue la primera trampa organizada por el trilero de Felipe González, pantomima encaminada a apaciguar la amplia oposición popular a la permanencia en la OTAN, para luego, de forma sistemática, ir incumpliendo todos los condicionantes que sirvieron para realizar aquella consulta popular.

Cabe mencionar, por si aún alguien a estas alturas lo ignora, que la OTAN surge con el claro propósito de hacer frente a la Unión Soviética tras la II Guerra Mundial. Es decir, es una alianza anticomunista propiciada desde los EEUU para mantener al mundo capitalista a salvo y extender su dominación imperialista por todo el mundo, con la complicidad de las demás burguesías nacionales.

Muy a groso modo, lo anterior sirve para situarnos en el momento actual, con la organización terrorista más letal de la historia, la OTAN, empeñada en llevar al planeta a su irremediable destrucción.

Pues bien ¿cómo salir de tal organización? En teoría, la salida de un estado de la OTAN es bastante sencilla. En el artículo 19 del Tratado fundacional de la OTAN de 1949, se establece que: "Después de veinte años de validez del tratado, cada Estado contratante podrá rescindir la relación un año después de haberlo notificado al Gobierno de los Estados Unidos de América, que a su vez comunicará la renuncia a los demás Gobiernos contratantes”. Esto, que parece sacado de una película de los hermanos Marx, es la vía para salir, volvemos a decir en teoría, de dicha organización.

Dicho esto, ¿es posible que en las actuales circunstancias un país pueda salir de la OTAN sin más? La respuesta, evidentemente, es no. Para salir de la OTAN, así como de las otras estructuras capitalistas, como la Unión Europea o el Euro, es necesario que cambie la correlación de fuerzas en el seno de la lucha de clases que se libra dentro de cada estado miembro. Mientras la burguesía mantenga una posición favorable en esa correlación de fuerzas en la lucha que libra contra el proletariado y demás capas populares por su supervivencia, está meridianamente claro que no se va a suicidar y desmantelar sus estructuras de dominio y opresión.

Por tanto, la tarea fundamental, hoy más necesaria que nunca pues nos va la propia existencia en ello, es alterar esa correlación de fuerzas. La clase obrera y los demás sectores populares han de implementar estructuras organizativas que, desde la independencia ideológica, permitan una organización de las fuerzas populares que desmantelen los objetivos de la OTAN, que son los del imperialismo, por ello, desde el PCPE venimos llamando a conformar el Frente Mundial Antiimperialista (FMA) que garantizará una propuesta de organización que se anteponga a las agendas de las potencias imperialistas y que junto al Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS) dispongan de los instrumentos necesarios para unificar las diferentes luchas que se están dando en los distintos sectores de la producción, en la defensa de los derechos laborales y sociales, defensa de las pensiones, los derechos de la mujer trabajadora, etc, creando de este modo las condiciones necesarias para que la correlación de fuerza en el seno de la lucha de clases pase a favorecer a la clase obrera y demás sectores populares. Solo de este modo, conquistaremos nuestra independencia, soberanía y la paz. ¡OTAN NO, BASES FUERA!

F.J. FERRER

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