El pasado 7 de septiembre saltaba la noticia. Dos activistas medioambientales lanzaban sendas tartas al consejero delegado de la compañía aérea Ryanair, el explotador Michael O´Leary en Bruselas. Al grito de “Bienvenido a Bruselas” y “Detengan la contaminación con sus malditos aviones”.

Hasta ahí la noticia que saltó a los medios y que la propia compañía aprovechaba para comentar en sus redes sociales con buen humor. Cualquiera que vea el vídeo puede dudar fácilmente si el espectáculo estaba preparado o no.

Pero lo interesante es preguntarnos qué hacía en Bruselas O´Leary. Este famoso capitalista presentaba ese mismo día, un millón y medio de firmas de apoyo a la campaña titulada “Proteger los sobrevuelos: Mantener abiertos los cielos de la UE”.

Se trata esta de una campaña que trata de presionar a la Comisión Europea para que permita fijar servicios mínimos más estrictos a las huelgas de controladores aéreos en Francia, “como hacen en Grecia, Italia y España”, lo que permitiría vaciar así su derecho a huelga. Ryanair insiste en que las huelgas francesas no deben afectar a los sobrevuelos, esto es, aviones que no despegando ni aterrizando en Francia se ven cancelados por verse afectado el espacio aéreo galo. Además, la compañía de bajo coste propone entre otras cosas “permitir que otros controladores aéreos europeos gestionen los vuelos sobre Francia cuando los controladores aéreos franceses hagan huelga” y “exigir que los sindicatos de los controladores aéreos franceses recurran al arbitraje en lugar de hacerlo a huelgas”. Esto supondría un abuso laboral que no podemos permitir.

En el estado español tenemos multitud de ejemplos en los que la regulación de los servicios mínimos ha demostrado ser muy importante hasta el punto de llevar al traste una huelga. Esto lo están denunciando sindicatos como SEPLA (Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas), USCA (Unión Sindical de Controladores Aéreos), SITCPLA (Sindicato Independiente de Tripulantes de Cabina de Pasajeros de Líneas Aéreas), ASETMA (Asociación Sindical Española de Técnicos de Mantenimiento Aeronáutico) y USO que consideran abusivos la fijación de los servicios mínimos en las huelgas del sector de las aerolíneas.

Hay que tener en cuenta que los servicios mínimos en el transporte dependen del ministerio y son firmados por el secretario de Estado, con intervención de las direcciones generales, entre ellas la de Aviación Civil. Pues bien, SEPLA afirma tener 14 sentencias favorables desde 2011 por servicios mínimos ordenados en huelgas de Iberia, Air Europa, Air Nostrum, Bacock o Ryanair. Los servicios jurídicos de distintos sindicatos interpretan que Transportes está obligado a no incurrir una y otra vez en decisiones que han sido declaradas ilícitas por los tribunales. Desde SEPLA se habla incluso de posible prevaricación.

Volviendo a la campaña de Ryanair, muchos pasajeros de esta compañía hemos recibido en nuestra bandeja de correo electrónico hasta 6 mails invitándonos a firmar la campaña en los últimos 3 meses. ¡Ni una firma para campañas antiobreras!

Este nuevo ataque al derecho a huelga se suma a la campaña permanente que la patronal desarrolla para debilitar este importante derecho de la clase obrera. Un derecho que todos los días se está ejerciendo, aunque muchas veces no lo sepamos. En estas semanas, que vemos a miles de huelguistas en EE. UU., o, sin irnos tan lejos, viendo a las futbolistas españolas que han tenido que recurrir a la huelga para tras 7 días de paro, avanzar en derechos laborales, entre otros aumentando un 30% el salario mínimo que tenían antes de la huelga.

Esas tartas deberíamos haberlas lanzado la clase obrera. Con nuestro derecho a huelga, ni una broma.

Miguel Leal

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