El escenario político actual, después de las pasadas Elecciones Generales adelantadas, está determinado por dos hipotéticos caminos dentro del sistema de dominación oligárquico-burgués. Pero ninguno de los dos tiene salida para los problemas estructurales que enfrenta ese bloque opresor.

La politiquería burguesa, determinada por la manipulación y el filibusterismo, ofrece un espectáculo patético en el que lo importante es la frase ocurrente o graciosa que haga posible crear algún enredo al adversario, pero de ninguna manera posibilita un debate sobre los problemas que afectan a la clase obrera y al pueblo, y menos aún un debate sobre las propuestas políticas de los distintos Partidos para abordar esas cuestiones.

Pedro Sánchez puede estar satisfecho porque su golpe de efecto, al decidir convocar elecciones adelantadas, le dio un estimable resultado. Aguantar hasta el vencimiento de la legislatura le habría supuesto un resultado más desfavorable.

Pero esta España, que ni PSOE ni PP quieren reconocer en su concreta realidad material, les ha dejado ante un resultado endiablado, de muy difícil gestión.

La España plurinacional, cárcel de pueblos mientras no transite por el libre ejercicio del derecho de autodeterminación, se ha colocado en primer plano de la actualidad política de forma ineludible.

Ante ello hay dos reacciones. El PP “todos los españoles iguales”, por tanto descuento del 75% en los pasajes para toda persona que quiera tomar el avión, aunque sea desde Cuenca. Y el PSOE “hablemos de la plurinacionalidad”, reconozcamos el hecho, pero tan solo para hablar en su idioma en la Carrera de S. Jerónimo, amnistía sí pero no autodeterminación. El comodín de SUMAR actuando en los terrenos menos seguros, que para eso se creó.

¿Pero se discute de: la reversión de las privatizaciones, la reducción del gasto militar, la salida de la OTAN, la nacionalización de los monopolios energéticos o la subida de los salarios al IPC real?

Nada de eso es objeto de debate. Ninguno de esos temas se toca. En esas cuestiones hay un “pacto de caballeros”.

Por tanto los grandes capitalistas están tranquilos, gobiernen unos o gobiernen otros, siempre gobiernan los mismos. Es decir, el capital monopolista, el complejo militar-industrial y los aparatos del Estado impregnados de fascismo franquista, ejército, policías, Iglesia.

Entonces la cuestión para la clase obrera y los sectores populares es qué posición adoptar ante semejante enredo. ¿La opción del menos malo? Es un argumento de fácil entrada, pero ¿lleva a algún sitio? Sabemos que ese ya es un camino trillado. Privatizaciones, Estado policial, más guerra en Ucrania y donde haga falta, salarios cada día más menguantes, etc.

Hay que salir de esas dos opciones que ofrecen nuestros oligarcas patrios como si eso fuera libertad de elección.

Hay un camino propio, que no busca alargar la vida de este capitalismo agonizante y que avanza hacia el poder obrero y la revolución socialista. No hay tiempo que perder.

Por tanto, el momento es de programa transformador y proceso de acumulación de fuerzas, sin mirar, ni siquiera un instante, hacia el pantano al que nos quieren llevar.

Frente Obrero y Popular por el Socialismo. Subida de salarios y pensiones al IPC real, nacionalización de todo el sector monopolista de la economía, reversión de las privatizaciones, salida de la OTAN y la UE, NO a la guerra, reducción del gasto militar, reconversión del modelo económico, intervención obrera en la toma de decisiones en la producción, destrucción del patriarcado, internacionalismo y solidaridad migrante, fin del intercambio desigual, democracia popular directa, autodeterminación.

La utilidad de la politiquería burguesa, y de su correlato oportunista y reformista, es la de crear un escenario de diversionismo ideológico que actúe como dique de contención de la toma de conciencia revolucionaria por parte de la clase obrera y de los sectores populares, impedir el inicio de un proceso de radicalización de las luchas obreras y mantener las cadenas de la esclavitud asalariada como el más común de los sentidos.

Para enfrentar esa estrategia del bloque de dominación es determinante el papel del Partido de vanguardia. Construyendo la unidad de la clase en los Comités para la Unidad Obrera (CUO) y superando así el fraccionamiento sindical que debilita todas las luchas. La cuestión organizativa es determinante para el cambio de la correlación de fuerzas, como el oxígeno para respirar. Comités, Plataformas, procesos asamblearios, movilizaciones sin resignación y sin pacto, insumisión al orden establecido. Esa es la pedagogía que el Partido revolucionario tiene que ejercer en el día a día para colocar a las masas en condiciones de tomar el poder.

Si se forma uno u otro gobierno, e incluso si se diera una repetición electoral, lo que importa es la capacidad para concretar con rigor la táctica pertinente, para que las masas sepan cómo actuar cada día en la lucha por su emancipación de la dictadura del capital.

C. Suárez

 

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