Cuando en el año 2008 la burbuja inmobiliaria, es decir la especulación capitalista en el mercado de inmuebles, ya no podía aguantar más y reventó como una vieja y maloliente cañería causando destrozos por doquier, empezaron de nuevo a oírse términos políticos y económicos que por intereses de clase, decían, habían periclitado: oferta y demanda, mercado regulador, rescates, especulación capitalista, crisis cíclicas, público-privado, el rol del Estado, etc. Hubo incluso (¡qué osadía!) quien habló hasta de socialismo y revolución. En todo caso, los ánimos de los pueblos del Estado español, en particular los de su clase trabajadora, caldeaban descontroladamente. La paciencia con la que se habían soportado cuentos y engaños durante décadas indicaba sus límites. Manifestaciones, huelgas y concentraciones masivas en plazas y calles lo corroboraban claramente. El famoso Mercado, ungüento mágico del sistema de producción capitalista, no regulaba nada; el paro, la inflación y los desahucios crecían exponencialmente, y el propio Estado estaba casi en la bancarrota. Había que actuar rápidamente, pensaron sin duda la oligarquía hispana y las instituciones capitalistas europeas. Y entonces, aupado por los complacientes medios de comunicación burgueses, surgió el invento PODEMOS, del inefable Pablo Iglesias Turrión. Una organización política que debía ser todo lo “izquierdista” que el sistema capitalista español le permitiera, y que canalizara el descontento popular lejos de toda veleidad revolucionaria. Estrategia ganadora. Al menos hasta la salida de este singular personaje del Gobierno PSOE-UP el 15 de marzo de 2021. Eso sí, proponiendo antes a Yolanda Díaz como vicepresidenta segunda del gobierno y como futura candidata en los comicios electorales.

Muleta del PSOE

Y en esas estamos. En una especie de remake cinematográfico, serie B. Con un Podemos que ya no es el Podemos de “asaltar los cielos” y zamparse a “la casta”, un PCE que se avergüenza de sus siglas y una líder política, la coqueta Yolanda Díaz, al frente de un revoltijo de pequeñas formaciones de “izquierdas” además de las ya mencionadas, que jactanciosamente llaman SUMAR. Otro invento electoral, en este caso definido solo como “progresista”, cocinado y aliñado a contra reloj con el apoyo del Gobierno PSOE-UP, de los medios de comunicación burgueses y con el beneplácito de la patronal CEOE. Primero, para presentarse en las elecciones del 23J, en las que, finalmente, SUMAR ha perdido 7 diputados respecto a los que la coalición Unidas Podemos y demás acólitos obtuvo en la pasada legislatura; y segundo, para ser muleta del PSOE, y así poder gestionar la socialdemocracia cuatro años más el capitalismo español según las normas establecidas por la Unión Europea y el imperialismo norteamericano. Es decir, más de lo déjà vu. Ahora bien, presentándose ante la clase trabajadora como el acicate indispensable para “hacer avanzar las cosas”. Unas “cosas” y un avance que aceptará el capital mientras no afecten negativamente a sus intereses fundamentales, tanto a nivel interno como a nivel internacional. Los cuatro años ya pasados en el Gobierno de consenso y compadreo PSOE-UP, son la mejor prueba de lo que se espera. Eso en el caso de que formen gobierno, asunto nada evidente cuando redactamos estas líneas. Si no, quizá “lo más malo” esté por llegar. Nosotros/as aquí estamos.

 

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