Me levanto por la mañana. Ducha, café rápido y al hospital. De camino, en la radio hablan del acuerdo entre cúpulas sindicales y la patronal. Aunque el coste de la vida ha subido un 6 %, han firmado una subida de salario solo del 4 %. Perdemos salario. A cambio, las mutuas privadas controlarán parte de las bajas que no son laborales. Privatización sanitaria.

Llegando, largas colas en la puerta del aparcamiento de personal. Quienes llegan una hora antes de empezar el turno han ocupado ya las escasas plazas asignadas para el personal trabajador en el parking cubierto que gestiona una empresa privada. El resto de los cientos de plazas es de pago, así que espero en la cola mientras veo llegar a las compañeras en la línea 78, que se apresuran a entrar a trabajar. Hoy es día de suerte y no se ha retrasado el bus, por lo que van más tranquilas. Mañana será otra historia, el señor alcalde decidió que el 78 ya no pasa los fines de semana y tendrán que madrugar casi una hora más para coger dos buses. Ballesta pone unas flores muy bonitas en el centro de Murcia, pero puede presumir de uno de los peores transportes públicos urbanos de España y la clase trabajadora de pedanías lo sabemos. No digamos ya quienes vienen desde Caravaca, Cehegín, Bullas...

Al aparcar voy caminando por la ciudad sanitaria hacia la sección sindical. A la izquierda, el Policlínico, atestado ya desde primera hora con colas larguísimas para las consultas de especialidades médicas. La situación pone a la gente nerviosa, agresiva, y a menudo grita a las celadoras o a las enfermeras. Las trabajadoras, siendo viernes, están agotadas. Se siguen abriendo más listas de pacientes, con el mismo personal. El teléfono no para de sonar, pero no hay tiempo y muchas llamadas no se pueden atender... Más café y a seguir con el ritmo fabril...

A la derecha, el centro comercial que construyeron dentro de terreno público hospitalario. Tiendas, bares e incluso un centro privado de pruebas diagnósticas y radiografías, donde derivan directamente pacientes, para “aligerar listas”. El presidente regional, López Miras, les ha regalado la máquina de hacer dinero. Negocio privado, en terreno público y con clientes de la sanidad pública, delante de nuestras mismas narices. Un descaro. Antes para robarte te sacaban la pistola, estaba claro. Ahora al navajazo lo llaman “colaboración público-privada”, un eufemismo para decorar el crimen de una privatización constante y sibilina.

Llegando, saludo a los conductores de ambulancias que acaban de dejar pacientes de diálisis. Hablan sobre los cabreos que coge Fuensanta, una de las pacientes. Es complicado compaginar traslados de altas hospitalarias con la saturación del transporte de pacientes crónicos. La privatización del servicio redujo el número de ambulancias y ahora tienen que hacer malabarismos para sacar el trabajo.A pesar de ello hay retrasos...

Al llegar a la sección sindical, en el Hospital de Día, me cruzo con Aurora, compañera limpiadora que hoy está sola. Otro servicio privatizado hace años. Me dice que hoy no han cubierto el día de permiso de su compañera Marta, que tiene mejor convenio que ella porque los pocos veteranos que quedan siguen teniendo el convenio antiguo. La empresa ha dividido la plantilla y la mayoría, más jóvenes, tienen un convenio mucho peor, cada vez peor... Su muñeca dolorida da cuenta de ello, me pide un ibuprofeno que llevaba encima. Me despido y sigo.

En la puerta del despacho me esperan dos afiliadas.

Carmen, de lavandería, trae más pliegos de firmas que ha recogido esta semana. Estamos denunciando que el gobierno regional discrimina al personal no sanitario (lavandería, administrativas, celadores...) porque les adeuda parte del salario desde hace más de diez meses y queremos que cobren en tiempo y forma, como hacen con el personal sanitario. Una división peligrosa que hace el gobierno regional. Todas y todos los trabajadores de la sanidad somos esenciales. Y ahí estamos, dando la batalla sindical...

Almudena, la otra afiliada, es pinche de la cocina del hospital, servicio en el que en horas puntas de trabajo se acumulan las bandejas de comida vacías frente al túnel de lavado y en un reducido espacio tienen que trabajar a fuertes ritmos moviendo cargas, lo que ha ocasionado varios accidentes. Además de hablarlo con Prevención, vemos si la empresa privada que gestiona la cocina puede revisar las máquinas de cocina. Las condiciones de trabajo son duras y hay muchas bajas en el servicio.

A pesar de que aún son las ocho de la mañana, ya me ha dado tiempo de ver que la privatización y el deterioro de la sanidad pública nos rodea por todos lados, tanto al personal trabajador, como a los pacientes.

A pesar de ello, tanto los gobiernos regionales de derecha como los dos partidos del gobierno “progresista” siguen permitiéndolo. Una privatización sibilina impuesta por la Unión Europea, que a través de la Ley 15/97 permite la entrada del negocio privado en la sanidad pública, en forma de conciertos con la sanidad privada, de “externalización” (privatización) de servicios como mantenimiento, limpieza, lavandería, el transporte de ambulancias, las cafeterías, la cocina del hospital, que son parte esencial de la sanidad, lo que recae directamente en las condiciones de trabajo y en la atención a las personas usuarias.

Esta ley privatizadora ni se menciona en el reciente preacuerdo de gobierno entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz ni tienen intención de derogarla.

Por ello es necesario ser conscientes de que todos estos casos individuales que observamos y que vivimos cada día en el centro de trabajo (saturación de pacientes y listas, retrasos de ambulancias, empeoramiento de nuestras condiciones de trabajo, conciertos sanitarios) son algo más que problemas individuales de distintos servicios y puestos de trabajo. Todo ello forma parte de un mismo problema común: la privatización de la sanidad pública.

Las trabajadoras y trabajadores debemos tomar conciencia plena de esto y organizarnos desde nuestros propios servicios y lugares de trabajo, para hablar de estos problemas y tomar decisiones para denunciarlos, visibilizarlos y cambiarlos. Por la defensa de la sanidad pública, universal, gratuita y de calidad.

La privatización no les va a salir gratis, a las y los trabajadores de la sanidad nos tendrán enfrente.

Francisco Valverde

Delegado sindical de CC. OO. - Hospital Virgen de la Arrixaca, Murcia

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