El 3 de febrero de 2021, el diputado del PP, Alberto Casero “erraba” en el proceso de votación de la Reforma Laboral y se aprobaba en España una nueva normativa para regular el trabajo por cuenta ajena. Se convalidaba uno de los condicionantes que permitían recibir los fondos de recuperación europeos, consiguiendo así, la homologación de Bruselas.

Ante la posibilidad de formar gobierno, Alberto Núñez Feijoo anunció que no modificaría esta reforma a pesar de la bronca que causó, por su contenido y por su proceso de aprobación. La calificó de ser “sustancialmente buena”. La duda que podíamos tener sobre la intención de voto de Casero, se desvaneció, confirmando lo que ya sospechábamos: todo el proceso de debate y votación de la No-Reforma (avalada por sindicatos y patronal), fue fruto de la tragicomedia que se escenifica, día tras día, en la política institucional española.

Esta cuestión pone de manifiesto una vez más que los debates políticos son solo postureo, escenificaciones centradas en descalificaciones personales, consignas sin contenido, pero emotivamente ideologizadas y sin propuestas materiales de calado. Obvio, los centros de poder y toma de decisiones hace tiempo que se desplazaron de Madrid a Bruselas. Algo similar le ocurre al resto de territorios sometidos a los dictados de la UE. 

Durante 2022, el Congreso de los Diputados y el Senado de España aprobaron un total de 73 leyes. De ellas, 42 regulan aspectos que obedecen al mandato directo de la Unión Europea. Esto supone que el 57 % de nuestra nueva legislación se está aplicando careciendo del poder de decisión de “nuestros representantes políticos”. Todas ellas, en áreas tan importantes como la formación profesional, la política agraria, las hipotecas, la política de igualdad, medio ambiente, salud, energía, fiscalidad, ...

La recepción de los Fondos de “rescate” New Generation, del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, se llevará a cabo, gobierne quien gobierne. Las condiciones: la primera, introducir lo que Bruselas llama reformas estructurales. La segunda, devolver lo prestado y aplicar las medidas necesarias que garanticen la viabilidad de las devoluciones.

España se está convirtiendo en un solar yermo que deberemos reconstruir los trabajadores y trabajadoras. Despojado a conciencia por los grandes monopolios, grandes beneficiados de los 140.000 millones de euros de Europa, que están permitiendo mantener, por algo más de tiempo, la ficción de una economía que funciona a la perfección. Sin embargo, bajo la alfombra, ya no cabe más mierda.

Una fiscalidad desfavorable a la mayoría social, que apuntale a los monopolios, recortes en educación y sanidad, capitalización de las pensiones. Ese es el futuro que nos depara la Europa de la guerra.

España tiene actualmente una deuda pública del 112,92 % del PIB. 1.526.422,65 millones de euros en abril de este año. Es decir, cada habitante de España debe unos 32.000 euros. Igual que en otros sitios (ej. Alemania), ya arrecia recesión, aquí la tendremos pronto y más profunda, atendiendo al carácter y estructura de nuestra economía.

Por eso, Bruselas, tras la suspensión de las reglas fiscales durante la pandemia hasta 2023, el próximo año reanuda la normalidad. Esto significa que España debe reducir el déficit público del 5 % al 3 % del PIB y recortar su deuda del 115 % al 60 % del PIB. El próximo año se deberá hacer un primer ajuste de unos 9.000 millones de euros.

Eso supone un gran esfuerzo de “austeridad” para las capas populares, en un contexto en el que la OTAN obliga a los Estados de la Unión Europea, prácticamente a la autodestrucción social.

El gasto militar mundial no ha parado de crecer desde finales de los años 90. En 2021 el total mundial superó por primera vez los dos billones de dólares (unos 1, billones en euros), un 0,7 % más que en 2020 y un 12 % más que en 2012, según datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz. Y desde el 2014 el compromiso de aumentar por encima del 2 % del PIB de los miembros de la OTAN, enriqueciendo a la próspera industria armamentística y relegando a la pobreza a millones de seres humanos.

Europa se ha convertido en el centro de una confrontación mundial. La guerra de la organización criminal OTAN contra Rusia, a principios de año, ya se cobró la cifra de más 300.000 muertos entre militares y civiles, pero hijas e hijos todos de la clase obrera. Y seguirá creciendo conforme la intervención de la Organización Atlantista se haga más explícita y directa, salga de bambalinas y se sitúe en primera linea de fuego. 

Y en esta dinámica del Occidente Colectivo liderada por los EEUU, los frentes de batalla se amplían y diversifican: África, el Pacífico Sur, y por supuesto, Europa.

Esta Europa enferma de muerte que se va empobreciendo una vez roto su eje comercial natural. Las sanciones contra Rusia y la desconexión comercial de lo que forma Euroasia está llevando a la quiebra a la Unión Europea. Una estrategia perfecta por parte de los Estados Unidos de América, que a la vez que debilita a Rusia, afila sus armas contra China, elimina a Europa como competencia y la esclaviza.

Las estimaciones más optimistas, entienden que la economía de la eurozona ya está en fase de estancamiento. Tras crecer +1,0 % en 1T 2023, se prevé un +0,3 % en 2T y 3T, y +0,8 % en 4T 2023. Sin embargo, los países más dependientes de las manufacturas sufrirán recesiones moderadas, como es el caso de Alemania (-0,4 % 2023).

Otras previsiones, ante la imposibilidad de atajar el alza de los precios, las subidas de tipos y el resto de indicadores económicos, ya sitúan un 2024 en el que el empobrecimiento de Europa será todavía más acusado y por lo tanto, aumentarán las movilizaciones sociales ante el malestar de la población.

Nunca fue tan trascendente el papel de vanguardia y dirección política de los partidos comunistas como el actual. La confrontación contra el fascismo nihilista nos debe llevar a engrasar la maquinaria que permita una presencia organizada entre las masas y nos conduzcan a dar un salto cualitativo y cuantitativo en la correlación de fuerzas ante el complejo escenario que nos viene por delante.

Kike Parra

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