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Editorial Febrero 2024
Mientras afirmábamos que la Humanidad vivía un momento absolutamente crucial para su desarrollo, determinada en lo fundamental por la crisis general del capitalismo, el 7 de octubre pasado, el Mando Único de la Resistencia palestina inició la heroica acción “Diluvio de Al Aqsa”, quebrando con un golpe certero el silencio colonialista al que los monopolios de la información sometían al pueblo palestino. Una acción político-militar que no solo ha logrado situar la actualidad del genocidio palestino en la cabecera de los noticieros, sino lo que es más importante, de la lucha política a todos los niveles.
Un ejemplo claro de aquello que Lenin definió con la certera afirmación de que “hay décadas donde no pasa nada y semanas donde pasan décadas”.
El alcance de la acción conjunta de las organizaciones palestinas y de todo el Eje de la Resistencia, necesita ser analizado con todo detalle y en todos sus aspectos, para sacar conclusiones y aprendizajes fecundos que sigan definiendo con claridad el alcance de la responsabilidad histórica del Imperialismo como enemigo principal de la Humanidad.
Nunca olvidemos que en las páginas escritas con la sangre del pueblo, están las más sólidas enseñanzas prácticas para transitar el camino de la Liberación.
Es la historia de la lucha de clases que una y otra vez demuestra que, ni es un “bailecito” para defraudados pequeñoburgueses que ven como se hunde el mundo feliz que le habían prometido, ni una “epopeya” telemática para revolucionarios de ordenador. El PCPE entiende que es una responsabilidad de todas las fuerzas revolucionarias, situar las claves estratégicas del 7 de octubre y desde una posición claramente a la ofensiva, dar los pasos precisos para impulsar la lucha antiimperialista en lo concreto.
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La lucha antiimperialista forma parte de la lucha de clases. La comprensión del imperialismo como la expresión última y más desarrollada del capitalismo, en la que se concentra las consecuencias prácticas de sus contradicciones, no permite interpretarlo de otra manera. Concentración de capitales y de la producción, tendencia al monopolio, monetarismo, financiarización, centralización, exportación de capitales, reparto y conquista del mundo, dependencia financiera y diplomática, tendencia a la violencia y a la reacción, estancamiento y descomposición, rentismo... es la realidad de un Sistema que se construye contra las clases explotadas y contra la soberanía e independencia de los pueblos. En su propio desarrollo se escribe su derrota, pero sin olvidar que, para que llegue a consumarse, es necesaria la acción decididamente revolucionaria de la masas organizadas.
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El Internacionalismo proletario exige una práctica militante de la solidaridad internacionalista. El apoyo a los pueblos que luchan contra el imperialismo es un deber de toda la militancia revolucionaria y quienes por las más diversas razones y argumentaciones no lo hacen así, se sitúan al lado del imperialismo. La denuncia del supremacismo occidental, situado en la base del proceso de acumulación originaria y cuerpo ideológico del colonialismo, también es un requisito incuestionable de esta práctica militante del campo revolucionario.
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La unidad de las fuerzas antiimperialista en un amplio Frente Mundial Antiimperialista (FMA), exige el desarrollo de una compleja política de alianzas, que desde la independencia de clase, se encamine a enfrentar al enemigo principal de la Humanidad. Esta intervención se da en el marco de una nueva realidad Multipolar, determinada en gran medida por la posición de la R.P. China -actual gran potencia económica mundial- que, objetivamente, sitúa un escenario más favorable para el desarrollo de las posiciones de la clase trabajadora internacional y los pueblos. Se hace imprescindible una actuación conjunta del Movimiento Comunista Internacional en el marco del FMA.
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La defensa de la Paz es la convocatoria más amplia del Antiimperialismo y sobre la que se deben tejer las más amplias alianzas. La Paz debilita al imperialismo que es la Guerra. Unidad contra la OTAN, las bases militares y las misiones militares en el extranjero, como programa antiimperialista básico. En la línea con el trabajo desarrollado hasta este momento por la Coordinación Estatal contra la OTAN y las Bases (CECOB), es necesario seguir articulando territorialmente estructuras unitarias contras las Bases y la OTAN. También es una absoluta prioridad política denunciar la creciente implicación que está asumiendo el Gobierno de España (PSOE/Sumar), tanto en la guerra de Ucrania con cada vez más tropas y armamento en las fronteras con Rusia, como en Palestina, desplegando buques en el Mediterráneo y en el Mar Rojo y manteniendo 650 efectivos militares en el Sur del Líbano bajo el mando de la FINUL.
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El legítimo derecho a la Resistencia de los pueblos frente al imperialismo y el colonialismo sionista, no permite cuestionamientos ni equidistancias entre víctimas y verdugos. No hay terceras vías posibles, capaces de subsanar la contradicción insalvable entre explotados y explotadores. Cada vez que la socialdemocracia condena el “terrorismo” de la Resistencia y defiende la alternativa de los dos estados, confirma su pleno alineamiento con las estrategias más belicistas del imperialismo. La unidad de todos los partidos burgueses y la patronal con este posicionamiento, dejan expedita la vía a una activa acción sindical de carácter sociopolítico a favor de Palestina. Los progresivos pronunciamientos y acciones que se realicen en este sentido, no pueden dejar de lado el objetivo de una Huelga General internacional contra la guerra y la ocupación. Esta debe ser una prioridad de la acción de la militancia comunista en los sindicatos y centros de trabajo, desde una posición internacionalista y de clase que, junto a las consecuencias directas de la guerra en la vida de la clase trabajadora (carestía, reclutamientos…), vincule el incremento de los gastos militares con el progresivo desmantelamiento de los servicios sociales y su privatización.
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Hasta las condiciones objetivas más adversas pueden ser superadas por los pueblos que luchan unidos y decididos a vencer. Palestina sigue el ejemplo victorioso de tantos y tantos pueblos (URSS, China, Vietnam, Argelia, Cuba, Angola, Nicaragua, Sudáfrica…) y muestra el camino de la Victoria. Unidad del pueblo y dirección política de la Vanguardia es el camino que necesariamente hay que transitar. Fortalecer la capacidad de dirección política de masas, mediante y una intervención decidida y clara de la militancia comunista en las diversas estructuras del movimiento obrero y popular es, junto al fortalecimiento del Partido, las dos absolutas prioridades del PCPE.
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Una comprensión dialéctica de la realidad sitúa un futuro de esperanza fundamentado en el desarrollo del binomio: capacidad de lucha de los pueblos y decadencia del imperialismo. En todas las formaciones sociales sometidas a la explotación y opresión capitalista, incluidas las más avanzadas y desarrolladas económicamente, el ejemplo de la Resistencia palestina debe servir para sacar del desánimo y la desmovilización a las estructuras de masas del movimiento obrero y popular y propiciar su creciente protagonismo social; radicalizar su confrontación con el Estado y la burguesía; reforzar al Partido Comunista como organización de Vanguardia y guía del proceso revolucionario hacia el poder obrero y el Socialismo.
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- Categoría: Editorial