La burguesía, tanto la nacional como la internacional -que son la misma cosa-, enfrentada a la aguda crisis estructural de su sistema de producción, el capitalista, no ahorra esfuerzos en tratar de apropiarse de todo aquello que provenga de las rentas de trabajo para traspasarlas a las rentas del capital, de tal manera que no solo se vean resentidas sus ganancias, sino que se aumenten sin medida en beneficio de sus cuentas de resultado.

En este sentido, la burguesía a través de sus respectivos gobiernos, ya sean “progresistas a tope”, neoliberales, conservadores, etc., viene atacando a todo el sistema público, ya sean pensiones, sanidad, educación, etc., con el fin de privatizarlo y desviar los ingentes fondos que se recaudan a través de las cuotas obreras (las cuotas patronales también son cuotas extraídas de la explotación de clase obrera) para el mantenimiento de dicho sistema público. En realidad se trata de la más descarnada expropiación de las rentas de trabajo que se realiza a través de cambios legislativos siempre realizados en perjuicio de la clase obrera y de los sectores populares.

Dentro de este marco de apropiación de lo público, se encuentra el Sistema Público de Pensiones, uno de los más jugosos para los intereses depredadores del capital.

Las pensiones de jubilación primero y luego los demás tipos de pensiones son derechos adquiridos por la clase obrera a través de su lucha para conseguir mejores condiciones de vida. Así se produce la instauración del Seguro Obligatorio del Retiro Obrero, en el 1919, en un escenario de escalada de la lucha de clases y grandes victorias de la clase obrera, como la Huelga de la Canadiense, en febrero de ese mismo año.

Como tal derecho y objeto del actual ataque burgués ¿a quienes corresponde su defensa? ¿A los pensionistas, fundamentalmente, o a toda la clase obrera, ya esté en activo o sea ya pensionada? Está claro que tal defensa ha de recaer en la mayor medida posible en la clase obrera en activo, en obreras y obreros jóvenes y no tan jóvenes pero en activo. No se puede dejar el peso de la lucha por las pensiones sólo sobre los trabajadores y trabajadoras ya jubiladas, por muy dignamente que hasta ahora la hayan llevado a cabo. Esta tarea incumbe de forma directa al proletariado en activo que no es otro que el proletariado que necesita vender diariamente su fuerza de trabajo para poder vivir y que es quien va a necesitar de unas pensiones dignas y seguras para cuando, por la edad o por la enfermedad, sean expulsados del mercado laboral.

Así pues, se constituye como una tarea esencial para las y los comunistas el llevar a los tajos la defensa del Sistema Público de Pensiones, pues es precisamente en ellos donde se ha de llevar a cabo lo más arduo de la lucha y donde se juega el futuro de millones de obreros y obreras en todo el estado, elevando el nivel de conciencia así como introduciendo formas de organización que permitan al proletariado dotarse de los medios para hacer frente a las agresiones del capital con ciertas garantías de éxito. Es en las fábricas y centros de trabajo donde el proletariado puede paralizar la producción con las huelgas y presionar de una forma efectiva al capital para defender los derechos adquiridos y conquistar otros nuevos. Y del mismo modo que hay que llevar esta lucha a los lugares donde se da la principal contradicción capital-trabajo, es decir, a las fábricas y centros de trabajo, también hay que hacer llevar esta defensa a la juventud obrera para hacerla consciente de la necesidad de defender los logros conseguidos tras años de lucha de la clase obrera y en cuyo futuro, si no lo remediamos, sólo podrán percibir, si lo perciben, míseros subsidios de subsistencia en el mejor de los casos.

Solo la lucha de todas y todos, obreras y obreros, sea cual sea su status laboral (en activo, desempleado o pensionista, jóvenes, etc.) de forma decidida, coordinada e independiente ideológicamente nos podrá asegurar el éxito y la victoria en esta lucha.

F.J. Ferrer

uyl_logo40a.png