Este principio del año 2024 vuelve a estar marcado, una vez más por huelga de agricultores, reseñar que son los agricultores, pertenecientes a la mediana y pequeña burguesía que salen a defenderse de la presión económica que sufren, en un modelo de producción en el que ellos son instrumentos necesarios a la gran patronal, productora, pero sobre todo comercializadora, de frutas, hortalizas y cereales y dueña de todo el complejo agroindustrial que suministra insumos y materias necesarias. Pequeños, ya no tantos numéricamente y media propiedad que bajo la tendencia de concentración monopolista en el sector, ven como retroceden en sus aspiraciones de clase y son enviados a la proletarización.

Lejos, muy lejos queda ya, aquellas batallas del movimiento campesino que hasta mediados el siglo XX, se convocaran y que en su reivindicación principal situaban la defensa del jornal, de la jornada y reparto ante los abusos de la patronal campesina.   

Como si de algo nuevo se tratara, se pretende hacer creer que la situación de la mediana propiedad agrícola y la poca, pequeña sobreviviente, es novedosa, que ésta es consecuencia de tal o cual decreto, ocultando que es consecuencia de un proceso de concentración capitalista que en este modelo de sociedad no tendrá freno.

Pero a lo que nos interesa. En esta histórica lucha en el seno de las clases de la burguesía, los grandes damnificados han sido siempre los millones de jornaleros y jornaleras que siguen sufriendo las más altas formas de explotación y represión. Un ejemplo muy clarificador, mientras los patronos van a la huelga, parada de la producción, cientos de miles de jornaleras/os , no pueden laborar y por tanto no cobran ni un real, gracias a los convenios del campo firmados por unas organizaciones sindicales que desde hace ya décadas trabajan al servicio de la patronal.

Esa patronal, que corta carreteras y sitia ciudades, mantiene a millones de mujeres y hombres, en la más severa miseria, con jornales de otro siglo, ritmos de trabajo más propios de máquinas y habitando muchos de ellas y ellos, cientos de miles, en poblados chabolistas, cortijos de aperos y/o barrios marginales-guetos.

Sí, esa patronal que sale a las plazas a gritar y pedir justicia, para ella, que pide al gobierno de turno que destine cantidades ingentes de recursos monetarios a sus explotaciones, también es la misma que culpa de su situación ante la gran patronal, a los jornaleros y jornaleras que exigen un salario digno con el que poder vivir. Una patronal agrícola que no se distingue de sus competidores precisamente por su posición ante los proletarios del campo. Pero, cuando ven que son arrastrados hacia la proletarización, hacia la miseria, piden, ruegan que el proletariado explotado por ellos los defienda ante la gran patronal capitalista. El uso del símil, todos estamos en el mismo barco, es sacado de la chistera del truhán, la respuesta debe ser, sí, pero nosotros remamos y achicamos y vosotros tomáis el sol y viandas en la cubierta y cuando el barco ya no soporte más peso, lo venderéis al mejor postor, con nosotros como mercancía. 

Las y los jornaleros, deben aprovechar la actual crisis del sistema, que afecta con dureza al sector primario, agricultura, para posicionarse como sujeto revolucionario ante la patronal, y exigir una reforma agraria a través de la que, poner fin a la situación histórica de sobreexplotación que viven. Las organizaciones políticas revolucionarias y los sindicatos de clase, deben llamar al conjunto del proletariado campesino, a la HUELGA GENERAL, ya no es suficiente la exigencia de un mejor salario, hay que exigir la socialización del suelo agrícola, la nacionalización de toda la industria de transformación y comercio. Solo la clase obrera organizada podrá poner fin a siglos de sufrimiento, miseria y muerte.

Juan José Sánchez  

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